Allí donde la pandemia casi dice adiós

R.G.R
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Los pueblos más pequeños de la provincia ven cómo el coronavirus mitiga por completo sus efectos después de que la mayor parte de sus vecinos estén vacunados, al menos con la primera dosis

Vecinos de Adalia sonríen mientras hacen el gesto de la victoria en referencia a la lucha contra el virus. - Foto: Jonathan Tajes

Lo han vivido de una forma diferente. Con tensión sí, como en todos los sitios, pero con la relajación que ofrece el hecho de vivir casi en familia. Los pueblos más pequeños de la provincia de Valladolid han pasado la pandemia de forma más liviana que en las grandes urbes y ahora está llegando el momento de decir adiós al virus. Los pueblos con menor población de la provincia se aproximan a esa inmunidad de rebaño tan deseada porque los ciclos de vacunación ya han llegado a la mayor parte de sus vecinos. 

Pueblos como Agusal, Berceruelo, Adalia…, son algunas de las localidad donde la mayor parte de las personas empadronadas están ya vacunadas bien con la primera dosis, o con la pauta completa. Se podría decir que son pequeños oasis dentro de la grave situación que está viviendo la provincia de Valladolid durante los últimos días. 

La vida en estos municipios pasa de una forma más lenta, sin las prisas de la gran ciudad y ahora sus vecinos viven con la tranquilidad que ofrece el hecho de que casi todos ya hayan sido vacunados. Se podría decir que el efecto de la despoblación y la carencia de personas jóvenes juegan en ventaja de estos pueblos en esta ocasión. La alta media de edad entre los habitantes ha hecho que la mayor parte ya haya acudido a Valladolid o a sus centros de salud para vacunarse. Ahora, la vida es más fácil se cabe. «Siempre estamos los mismos, es como si estuviéramos en familia», reconoce el vecino de Adalia, Mariano Miguel Laguna. 

Un vecino de Adalia con la cartilla de la primera dosis en la mano. Un vecino de Adalia con la cartilla de la primera dosis en la mano. - Foto: Jonathan TajesEn Adalia están viviendo en la actualidad unos 55 vecinos y al menos 45 ya están vacunados. Uno de los últimos ha sido el alcalde, Jesús Ángel Fernández, quien ha recibido la primera dosis está misma semana. Los días pasan de igual forma que hace unos meses. Los pocos vecinos que se dejan ver por la mañana se dedican a conversar entre ellos de los temas de actualidad del momento, aunque la agricultura centra buena parte de las charlas al ser el motor económico del municipio. 

A eso de las once de la mañana llega Jonathan Casero, que con 32 años es uno de los pocos vecinos que no está vacunado. Regenta el bar del pueblo junto a su madre. Lo abre todos los días y algunos vecinos aprovechan para tomar un café por la mañana. El bar está en la parte más elevada de la Casa Consistorial. Un grupo pequeño de vecinos se junta en torno a una mesa y piden una consumición. La charla es distendida, como todos los días. Comentarios sobre actualidad, campo, el día a día… 

El alcalde recuerda que el pueblo ha pasado la pandemia casi sin casos. Y dice casi porque sí ha habido algunos de personas vinculadas al municipio, pero que no pasaron la enfermedad en la localidad, sino en Valladolid capital. Solo una permaneció ingresada. Por ello, los vecinos pasan los días con una cierta tranquilidad y más aún pensando que en tan solo unos días todos estarán vacunados. 

Se podría decir que el quehacer de los vecinos es simple. Los más mayores, más de una decena de vecinos que sobrepasa los 70 años de edad, se dedican a sus hogares. En el pueblo no hay tienda, pero los vendedores ambulantes suministran de fruta, pescado y carne durante la semana. «Y todo lo que queremos lo tenemos a tan solo cinco kilómetros en Mota del Marqués», aclara el vecino Luis Santaño. 

La vida en estos pueblos no ha cambiado en gran medida a pesar del avance constante de las vacunas. En el caso de Berceruelo, son menos de diez los habitantes que aún están pendientes de la vacuna. El vecino de más edad sobrepasa los 80 y conviven muchos en la década de los 70. «Estamos haciendo vida completamente normal a pesar de que la mayor parte están vacunados», aclara su alcalde, Álvaro Casares. 

Mascarilla. Las costumbres no han cambiado y los vecinos no han dejado la mascarilla en ningún momento a pesar de ser inmunes. Si bien es cierto que la relajación que se puede ver en las ciudades durante las últimas jornadas también ha llegado a este tipo de municipios. Algunos grupos de personas, especialmente las vacunadas más jóvenes, no se la ponen en todo momento, ya que consideran que al estar siempre los mismas el contagio es más complicado. También es cierto que las personas más mayores salen menos de casa y, por lo tanto, usan menos la mascarilla. 

En el caso de Aguasal se podía decir que ya están inmunizados, ya que 16 de los 18 vecinos censados ya tienen al menos una dosis puesta. Eso hace que el pueblo de menor población de la provincia está camino de la inmunidad. Casi el 90 por ciento de la población está vacunada. Se podría decir que si se extrapolan estos datos a la provincia, seguro que la mascarilla en exteriores ya habría desaparecido y algunas medidas restrictivas también. 

La nueva normalidad habría llegado, pero no hay cambios en Aguasal. Su alcalde, José Nieto, destaca que la vida en el pueblo es «completamente normal» porque no todas las personas están vacunas y mantienen las mismas costumbres que hasta el momento. Por supuesto, indica que los vecinos continúan llevando las mascarillas y manteniendo todas las precauciones necesarias para impedir que pudiera surgir un brote. 

La excepción. No en todos los pueblos de este tamaño está ocurriendo lo mismo. Algunos de los municipios más pequeños cuentan con una población más joven, con vecinos de rondan los 50 años y que todavía no han recibido la llamada para la vacunación. El regidor de Fontihoyuelo, Jorge González, destaca que a pesar de ser apenas 40 vecinos son «muchos todavía» los que no se han puesto la vacuna. «Nosotros no estamos cerca de esa inmunidad ni mucho menos».