Alfonso X el Sabio: su huella en Valladolid

Jesús Anta
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El hijo de Fernando III de Castilla y de Beatriz de Suabia es el monarca que más relación tuvo con la villa de las Esguevas, pese a haber nacido en Toledo y fallecido en Sevilla

Alfonso X en el tumbo de la Catedral de Santiago de Compostela. - Foto: Anónimo

Con permiso de Felipe II, Alfonso X el Sabio a pesar de no haber nacido ni fallecido en Valladolid, es acaso el monarca que más relación tuvo con la villa de las Esguevas, tanto por ascendencia, por su presencia a lo largo de su vida y por los favores  que la concedió.

El 23 de noviembre de 1221 nació en Toledo el infante don Alfonso, el primer hijo de Fernando III de Castilla, conocido como el Santo, y de Beatriz de Suabia, hija de Federico II de Alemania. Por tanto, este año se celebra el VIII centenario de su venida al mundo.

Alfonso era nieto de doña Berenguela, que se había casado en Valladolid con Alfonso IX, rey de León. Y en Valladolid también,  doña Berenguela en 1217 pasó la corona de Castilla a su hijo Fernando, en medio de una ceremonia multitudinaria. Un acontecimiento que se celebró, según la tradición, en la actual plaza Mayor, aunque lo más probable es que fuera en la plaza de Santa María (actual plaza de la Universidad). Alfonso guardó un gratísimo recuerdo de su abuela, como así lo manifiesta al poner su nombre a la primera hija que tuvo de su matrimonio con doña Violante. Alfonso X el Sabio es para la mayoría de los medievalistas más reputados, uno de los monarcas más importantes de la España Medieval. Julio Valdeón, uno de los mayores expertos en la Edad Media,  recuerda en su libro sobre Alfonso X  el poema del italiano  Brunetto Latini: “No existe bajo la luna persona / que por el gentil linaje / o por el alto baronaje / sea más digno de ello / que el rey Alfonso”.

Muy poco se sabe de la infancia de Alfonso. La pasó en los municipios burgaleses de Villadelmiro y Celada, donde su ayo le crió, siguiendo la costumbre de la época de educar a los hijos de los reyes lejos de la corte para facilitar su formación fuera de los fastos y trajines. Muy probablemente también entraría en contacto con la lengua y cultura gallega en Villamayor (Orense), donde su preceptor tenía propiedades.

En enero de  1249  Alfonso se casó en Valladolid con doña Violante, hija de Jaime I, rey de Aragón (llamado el Conquistador). En realidad fue la consumación matrimonial de un compromiso años antes sancionado. Apenas nada se sabe de  la ceremonia, que cabe suponer que se celebraría en la Colegiata de Santa María o en la capilla del Alcázar Real.

Otra importante relación alfonsina con Valladolid, amén de cuantas veces recaló temporalmente en la villa, viene de la mano de la tradición. Los historiadores vallisoletanos (entre ellos Antolínez y Matías Sangrador) sostienen que los juriconsultos reunidos por Alfonso X para escribir las famosas Siete Partidas, se reunieron en el antiguo palacio real de Mirabel de Valladolid, cosa que no  tiene soporte documental alguno.  Aquel palacio, más bien una casa de recreo,  estaba en la orilla  del Pisuerga, al principio del actual barrio de la Overuela. Según Juan Agapito y Revilla sus ruinas aún eran reconocibles mediado el siglo XIX. El Plan General de Ordenación Urbana de Valladolid ha señalado como yacimiento arqueológico el espacio donde se presume que estaba el palacio. Es más, parece que un murete que se halla en el interior de una finca pertenecía al palacio.

Alfonso X falleció en Sevilla el 4 de abril de 1284, y doña Violante  en Roncesvalles en el año 1300.

Dos ferias más

Decíamos que Alfonso X tuvo Valladolid en gran estima, y producto de aquel desvelo fueron las diversas poblaciones que el monarca entregó a la villa: Santovenia de Pisuerga, Simancas, Tudela de Duero y Peñaflor de Hornija, entre otras, amén de confirmar la cesión de Cabezón de Pisuerga que hiciera en su día Fernando III.  Los beneficios otorgados no terminaron ahí, sino que también eximió a la villa de algunos impuestos, la concedió un Fuero Real para que Valladolid tuviera cierta capacidad de autogobierno, y le concedió dos nuevas Ferias. Además, para incentivarlas,  eximió del pago del portazgo a los comerciantes foráneos que vinieran a las ferias. La concesión de ferias  fue especialmente importante para su época, pues es hablar de movimiento económico, crecimiento de población y visitas de forasteros y compradores. Además de estas prebendas alfonsinas, en 1276 doña Violante fundó el convento de San Pablo para que en la villa se asentara la orden mendicante de los dominicos, para lo cual cedió terrenos de su propiedad. En la imagen detalle del privilegio de las dos ferias que se conserva en el Archivo Municipal de Valladolid.