No hay tregua

M.R.Y. (SPC)-Agencias
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Al Qaeda y el Estado Islámico ven en el coronavirus una gran oportunidad para hacer propaganda y reclutar, al tiempo que aprovechan las medidas restrictivas para seguir con sus ataques

Un soldado contempla el escenario de un atentado en Siria. - Foto: Chris McGrath

Si algo caracteriza a los grupos terroristas es que aprovechan las preocupaciones de la población para sacar su propio beneficio. El coronavirus no iba a ser una excepción y, por ello, la maquinaria propagandística de los yihadistas ya se ha puesto en marcha para sacar rédito de la oportunidad que les brinda. Así, tanto Al Qaeda como el Estado Islámico (EI) -las dos principales  redes extremistas que actúan en el planeta- han lanzado en las últimas semanas, tras ver cómo la pandemia se propaga de unos países a otros, mensajes en los que, además de reafirmar su visión del mundo, buscan movilizar a nuevos combatientes e instan a aprovechar la actual situación, con medidas que restringen los movimientos y con las Fuerzas de Seguridad dedicadas a auxiliar en la batalla contra la COVID-19, para llevar a cabo atentados. 

Sin ir más lejos, el EI ya hablaba en su revista Al Naba el pasado mes de enero de un «nuevo virus que propaga la muerte y el terror en China» y sostenía que la epidemia era un «castigo de Dios» por los abusos cometidos por el gigante asiático contra los uigures, una minoría musulmana que vive principalmente en la región de Xingjiang.

En otro artículo, cuando el coronavirus ya estaba empezando a golpear Europa, el grupo aconsejó a sus milicianos «sanos no entrar en la tierra de la epidemia» y a aquellos que estuvieran enfermos a «no salir de ella». Igualmente, defendía que la «plaga» era un «tormento enviado por Dios». 

Pero su mensaje más contundente llegó a mediados de marzo. En él, celebró las consecuencias que la pandemia está teniendo en los países afectados, tanto desde el punto de vista social como económico, y pide a Dios que «incremente su tormento». También puso el acento en las preocupaciones en materia de seguridad que genera el coronavirus y que obligan a los países a destinar a sus efectivos a labores de vigilancia interior, perdiendo interés en las misiones militares en el extranjero.

«Lo último que quieren hoy son ataques como los de París, Londres, Bruselas y otros lugares», proseguía el artículo, y «sueñan con que los monoteístas tendrán piedad por su situación, que empeora cada día». 

Así las cosas, lanzó un rotundo mensaje a los suyos, conminándoles a «no tener piedad por los infieles» en estos momentos y a «intensificar la presión sobre ellos para que no puedan hacer daño a los musulmanes», celebrando que el impacto económico de la pandemia afectará también «a su capacidad de llevar a cabo una guerra contra los muyahidines» y apelando a la «yihad» como la mejor forma de obediencia a Dios.

 

"Corrupción moral"

En el caso de Al Qaeda, su llamamiento no llegó hasta finales de marzo, destacando que, en buena parte del mundo, «no se ve la luz al final del túnel» y que la pandemia está dejando «en ruinas» las economías de muchos países occidentales que se verán seriamente golpeadas. Pero el grupo que lidera Ayman al Zawahiri también tuvo palabras de crítica hacia las naciones árabes, también golpeadas por el coronavirus. Según censuró, «la llegada de esta pandemia al mundo musulmán es una consecuencia de nuestros propios pecados» y su alejamiento de Dios, denunciando la «corrupción moral» y la «indecencia» imperantes, así como el «olvido» en el que han caído «las causas islámicas». Ante esta situación, apeló a «dar pasos prácticos para la liberación de prisioneros», a buscar el «perdón de Dios», además de defender que es el momento de «llamar a la yihad y revolverse contra la opresión y los opresores».

Por otra parte, Al Qaeda aprovechó para intentar captar nuevos adeptos para su causa en el «mundo occidental». «Vuestros Gobiernos y Ejércitos están indefensos y confundidos» ante este «soldado invisible» obra del «poder de Alá», subrayó la milicia, que insistió en que «esta pandemia es un castigo divino por la injusticia y la opresión cometida contra los musulmanes» por lo que les invita a aprovechar esta «advertencia divina» para invitarles a entrar en el islam, «una religión orientada por la higiene».