Las 14 claves para ayudar a los hijos en la vuelta al cole

A.G.M.
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Lola Jiménez, psicóloga del Área Educativa del Colegio de Psicología de Castilla y León, ofrece consejos a los padres que no sepan cómo afrontar estos días

Un niño acudiendo a clase. - Foto: Rubén Serrallé

1. Regresar a la rutina: hijos y padres

La vuelta al cole influye casi por igual tanto a los padres como a los hijos, porque el regreso a clase también devuelve a los padres a la rutina, a la vida diaria, a esa que se detiene durante los veranos. Ytodos tienen que aceptarlo y afrontarlo, aunque cada uno en su papel. «Aunque los adultos no tengan las mismas vacaciones estivales que los niños, todas las rutinas cambian, en verano ya no hay esos horarios estrictos que sí que están más presentes durante el curso y eso lo deben afrontar ambos dentro de una vuelta al cole que afecta a todos», según explica Lola Jiménez, psicóloga del Área Educativa del Colegio de Psicología de Castilla y León.

2. El quiero y no quiero volver

«Los niños llegan a este arranque del curso con una amalgama de sensaciones y de sentimientos encontrados, porque, por un lado, les apetece volver al cole y ver a sus amigos, pero también saben que eso significa una vuelta al trabajo, al esfuerzo... Es un sí, pero no», según argumenta esta psicóloga, quien recomienda a los padres erigirse en «guías» a lo largo de ese proceso para que el trauma (entre comillas), grande, mediano o minúsculo, que sufre cada niño sea lo más llevadero posible.

3. Sin rupturas: los cambios, progresivos

Para hacer más fácil el proceso de mentalización, Jiménez huye de rupturas drásticas y pasar en un día de la nada al todo: «Lo ideal  es hacerlo de forma paulatina y se puede afrontar a través de una serie de preparativos previos al comienzo del curso, que le ayude al niño a gestionar ese momento», sostiene. «En eso suele ir muy bien implicarles en esas tareas cercanas a lo que sería la vuelta al cole, como puede ser la compra de material, el forrar los libros, el preparar el estuche, la ropa o las mochilas...». El objetivo es que ellos vayan enfocándose hacia la «aceptación de que llega otra vez el colegio y la rutina», pero hay que tratar de hacerlo siempre «desde una motivación positiva»: «Es importante que se inicien las clases con una actitud buena».

4. Los horarios y las comidas, normalizados

Y dentro de ese camino hacia la cotidianidad, un paso clave en estos días previos pasa por la «normalización progresiva» de los horarios y las comidas: «Que se acuesten y se levanten a unas horas más cercanas a lo que será su día a día durante el curso, que las comidas sean más estables... Poco a poco, que todo en su vida se vaya aproximando a lo que es la rutina del curso, porque son muchos los aspectos que van a ir cambiando en cuestión de días».

5. El papel de los padres: ser positivos

Lola Jiménez recuerda que ese periodo de adaptación, de algún modo, también es para los padres, por esa vuelta a la rutina que hay implícita en la vuelta al cole de sus hijos, si bien esta psicóloga considera que los adultos deben asumir la misión de «facilitar la transición» de sus hijos desde la época vacacional a la escolar. Y para eso, hay que tratar de que la enfoquen de un «modo positivo».

6. Recordar los momentos de felicidad

En ese sentido, una de las recetas que pone sobre la mesa pasa por «recordar juntos los momentos o actividades que hiciesen el curso anterior en el colegio y que les gustasen o que puedan evocar un momentos de felicidad». También su relación con ciertos amigos, profesores o actividades que les resultaron divertidas. Y aprovechar para «conectar con ellos» y que se «abran» para conocer si llegan a la vuelta al cole con incertidumbres o miedos porque «los padres van a tener más herramientas para la orientación de sus hijos y dirigir su pensamiento siempre hacia cosas positivas».

7. Establecer las nuevas expectativas

Sin ánimo de meter presión, otra forma de motivar a los chavales es mediante el establecimiento de las expectativas con las que afrontar el curso, «decirles que lo pasado, pasado está y que este año toca afrontar el curso de tal o cual manera, con este objetivo o con el otro», ejemplifica Jiménez, quien insiste en buscar siempre el «enfoque positivo», en tratar de hablar de «expectativas buenas», en buscar «objetivos a conseguir» para que los menores regresen a las aulas «motivados».

8. Periodo de adaptación: hasta 7 días

Y todo, de cara a esa vuelta a las clases para la que todos necesitan tiempo. «Depende de cada niño y de la edad de los niños, pero se habla que, de media, se pueden necesitar hasta siete días para llegar a adaptarse a esta nueva realidad. Los niños necesitan esos días de adaptación, ya que pasan de estar con libertad de horarios y con actividades exclusivamente (o casi exclusivamente), de ocio, a tener que volver a los horarios, a las rutinas...», explica la psicóloga del Área Educativa del Colegio de Psicología de Castilla y León, Lola Jiménez, quien distingue entre «los niños que ya son algo más mayores y los que todavía son más pequeños», puesto que, se estima que «hasta los siete años pueden llegar a sufrir lo que se llama ‘ansiedad por separación’», si bien «es algo que ocurre, sobre todo, cuando van por primera vez al cole».

