Las trombas no logran paliar el déficit de agua embalsada

A. G. Mozo
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Valladolid afronta el último trimestre del año con el segundo peor registro de precipitaciones de la década. Los cinco pantanos del Pisuerga y el Carrión almacenan apenas dos tercios del agua habitual

Las trombas no logran paliar el déficit de agua embalsada

Las trombas que sufrió la ciudad a finales de agosto y septiembre no son más que agua de borrajas para tratar de alcanzar los registros de lo que se entendería como un año hidrológico normal. Los 75 litros por metro cuadrado que se llegaron a acumular durante esa parte final del verano vallisoletano, al son de las tormentas de aquella gota fría (en el argot meteorológico, Depresión Aislada en Niveles Altos o DANA), son en torno a un tercio de todo lo llovido en 2019, algo más de lo que le correspondería a agosto y casi el doble de lo que le suele tocar al mes de septiembre. Pero insuficiente en un panorama de sequía como el de este año, el segundo peor de la década en la provincia.

Estos datos deben empezar a cambiar a partir del lunes, cuando se anuncian las primeras lluvias de octubre, el mes que suele anotarse las mayores precipitaciones del año en Valladolid. La media histórica de los últimos treinta años dice que lo normal es que caigan unos 55 litros por metro cuadrado, a los que se sumarían los 52 de noviembre y los 53 de diciembre. 160 litros en un último trimestre decisivo. Enero también deja abundante lluvia (40 de media) y después ya se tiene que esperar a abril y mayo, que son algo más generosos que enero, pero no al nivel de los tres meses que llegan ahora.

Si se cumpliese la estadística, la provincia cerraría 2019 con algo más de 360 litros, un centenar por debajo de la media histórica, que asigna a Valladolid 433 anuales. Por el momento se han recogido 203 litros por metro cuadrado, lo que supone un déficit de 70 respecto a lo que es lo normal a estas alturas del año.

COMO EN 2017, 2012 Y 2011. Pero las previsiones no son halagüeñas y, en realidad, lo vivido durante los primeros nueve meses del año se parece mucho más a lo ocurrido en 2017, 2012 y 2011, cuando se entró en el último trimestre con cifras tan o más bajas que las actuales. Hace ocho años se habían recogido 235 litros a fecha diez de octubre, a los que se sumaron luego otros 89,9, para alcanzar los 324,9 finales. En 2012 iban 207,9 y se añadieron 164,2 para irse hasta los 372,1; y no es que lloviera durante semanas, sino que fue a golpe de trombas: dos seguidas el 17 y 18 de octubre de 27,8 y 24,6 cada una, otra de 16,4 litros el 25 de noviembre, una de 15,2 el 30 de octubre y una quinta de 11,6 el 9 de noviembre.

Nada comparable, en cualquier caso, a lo ocurrido con la sequía de 2017. A estas alturas, los registros de la Aemet (Agencia Estatal de Meteorología) hablaban de 140,4 litros por metro cuadrado y en el último trimestre solo llegaron 50,4 más, repartidos en una docena de días, con cifras muy pobres.

En todo 2017, los pluviómetros solo recogieron algo de agua en 61 ocasiones, 49 a estas alturas. En 2019, a fecha 10 de octubre, solo ha llovido 41 días acumulando esos 203 litros por metro cuadrado. El contraste con el pasado 2018 es absoluto: 462,8 litros al cierre de septiembre y 596,2 al acabar el año.

La escasez de precipitaciones tiene en los embalses a los grandes damnificados de una situación que aquella gota fría que recorrió todo el país ha provocado sensaciones engañosas. La realidad es que las reservas hidráulicas españolas se encuentran actualmente al 40,4 por ciento de su capacidad, con más de 22.600 hectómetros cúbicos.

Las cuencas en mejor situación son la Cantábrica Oriental (71,2%), las internas del País Vasco (66,7%) y la de Galicia Costa (64,5%). En el lado opuesto, todas por debajo del 40%, aparecen las del Guadiana, Guadalquivir, Tajo, Júcar y Segura, que es la única por debajo del 30 por ciento: 27,6%, según los datos del Ministerio para la Transición Ecológica.

La cuenca del duero, al 41%. Algo mejor está la cuenta del Duero, que está al 41 por ciento. Dentro de ella, los dos sistemas que nutren a la provincia de Valladolid, Carrión y Pisuerga, se hallan al 18,9%, ya que los cinco pantanos de esa zona (Camporredondo, Compuerto, Aguilar, Cervera y Requejada) embalsan 92,3 hectómetros, por los 487 de capacidad que suman. En 2018, aglutinaban 228,8 y la media de la década se sitúa en 142,4, con lo que hay dos tercios de lo normal.