El calor y el confinamiento se alían contra los alérgicos

A. G. Mozo
-

Las cuantiosas lluvias de mediados de mayo y el calor de las últimas dos semanas han provocado una 'tormenta perfecta' para la eclosión de ciertos pólenes. Además, los alérgicos están sufriendo «respuestas importantes» al volver a salir de casa

Pelusas de chopo en Valladolid. - Foto: J.Tajes

Los alérgicos están padeciendo un final de mayo especialmente duro, víctimas inocentes de una suerte de ‘tormenta perfecta’ en la que se ha unido el fin del confinamiento con un cóctel meteorológico que ha rozado la perfección para llevar a ciertas especies a una eclosión polinizadora que está provocando que este tipo de pacientes sufra los mayores picos de la temporada.

Las cuantiosas lluvias que hubo a mediados de mayo y el inusual calor de estas dos últimas semanas han disparado las concentraciones de polen, pero es que, además, está el papel que ha podido jugar esos más de dos meses de cuarentena social a la que se ha visto sometida el grueso de la población por culpa del coronavirus.

Delia Fernández es bióloga y una de los miembros de la Red de Aerobiología de Castilla y León (Racyl) y cree que, en efecto, el confinamiento, ha podido influir en el hecho de que «los alérgicos hayan sufrido menos hasta ahora al no estar expuestos a otros tipos de polen que han ido apareciendo primero en la atmósfera, como el polen de los plátanos de sombra» y que «ahora, al salir de casa, se esté dando una respuesta importante».

Campo de trigo.Campo de trigo. - Foto: Jonathan TajesLo que no está tan claro es qué papel ha podido jugar el descenso en los niveles de polución ‘gracias’ a la cuarentena social, «si es verdad que la contaminación aumenta la potencia alergénica del polen». La jefa del servicio de Alergología del Hospital Universitario Río Hortega (HURH), Alicia Armentia, sospecha que podría estar provocando la reacción contraria, a juzgar por lo que ha ido viendo en los primeros pacientes que han podido pasar ya por las consultas de Alergología: «Me parece que el polen nos está respetando, diría que se halla poco agredido por la contaminación y, por tanto, posiblemente expresa un menor número de proteínas de estrés, que son responsables de los síntomas», apunta esta experta, miembro también de Racyl.

LAS ESPECIES MÁS ACTIVAS

Las gramíneas –fundamentalmente– y las encinas (y todos los árboles de la familia Quercus, como son el alcornoque y el roble) son las dos especies que están arrojando los mayores picos de polen en estos días en Valladolid, según los datos de la Red de Aerobiología de Castilla y León (Racyl) recogidos por El Día de Valladolid. Tras ellas, pero en un nivel moderado, aparecen ya dos tipos de plantas, como el llantén y la acedera, así como dos árboles, el olivo y el plátano de sombra, si bien en éste último caso la previsión es que su presencia se reduzca en los próximos días hasta un nivel bajo de polen en el que ya están otros, como el pino o la familia de las parietarias y las ortigas.

«A nivel de polen la situación es la normal en estas fechas, con días de grandes concentraciones y otros con algo menos, dependiendo de cómo sean las temperaturas, igual que de si llueve más o menos», tal como resume Delia Fernánez, que explica que durante «estos días de tanto calor, las concentraciones de polen han subido mucho y eso causa problemas en las personas que padecen polinosis».

Esta bióloga detalla que «hasta ahora, la primavera estaba siendo la clásica, pero las lluvias que hubo hasta mediados de este mes, han provocado el desarrollo rápido de las plantas herbáceas –como las gramíneas– y su floración, con lo cual, a corto plazo, provoca que puedan subir los niveles de polen de forma importante».

LA INCÓGNITA DEL VERANO

En este sentido, incluso abre la puerta a un verano complicado para los alérgicos, en función de si se siguen dando episodios esporádicos de precipitaciones, ya que «si llueve de una forma más o menos periódica, aunque no sea demasiado, esta situación (niveles altos de polen) se puede alargar bastante entrando en el verano». En cambio, Delia Fernández apunta que «si deja de llover y siguen altas temperaturas, rápidamente se van a agostar las plantas, de modo que van a bajar las concentraciones de polen en la atmósfera».

En cualquier caso, esta bióloga apunta una ‘ventaja’ de la situación generada por el coronavirus, como es el uso de mascarillas siempre que no se pueda mantener esos dos metros de distancia física. «El uso de mascarillas es una ventaja para las alergias al polen, ya que no solo protegen de las gotitas de saliva de las personas, sino que suponen una buenísima protección frente al polen. Si además se usan gafas de sol, la protección mejora aún más, puesto que, así, el polen no llega a las mucosas respiratorias, ni oculares y, por tanto, no se produce la respuesta alérgica.