Una vuelta a sus orígenes

Manuel Belver
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Una vuelta a sus orígenes - Foto: Jonatan Tajes

1. Bar Brisas (calle Dársena, 1). Este entrenador de fútbol es un amante de la gastronomía española y más desde que su trabajo le ha llevado a visitar un sinfín de países. Cada vez que regresa hace una visita a Míchel en este establecimiento hostelero. Lo hace porque es un «gran» amigo, porque compartieron vestuario en el Real Valladolid -donde Míchel era portero, además de hijo de Paquillo, que fuese delegado del Pucela- y porque «compartíamos muchos ratos». «Cuando hay alguna alegría o alguna pena que compartir, él está ahí siempre», señala añadiendo que los torreznos o cualquiera de sus raciones le recuerdan que ya está en casa. 

2. Zero Café (calle San Blas, 11). Reconoce que no visita este local todo lo que debería, pero cuando lo hace se retrotrae a una época de muy buenos recuerdos. Del Zeró Café se queda con su música, «pinchada por Paco», y con el ambiente del bar: «Me hacen de vez en cuando disfrutar de los recuerdos de un gran Dj y buena gente como es él, al que conocí en la Perindola en la época de Campus y El Cuadro...», sentencia Manuel Retamero.

3. Restaurante Jero (calle Correos, 11). «¡José! Tenemos pendiente una vista al Jero!». Con esa frase cita Retamero a José Ángel Peláez, Coco, a un local «imprescindible para tapear por Valladolid». Asegura que siempre que vuelve de viaje trata de compartir buenos ratos de fútbol con él, «que siempre me ha apoyado y ayudado mucho en este mundo tan complicado». Apunta, además, del Jero, el bar Pax, de «desayunos, comidas, cenas... lo que quieras y de calidad junto a El Corte Inglés», donde disfruta de sus tortillas y sus tapas; y del cariño de Jose y María.

4. Iglesia de San Nicolás (plaza Trinidad, 2). Se para en dos puntos en esta parroquia. Por un lado en las llamadas caminatas de San Nicolás de los lunes: «Son para mí no algo obligado si no algo necesario para desconectar por unos minutos de todo y, ¿por qué no? por pedir que no quede aunque, como siempre, sin trabajo nada llega». Y por otro en algo familiar: «Me gusta ir para dejar alguna vela para mi padre y mi hermano».

5. Polideportivo Huerta del Rey (calle de Joaquín Velasco Martín, 9). El polideportivo al lado de casa de sus padres. Un pabellón donde jugó al fútbol sala. Una zona donde disfrutó en su niñez. Allí vio a Singleton, Trumbo o Torres jugar al baloncesto; y animó al Michelin de balonmano. Recuerda los paseos en el Opel Kadett de Quino Salvo -«que en paz descanse»- y su primer concierto... «de Manolo García, mi cantante favorito. Además ese día pude conocerle».

6. Cristo Rey (avenida de Gijón, 17). Aquí estudió la antigua EGB y parte del instituto, y aquí fue con sus hermanos a clase: «Recuerdo los partidos fútbol sala, los recreos...». Y aún recita los nombres de sus profesores: «Don Jesús Royuela, César Tejerina, Pedro, Francés, Collantes, Vicario, Carrillo, Clemente...». Siempre que puede vuelve y visita sus instalaciones y a los profesores que aún quedan de su época. 

7. Estadio José Zorrilla (avenida Mundial 82, s/n). Allí juega su equipo, en el que jugó, entrenó y al que siempre lleva en el corazón. «Recuerdo cuando se hicieron los Anexos o cómo me gustaba y me gusta subir la cuesta para ver a amigos», asegura. De su etapa, aún queda Ricardo Coque, al que se quedaba a ayudar a recoger el material.

8. Federación de Fútbol. Primero estuvo en Poniente -aunque su sede está ahora en Arroyo-. Allí estudió para ser entrenador y guarda amigos y agradecimientos: «Me gusta visitarles y me hace sentirme muy orgulloso de ser español, castellano y leonés, y de Valladolid».

9. Campo Grande. Le recuerda, sobre todo, a su infancia, cuando sus padres les llevaban a los columpios de la zona o a la barca, «donde recuerdo entonces tener mucho miedo al contarnos la historia de la cueva», o dar de comer a los patos. Ahora él es el que lleva a su hija a ver este pulmón verde de la ciudad: «Nuestro Campo Grande está precioso y muy cambiado por cierto».

10. Carnicería El Artesano (Pío del Río Hortega, 10). Quiere apuntar esta carnicería y ‘Caprichos y Embutidos Jorge Alonso’ (calle Catedral, 7) porque al tener que viajar tanto al extranjero en su maleta no faltan nunca productos de la tierra de estos dos establecimientos: «Muchas gracias amigos porque con vuestros productos me hacéis volver a casa aunque sea por un momento». Para Sergio y Jorge solo tiene palabras de agradecimiento por su trato hacia él.