Pablo Álvarez

ZARANDAJAS

Pablo Álvarez

Periodista


Los coronapolis: del balcón a las redes sociales

10/12/2021

Seguro que ha leído que la Junta de Castilla y León ha abierto un expediente sancionador a una empresa promotora de un concierto de dos raperos Natos & Waor que congregó en el Polideportivo Pisuerga a más de 4.500 jóvenes. El motivo: una fotografía que el propio grupo subió a sus redes sociales, hecha al final del concierto, en la que se veía a todo el público sin mascarilla salvo una chica en primera fila. Olé por ella.
Hacía años, había quien se grababa en su propio coche a más de 200 kilómetros por hora y luego colgaba el vídeo en Youtube. Hasta que la Guardia Civil trincó a unos cuantos de esos exhibicionistas de la velocidad con incontinencia 'youtubera' y les cayeron unas multas del quince. No me cabe duda de que sigue habiendo gente que pone sus coches a todo lo que da el motor, pero ya no lo suben a las redes (o no trasciende). Hace tiempo que no leo nada así.
En el caso del famoso concierto, el problema no es que cientos de personas no llevaran las mascarillas puestas -no voy a ser yo quien lo aplauda- sino que todos lo hemos visto por obra y gracia de las redes sociales y los escandalizados tuiteros. Una vez prendida la mecha, saltó a los medios tradicionales y a partir de se convirtió en el culebrón del puente.
La pandemia ha generado un nuevo policía al que podemos llamar el 'coronapoli'. Este  espécimen dio sus primeros pasos en los balcones, desde donde increpaba a quienes, a su juicio, salían a deshora en el confinamiento (sin tener ni idea de sus circunstancias), y ha dado el salto a las redes sociales, donde el anonimato y la lejanía física con el interpelado, le permite pontificar y despotricar contra el prójimo. Luego, en el bar de la esquina, donde en proporción es posible que haya menos gente con mascarilla que en el concierto, no abren la boca.
Las entradas al concierto eran nominativas y, por lo tanto, sería posible el rastreo de los asistentes. No hay que ser ingeniero informático para poder cotejar en menos de 24 horas la lista espectadores con la de los infectados en la última semana, ¿no? Así que, a estas alturas, la Consejería de Sanidad debería saber si el concierto fue un foco de contagio real o fue estamos ante una imprudencia, que no debería repetirse. No la foto, sino que haya tanta gente sin mascarilla en un recinto.
¿Será capaz la presión de los 'coronapolis' de influir en el instructor del expediente o será capaz de analizar las pruebas, los informes y los resultados con objetividad? Se admiten apuestas, pero yo sé de alguien que está deseando encontrar un chivo expiatorio. Me temo.