«Lo había dejado años y ya era hora»

R.G.R
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Traspinedo está registrando «un aluvión» de nuevos empadronados cuando por norma no suman más de dos al mes. Gema, Cruz y Daniel relatan cómo han dado el paso para fijar su residencia en el medio rural

Cruz Polo se encarga de cuidar de su madre en Traspinedo los fines de semana. No ha podido hacerlo en el estado de alarma al no poder salir de Valladolid. - Foto: D.V.

El confinamiento provocado por el virus ha hecho que muchas personas no hayan podido viajar hasta sus pueblos durante más de dos meses. Los trayectos más allá de los términos municipales del lugar de residencia no estaban permitidos y algunos vallisoletanos no han tenido más remedio que soportar en la ciudad los peores momentos de la pandemia. Esta circunstancia ha ocasionado que estas personas se hayan empadronado en sus pueblos en cuanto han tenido oportunidad. 

Es el caso de Cruz Polo, Daniel Muñoz y Gema Vergel. Los tres son ya vecinos de Traspinedo y se han sumando al censo durante la pandemia. 

Cruz Polo tiene 61 años. Es natural de Traspinedo y ha ido todos los fines de semana durante años. Su madre tiene 96 años y entre semana tiene una persona que la cuida. Cruz se encarga los fines de semana. La pandemia la ‘pillo’ en la capital y no ha podido ver a su madre durante meses. «Tiene 96 años y no he podido verla y la verdad es que ha sido una situación muy dura tanto para mí como para ella». Hasta este momento no había pensado en cambiar su empadronamiento en la ciudad, pero en lo que ha podido volver al pueblo es lo primero que ha hecho. «Antes me daban una ayuda de 26 euros y por ese dinero prefiero estar empadronada en mi pueblo». Cruz Polo también destaca otras ventajas como es el huerto municipal que existe en el pueblo. «Ahora lo cultiva mi marido pero porque lo solicitamos desde la casa de mi madre. Lo que queremos es continuar con él una vez que falta ella». Explica que tiene su cuadrilla de amigas en el pueblo y que su intención es pasar allí todo el tiempo que se lo permita su trabajo en Valladolid. «Lo había dejado años y ya tocaba». 

Gema y su pareja Raúl, en la puerta de su nueva vivienda, donde residen desde hace unas semanas como consecuencia de la pandemia.Gema y su pareja Raúl, en la puerta de su nueva vivienda, donde residen desde hace unas semanas como consecuencia de la pandemia. - Foto: Jonathan TajesLa historia de Gema Vergel es más rocambolesca. Ella y su pareja, Raúl, se cansaron del bullicio de la gran ciudad y buscaron una vivienda en el medio rural para trasladarse a vivir. Fue en marzo cuando compraron su casa en Traspinedo, pero la llegada de la pandemia les obligó a permanecer durante varias semanas aún en Valladolid soportando los gastos de sus dos residencias. «El piso de Valladolid lo teníamos apalabrado ya para que unos inquilinos entraran el 1 de abril y encima tenemos un perro y eso también nos empujaba a marcharnos a una casa más grande en un pueblo». Llamaron a la Guardia Civil hace tres semanas para poder moverse a su casa y les dieron permiso. «Era por motivos económicos», reconoce. Su pareja se empadronó antes y ella tan solo unos días después de su llegada. 

Daniel Muñoz, junto a la Casa Consistorial de Traspinedo. Se ha empadronado en una casa de su familia, que está a las afueras del pueblo.
Daniel Muñoz, junto a la Casa Consistorial de Traspinedo. Se ha empadronado en una casa de su familia, que está a las afueras del pueblo. - Foto: D.V.
Daniel Muñoz se mudó de Valladolid a Traspinedo a primeros de año, pero no pensó en empadronarse. Iba y venía todos los días a su trabajo. Pero con la pandemia tuvo «miedo» a que la Policía le pudiera parar por el camino. «Justo el día que me empadroné en Traspinedo me pararon». «Lo tenía pendiente y era algo que quería hacer. Me gusta mucho más la tranquilidad del pueblo», asegura.