Editorial

El órdago de Tudanca, el momento y las consecuencias de la derrota

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Sea fruto de una acción coordinada, sea por efecto dominó, lo cierto es que una moción de censura en la región de Murcia detonó en menos de tres horas la convocatoria de elecciones en Madrid y el registro de otra propuesta de cambio de Gobierno en Castilla y León. Son tres realidades comunicantes, pero muy diferentes. En Murcia el acuerdo está cerrado. En Madrid lo decidirán los ciudadanos con su voto. Y en Castilla y León, que es la que tiene afectación directa a Burgos, todo son incógnitas. Todo, menos la certeza de que el contexto no acompaña y no parece que el mundo real, en ocasiones tan paralelo al de la política, esté concentrado un baile de poder en medio de una pandemia que se sigue llevando por delante vidas y negocios. El propio aspirante a la Presidencia, el socialista Luis Tudanca, había reiterado en las últimas semanas que no registraría la moción contra el bipartito encarnado en Alfonso Fernández Mañueco y Francisco Igea hasta que no fuera el momento oportuno. 

Sin embargo, Castilla y León vuelve a moverse al son de las palmas ajenas. El acuerdo en el que se gestó el actual Ejecutivo autonómico se cocinó entre las direcciones nacionales de PP y Ciudadanos, al igual que la entrega a los liberales de las alcaldías de Palencia y Burgos, esta última abortada por la negativa de Vox a apoyar un tripartito con un regidor de la tercera fuerza política. Tudanca justificó ayer que todo se ha precipitado porque en el PP barajaban la posibilidad de emular a Ayuso y catalizar un adelanto electoral en Castilla y León, una maniobra que podría ser beneficiosa para el presidente Fernández Mañueco, que es el único que tiene esa competencia, pero apocalíptica para su socio de Gobierno. Ese difícil equilibrio está muy presente en todo lo sucedido en las últimas semanas, y así es cómo la moción ha acabado llegando en mal momento. Mal momento para la sociedad y mal momento para la economía. En cualquier caso, es una realidad que debe quedar resuelta en el corto plazo y que dejará cadáveres políticos.

Si Tudanca logra los apoyos que insinúa tener (necesita seis votos más de los que tiene su Grupo, que es el mayoritario en las Cortes tras la victoria electoral del burgalés, y ya cuenta con los dos de Podemos) y la moción triunfa, Fernández Mañueco e Igea serán los damnificados. Si, por el contrario, Tudanca dispara al agua, el que habrá escrito su epílogo político como líder socialista en Castilla y León será él. La apuesta, por tanto, es un órdago para ganar la partida o levantarse de la mesa. Sea cual fuere su resolución definitiva, el escenario es de máxima tensión y seguimos inmersos en una crisis que mantiene restringidos no pocos derechos fundamentales a la sociedad, a la que habrá que disculpar que no tenga entre sus desvelos quién va a presidir la Junta.