9. Deberes, ¿muchos o pocos?

¿Y los deberes del comienzo del curso? ¿Cuántos? ¿Muchos, pocos, ninguno...? Ahí la psicóloga Lola Jiménez no se atreve a decir cuál es la receta ideal, porque es algo que «depende de los profesores, de los colegios, de los niños, de los padres...», pero «ideal no hay nada demostrado, porque ya se habría implantado», argumenta. «Es que hay quien dice que a su hijo le viene bien que empiecen dando caña y le pongan deberes desde el primer día, porque es la única manera en que se mete en rutina. En cambio, hay otros que se agobian si desde el primer día están con deberes y se les hace más cuesta arriba la vuelta», tal como detalla esta profesional, experta en el área educativa. «Mi opinión es que nunca debe haber exceso de deberes, ni al principio del curso ni durante el resto del año, pero esto es una opinión muy personal. En cualquier caso, lo más normal es que los colegios entren de forma paulatina, con un repaso, ya que después de dos meses y pico de vacaciones, hay muchos niños que llegan casi en blanco. Luego ya irán poniendo más tareas».

10. Y que ‘siga’ el verano

En esa línea de adaptación, Lola Jiménez aconseja también llevar un periodo de adaptación en el hogar, prolongando, de alguna manera, los días de verano. «Hay que hacerlo progresivo, sin una ruptura radical con lo que venía haciéndose la semana anterior. Y como es verano y aún suele hacer bueno, pues se puede continuar bajando a la piscina (si se puede) o yendo al parque...». «Este buen tiempo nos permite alternar la vuelta a la rutina con esos días de verano», apostilla. «Hay muchas horas de luz y se puede estar más en la calle, y eso ayuda también a la normalización, a medida que, precisamente, se van reduciendo esas horas de luz».

11. Menos tablet y consola

El verano debe continuar ‘vivo’, al menos durante esas primeras jornadas escolares, pero si hay un aspecto que puede resultar más traumático es el de la relación de los menores con las tablet y las consolas, fundamentalmente, que se convierten en sus objetos de deseo durante el verano. «Hay que ir, como en todo, muy poco a poco. Tenemos que ayudarles a la transición, hacerlo de una forma paulatina, que el tiempo que se dedica a los dispositivos digitales, poco a poco, se vaya reduciendo», explica Jiménez. «Si las cosas se hacen bien, de modo progresivo, con sentido común, los niños van a entrar en rutina casi sin darse cuenta. Casi cuando menos se lo esperen estarán ya en rutina, con la normalidad del curso», añade la experta.

12. Hay que pactar las ‘extra’

Otro de los momentos clave de la vuelta al cole es la programación de las actividades extraescolares y ahí la opinión de esta psicóloga es clara, en el sentido de tratar de pactar las opciones elegidas. «Hay familias que le dan prioridad a la formación en música o idiomas que a otras cosas, pero lo mejor es aplicar el sentido común y que ellos sean los que elijan qué es lo que les apetece hacer y cuánto, aunque luego todo se someta a un acuerdo. Los padres pueden fijar como obligatorio el inglés y que, a cambio, el niño pues haga el deporte que quiera, por dar un ejemplo», detalla Jiménez, quien recuerda que «si ellos eligen y se muestran conformes, es mucho más fácil todo». La psicóloga apunta que «se les puede poner sobre la mesa todas las opciones, fijar las pautas que consideren los padres y, a partir de ahí, llegar a un pacto». «Luego, a medida que se van haciendo mayores, son ellos los que pondrán los límites porque a veces ellos sienten que no llegan a todo», añade.

13. No solo es cubrir las horas

En lo que no está de acuerdo esta profesional es en la tendencia a que las extraescolares solo sean un modo de conciliar, limitando la elección a un cubrir las horas en que los padres no se pueden hacer cargo de los chavales. Lola Jiménez cree que «siempre hay más opciones» y que no se debe caer en ese planteamiento. «Sí, se le puede dejar en una actividad extraescolar si te cuadra y si a él o a ella le motiva, pero también les puedes dejar con una persona en casa y que vayan estudiando o haciendo los deberes. Es cierto que la vida te conduce a ello, pero siempre hay opciones y hay que buscarlas, porque meterles en una actividad sin querer puede resultar contraproducente», tal como apunta Jiménez. «Si en la familia se pueden permitir que vaya una persona a casa, pues es una opción buena. También lo es que estén en la biblioteca y que cuando les recojan ya tengan los deberes hechos y que puedan haber estudiado...», ejemplifica la experta. 

14. Aplicar el sentido común

Pero todas las recetas, todos los consejos, confluyen para Jiménez en la aplicación (por parte de los adultos) del «sentido común» en esta vuelta al cole, en estos días previos y en la programación de las actividades con las que se irá afrontando el nuevo curso. «Son los padres los que deben aplicar el sentido común y, conociendo a sus hijos, ver hasta dónde puede obligar a apuntarse a algo y cuál debe ser el límite. Siempre hay que preguntarles y convencerles para que ellos sientan que eso que se va a hacer también lo deciden ellos, aunque en realidad se haya dirigido la decisión. Sobre todo, al irse haciendo mayores».