El número de empresas baja por primera vez en 5 años

Óscar Fraile
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El número de sociedades no había dejado de subir en Valladolid desde 2014, pero el año pasado cambió esa tendencia y se perdieron 64 para dejar la cifra en 33.934. El Colegio de Economistas sostiene que es un buen momento para iniciar un negocio

El número de empresas baja por primera vez en 5 años

La creación y destrucción de empresas suele constituir un buen termómetro para pulsar el ciclo económico por el que atraviesa un país. Valladolid es un claro ejemplo. Durante la época de bonanza económica, entre 2000 y 2007, el número de sociedades en activo pasó de 29.314 a 35.173. Es decir, un incremento de casi el 20 por ciento. Pero en ese año, en 2007, estalló la burbuja inmobiliaria y comenzó una crisis financiera que se saldó con miles de empresas obligadas a bajar la persiana. La tendencia no comenzó a invertirse hasta 2014 y en esos siete años la provincia se dejó 2.383 empresas en el camino, al pasar de 35.173 a 32.790.

A partir de entonces las cifras macroeconómicas comenzaron a mejorar, si bien muchas familias no lo notaron. Y las empresas empezaron a crecer de nuevo. Lo hicieron en 2015, 2016, 2017 y 2018 hasta llegar a las 33.998. Pero los datos publicados recientemente por el Instituto Nacional de Estadística (INE) anticipan la llegada de un nuevo cambio de ciclo. Al menos si se cumplen las previsiones de los economistas que avisan de la inminente llegada de una desaceleración económica. Valladolid comenzó 2019 con 33.934 empresas, 64 menos que un año antes.

Además, si se analiza la evolución de la estructura de las empresas en la última década se puede observar que las que no tienen asalariados siguen ganando peso frente a las de tamaño medio. En el año 2009 las empresas sin trabajadores representaban el 51,5 por ciento del total y este año ese porcentaje ya ha llegado al 54,7 por ciento. Según los datos del INE, casi el 92 por ciento de las empresas de Valladolid tienen menos de seis empleados.

El decano-presidente del Colegio de Economistas de Valladolid, Juan Carlos de Margarida, opina que este cambio de tendencia obedece a varias razones. «Hay una desaceleración por una serie de variables macroeconómicas, entre las que se encuentran los aranceles de Donald Trump, la reestructuración del mercado asiático y las incertidumbres de Europa por el Brexit», explica. De hecho, la salida del Reino Unido de la Unión Europea, según él, también está generando una suerte de desconcierto políticos en muchos países que se tienen que volver a plantear diversos aspectos de su política económica exterior.

evitar la recesión. Ahora bien, estos síntomas todavía no se han convertido en una enfermedad como la que vivió España entre 2007 y 2014. Y De Margarida asegura que hay recetas para evitar que esto pase. Políticas que se deben tomar a nivel europeo y nacional para que esta desaceleración no se convierta en recesión y eso haga mella en los puestos de trabajo. El presidente de los economistas recomienda tomar medidas políticas que reduzcan el coste energético que tienen que asumir las empresas. Además, reclama un política en el mercado de trabajo que apueste por la flexibilidad. «Si el mercado es muy rígido y en un momento dado hay que hacer cambios y los empresarios no los pueden hacer, puede haber problemas», señala. Por otro lado, De Margarida recomienda no descuidar las inversiones en infraestructuras. «Se están dejando en los últimos años por falta de dinero o por desviación de los fondos a políticas sociales», asevera. En definitiva, se trata de «crear un calvo de cultivo para que las empresas sigan vendiendo», sobre todo ahora que se están resintiendo las exportaciones que, según De Margarida, es «lo que nos ha sacado de la crisis». Por eso cree que es el momento de fomentar la demanda interna. Para él, lo id         eal es que una empresa consiga el 50 por ciento de su facturación en el mercado interno y la otra mitad con las exportaciones.

Pese a todas estas ‘turbulencias’, el decano del Colegio de Economistas considera que «es un buen momento» para poner en marcha un negocio, pero siempre que se cumplan unos requisitos. «Hay que tener un conocimiento muy profundo del mercado y del producto que va a vender, porque las necesidades y los gustos del consumidor están cambiando a una velocidad muy rápida y los empresarios deben tener la mentalidad suficientemente abierta como para adaptarse a esos cambios», señala. Además, recomienda que todas las empresas se creen con «vocación exportadora», sin descuidar el mercado nacional.

La desaceleración económica ha tenido una influencia muy distinta por territorios. Entre las 50 provincias y dos ciudades autónomas del país, 30 aumentaron sus empresas el año pasado y 22 perdieron tejido empresarial.