Siempre es buen momento para anunciar proyectos industriales que engorden el tejido productivo de la provincia y ayuden a generar más empleo estable y de calidad, pero especialmente este año, tras 20 meses de pandemia y crisis económica, necesitamos buenas noticias para impulsar la actividad e incluso levantar el ánimo y expandir el consumo en esta época de fiestas, compras y regalos. La recuperación en Valladolid y en el resto de la Comunidad puede dar un fuerte tirón cuando comience a hacerse realidad la iniciativa de la empresa india Switch Mobility para instalar en suelo de la capital una planta de fabricación de autobuses y furgonetas eléctricas y un centro de tecnología en movilidad como paso importante para su expansión internacional. Este centro productivo, el primero en la Unión Europea tras sus factorías en Reino Unido e India, empleará a unos 2.000 trabajadores solo en la primera fase, una cifra que supondría de golpe un recorte de cerca de un 10 por ciento en el número de parados de toda la provincia.
Aunque conoceremos todos los detalles del proyecto en los próximos días, el equipo de gobierno del Ayuntamiento se apunta un tanto muy importante, atrayendo para la capital la inversión industrial más importante en las últimas décadas, algo que puede impulsar un cambio similar al que produjo la llegada de Fasa a principios de los años 50. Indudablemente, la situación geográfica de Valladolid habrá sido clave para la elección como centro de producción, pero sin duda un peso mayor habrá tenido la amplia y competitiva industria auxiliar del automóvil que alberga no sólo la capital del Pisuerga, sino también Palencia, Burgos y otras provincias castellanas y leonesas, que sin duda se verán muy favorecidas con este macroproyecto.
Las facilidades para el suelo, que al parecer será cedido por el Ayuntamiento, los incentivos a la inversión, las ayudas para formación de los trabajadores y la paz social que caracteriza a esta tierra han sido, sin duda, factores decisivos que no podemos olvidar, precisamente para poner en valor el diálogo social y el trabajo estratégico para captar inversiones internacionales que pueden ayudar a levantar una economía maltratada en los últimos años e incluso contribuir a frenar o cambiar la tendencia a la galopante despoblación.
Esta buena noticia puede convertirse en el hecho más relevante del año para la economía y la sociedad vallisoletana, pero tampoco pueden cerrarse los ojos a otros datos menos esperanzadores y  en los que hay que trabajar para revertir en los próximos meses. La recuperación parece un hecho, aunque la velocidad en algunas variables no esté siendo tan rápida como se esperaba o incluso como se anunció. Las exportaciones, por ejemplo, están ya en cifras prepandemia, según los datos de los nueve primeros meses del año, situando a Valladolid como la tercera provincia española con mayor crecimiento a lo largo de 2021, nada menos que un 35,7 por ciento. Esto sin embargo no esconde que la salida del Reino Unido del mercado único de la Unión Europea nos ha dejado una herida abierta y las empresas vallisoletanas han exportado un 40 por ciento menos en los tres primeros trimestres que en el mismo periodo del pasado ejercicio. La caída ya comenzó cuando se aprobó la salida británica en referendum, pero su marcha efectiva ha sido la puntilla para un mercado importante entre las compañías de aquí y que ahora se ven perjudicadas por una tramitación compleja y larga en muchos casos.
Nunca en la vida hay solo luces o sombras, sino que hay que construir y trabajar para que la luz sea siempre más poderosa que la oscuridad. En la economía pasa lo mismo, se trata de un proceso en el que captar inversiones, facilitar empleo y garantizar un desarrollo industrial no solo es tarea de los empresarios privados, sino que también deben contribuir a ello los poderes públicos, como en este caso. Solo queda felicitarnos y esperar que sea realidad cuanto antes.