La pandemia ahoga a las asociaciones

Óscar Fraile
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La imposibilidad de organizar eventos para financiarse ha reducido la actividad en ámbitos como la asistencia social, la salud y la cultura

La Asociación Española contra el Cáncer no pudo celebrar el año pasado, en su formato habitual, la marcha contra esta enfermedad, que en 2019 supuso unos ingresos de 260.000 euros. - Foto: José Carlos Castillo

Las asociaciones y oenegés de todo tipo no han sido ajenas a los problemas económicos que ha generado la pandemia. La financiación de estos colectivos suele llegar, en gran parte, por las subvenciones de la Administración, cuotas de los socios y por las ayudas directas de la población. Pero para conseguir dinero a a través de esta última vía, estos colectivos suelen organizar actividades que desde hace casi un año están completamente prohibidas. Nada de mercadillos, cenas solidarias ni colectas en la calle que comprometan la necesaria distancia social. La consecuencia inmediata ha sido una drástica reducción de sus ingresos y, por ende, de las actividades para las que fueron concebidas.

Uno de los ejemplos es Manos Unidas Valladolid, que la pasada semana dio la voz de alarma con un comunicado para reconocer que sus ingresos en 2020 habían caído algo más de cien mil euros, al pasar de 582.000 a 477.000 euros. La organización no ha podido acometer buena parte de los programas  de desarrollo dedicados a paliar el hambre y con los que colabora con las instituciones locales. Manos Unidas tuvo que suspender el año pasado mercadillos, cenas solidarias y colectas en los colegios, entre otras actividades.

Por su parte, Cáritas Diocenasa de Valladolid no suele financiarse con la organización de actividades, pero una parte «importante» de sus ingresos, según su delegado en Valladolid, Luis Miguel Rojo, procede de las colectas en las iglesias. Concretamente, todo lo recaudado el primero domingo de cada mes. Así que las restricciones de aforo han sido un golpe en la vía de flotación de esta oenegé. «Por ejemplo, en mi iglesia hemos pasado de misas de 350 personas a otras de 25», señala, si bien reconoce que este descenso de ingresos regular se ha visto compensado, en parte, con aportaciones extraordinarias de los fieles.

Otro ejemplo es el de la delegación vallisoletana de la Asociación Española contra el Cáncer. En 2020 no pudo organizar, en su formato habitual, la gran marcha, que en 2019 supuso unos ingresos de 260.000 euros. Tampoco realizó las pequeñas marchas en los pueblos, otros 45.000 euros, ni pudo organizarse la cuestación anual, que supone otros 120.000 euros. Es decir, más de 400.000 euros menos de ingresos que han hecho que se haya reducido en cien mil euros las aportaciones a la investigación este año, para dejarlas en 450.000. El resto de las actividades se han podido salvar gracias al remanente que tiene la asociación, a su importante volumen de socios, 10.600 en Valladolid, y a las subvenciones, que se han mantenido.

Cruz Roja es otra de las afectadas, al no poder organizar el año pasado el Día de la Banderita ni ser beneficiaria de otras actividades lúdicas y deportivas que impulsaban terceros y de las que esta oenegé era beneficiaria.

Este problema asola a las asociaciones de todos los tamaños. También a las más pequeñas. Eclipse, dedicada a la organización de actividades culturales, ha dejado de ingresar 6.000 euros al perder contrataciones de los ayuntamientos. En Valladolid, por ejemplo, algunas relacionadas con el programa Emplazados o la realización de caricaturas en la Acera de Recoletos. «Nosotros hacemos bastantes eventos con el Ayuntamiento y prácticamente nos financiamos con eso, pero el año pasado ha sido desastroso», reconoce el presidente, Miguel Asensio. También las asociaciones vecinales lo han sufrido. No todas las integradas en la Federación Antonio Machado organizan eventos para financiarse, pero las que optan por ese modelo han tenido menos ingresos. Un modelo que, por cierto, la presidenta de la Federación, Margarita García, aboga por revisar.

Bien es cierto que no a todas las asociaciones les ha ido mal. El Banco de Alimentos de Valladolid es la excepción que confirma la regla.La pandemia impidió que pudieran organizar recogidas de alimentos en el último año, de modo que los responsables enviaron cartas a empresas y particulares solicitando donaciones económicas y sugerencias para convertirlas en comida. Algunas empresas, por ejemplo, dieron dinero para garantizar el desayuno de los más pequeños; otras, para comprar conservas de pescado, porque hacían falta en un momento dado. El presidente, Jesús Mediavilla, dice que con este sistema se han recaudado unos 400.000 euros que se podrán transformar en 350.000 kilos de comida, 110.000 más que los obtenido en 2019 con donaciones directas. Por eso no descartan seguir este año con este sistema.

El impacto de la pandemia en las asociaciones también ha tenido eco internacional. La Asociación Cultural de Castilla y León Amigos de Colombia (Acycol) suele organizar actividades en Valladolid para recaudar fondos con los que realizar una cabalgata de Reyes en el país sudamericano. Por ejemplo, un encendido de velas cada 7 de diciembre en la plaza de San Martín en el que las cerca de 700 personas que suelen acudir realizan un donativo, entre otros. Ninguno se ha podido realizar, de modo que la cabalgata para los niños con pocos recursos tampoco ha sido posible.

Son circunstancias excepcionales que, de algún u otro modo, han hecho que las asociaciones vivan el año más complicado de las últimas décadas.