Panah Panahi denuncia la opresión de la población en Irán

D.V.
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El hijo de Jafar Panahi debuta tras la cámara con una poética historia donde el silencio, el miedo y la incomunicación conviven con el humor y el surrealismo

Panah Panahi denuncia la opresión de la población en Irán - Foto: Rubén Cacho ICAL

El debut en el largometraje de Panah Panahi (hijo del ganador de la Espiga de Oro en 2003 Jafar Panahi, por 'Sangre y oro') no dejará a nadie indiferente. 'Hit the road' empuja al espectador a las desiertas carreteras iraníes, para sumirle en un viaje sin retorno, entre lo onírico, lo absurdo y la tragicomedia, que una peculiar familia de Teherán emprende hacia un lugar desconocido. Con su poética historia, Panahi denuncia la opresión silenciada que padece la población iraní en la actualidad, que se ve obligada a huir del país ante la falta de perspectivas vitales.

Según explicó en su encuentro con los medios, la idea del film irrumpió en él ante la "necesidad" e "inquietud" de "transmitir al mundo entero" la situación que "realmente" está viviendo su país. "Injustamente muchas personas, por cualquier motivo, cultural o religioso, están intentando escapar para gozar de la libertad de poder ser quienes realmente son. Esta película era mi forma de transmitir lo que está ocurriendo, una situación que, dolorosamente, cada vez está peor y peor. Necesitamos ayuda", subrayó.

'Hit the road' introduce al espectador en un coche donde comparten travesía un niño terriblemente travieso, un arisco padre con ceño fruncido y pierna escayolada, una madre que intenta refugiarse en las canciones populares para distender el ambiente, un perro moribundo y un silencioso hermano mayor que conduce el vehículo familiar sin articular palabra y con la mirada perdida.

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La extrañeza está ahí desde el primer minuto, cuando el pequeño terremoto toca una melodía de Schubert en las teclas dibujadas en la escayola de su padre, que suena como música diegética en la propia película. El ambiente está enrarecido, los silencios pesan más que los diálogos y poco se sabe del motivo del viaje, del destino final o de cuanto dejan atrás. 

Alternando diferentes variaciones de ritmo y tono constantemente, Panahi construye una 'road movie' única, atravesando los desérticos y montañosos paisajes de Irán hasta llegar a las verdes llanuras que rodean la frontera con Turquía, mientras pieza a pieza el puzle narrativo va encajando en su lugar. Humor, tragedia, esperpento, suspense, surrealismo y ternura se combinan en una narración que presenta una voz nueva y única en el panorama cinematográfico internacional. 

El cineasta presentó hoy la película en Valladolid, y aseguro estar muy complacido de visitar una ciudad de la que "tanto" le había hablado su padre. "Para mí es un placer estar en Seminci. Estaba algo desesperado porque mi pasaporte se quedó retenido en la Embajada de Inglaterra durante seis semanas, y casi daba por hecho que no podría llegar a Valladolid. Siempre que hablaba con mi padre él me decía: 'Ojalá puedas ir ahí. Es una ciudad pequeña pero muy acogedora y cariñosa, y me gustaría que experimentaras lo que yo experimenté allí", expuso en declaraciones recogidas por Ical.

Según explicó, 'Hit the road' se creó sin hacer mucho ruido ante las autoridades. "Si se enteraban tendríamos problemas. En Irán necesitas un permiso para rodar cine, y ellos no daban ese permiso a nadie, así que crearon otra ley para conceder permisos para rodar en vídeo, y así poder vender internacionalmente que allí no hay censura. Rodar cine es imposible, porque tiene elegido quiénes hacen cine y les dicen qué cine tienen que hacer; y como a mí no me parecía lógico hacer la película que otros quisieran que hiciera, solicité directamente la licencia para grabar en vídeo, que te obliga a sumir que nunca podrá estrenarse tu trabajo en salas de cine iraníes. Aún así me han obligado a quitar cosas y a censurar otras para filmarla. Rodamos muy muy en secreto, porque si se enteraban de que estábamos haciendo esta película con la intención de mostrarla fuera no nos dejarían", relató.

Cuestionado sobre cómo de difícil ha sido desprenderse del influyo o de la sombra de su padre, una de las figuras más eminentes de la historia del cine iraní a nivel internacional, aseguró que "aunque la gente piensa que lo he podido tener más fácil por ser su hijo, para mí fue un auténtico problemón". "Yo amo mucho el cine, pero quería hacer mi propia película, así que erigí un muro porque lo último que quería era ser como mi padre. Jamás quería consultar con él ninguna de las dudas que me asaltaban, porque no quería que tuviera ninguna influencia en mí y quería ser yo mismo, hasta que un día me di cuenta de que él siempre ha sido un gran cineasta muy cercano a los más jóvenes, y decidí que quería ser un alumno más y aprender de él", explicó. 

Ese 'muro mental' de separación entre ambos, tiene incluso su propio reflejo en la película, donde padre e hijo mayor apenas hablan entre sí hasta que el hijo libera lo que le atenaza. "Por mi forma de ser, como joven rebelde, quería hacer mi propia película y encontrar mi propio estilo, y creo que eso está ahí. El cine de mi padre es mucho más directo, más fuerte, va al grano, critica y se acabó. En lugar de entrar por la puerta como hace él, yo intento entrar por la ventana para lanzar mi mensaje", remachó.