La ensaladilla de Pepe Zorrillo y Tripitongo

M. Belver
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La ensaladilla de Pepe Zorrillo y Tripitongo se toma en el Daicoco, en pleno centro de Valladolid

La ensaladilla de Pepe Zorrillo y Tripitongo - Foto: Jonathan Tajes

En la barra no suele faltar un buen plato de ella. Es la reina del bar. Aunque comparte su sitio con banderillas, pinchos de tortillas, tostadas, calamares, boquerones... pero ella es la que manda en el Daicoco. «Por aquí suele venir a comerla Leo Harlem, la periodista María Casado, futbolistas del Real Valladolid, antes también venía la gente del Teatro Lope de Vega...», relata con naturalidad el encargado de hacerla, Chuchi Domínguez. Incluso la ha probado, que se sepa, un miembro de la Casa Real: la infanta Elena. Si en Valladolid se piensa en ella, sí, en la ensaladilla rusa, se piensa en el Daicoco.

El establecimiento ya tiene historia. La que empezó a escribir Pedro Domínguez hace 32 años. De Valdestillas, siempre estuvo en hostelería, concretando su destreza con este plato en el Caballo de Troya. «En la época que empezó mi padre no había mucha materia prima y éste sería un plato recurrente», apunta Chuchi. Abrió el Daicoco en Veinte de Febrero y hace 14-15 años se lo quedaron sus hijos: el propio Chuchi y José Ignacio. El primero ya venía ayudando detrás de la barra desde sus inicios, aunque compaginaba sus primeros pasos en el mundo de la hostelería con los estudios -dos carreras- y con una de sus aficiones: el break dance, que le llevó a ser durante nueve años Tripitongo, la mascota en forma de gorila del Baloncesto Valladolid; y otros seis Pepe Zorrillo, el zorro vestido con ropa de época, espada, escudo del Real Valladolid y capa blanquivioleta. Hoy él es el jefe de la ensaladilla rusa; igual que José Ignacio es el de las tortillas.

«Al principio fue complicado porque esta calle no era de paso, pero el boca a boca nos ha ido ayudando», aseguran. Y así han hecho del Daicoco un sitio de peregrinaje para probar su especialidad: «Por las mañanas, en el vermú, por las tardes o a la hora de cenar. No hay un horario predefinido para la ensaladilla. Tampoco una época del año. Aunque mucha gente la vincula al verano, nosotros cuando más trabajamos es para Nochebuena y Nochevieja».

Su local es un bar de tapas. Abre todos los días de la semana a las 7.30 horas y cierra entre 22.30 o 23; menos el viernes y el sábado, que abre de 8.30 a 23.00 horas: «Los domingos es nuestro día de descanso». No tiene menú como tal, aunque se puede comer en barra o en las mesas que tiene el recogido local tanto en la terraza como dentro. «Los fines de semana es una locura. También a la hora del desayuno», apunta Chuchi, que da algunas de las claves de la ensaladilla: «La materia prima es de primera calidad. Es un plato laborioso y, por eso, tenemos muchos clientes que vienen a por ella para llevársela a casa o, en esta época, a la piscina. Yo prefiero hacerla la noche antes, para que asiente la masa, aunque a veces hay que hacerla al instante».En su caso, sin zanahoria ni guisantes, «porque a los niños no les suele gustar». 

En el local, una ración pequeña cuesta 3 euros: «Tenemos tuppers con varios tamaños, hasta diez; y a veces los clientes nos vienen con sus propias bandejas». Incluso sirven para bautizos o eventos mayores: «Hemos dado hasta para bodas».

¿Con qué marida bien una ensaladilla? «Con cualquier cosa, quizá vaya bien con un verdejo, pero también con cerveza... con cualquier cosa», responde sin poder aclarar cuánta cantidad puede hacer al día, aunque hay algunos en los que cuece más de 20 kilogramos de patatas.

«Solo recuerdo dos días en el que haya tenido que decir que no nos queda», echa la vista atrás antes de contar una anécdota: «Solemos cerrar a las once. Hace poco, sobre las doce y media, me apareció un grupo de diez personas que venían de una boda y que querían probarla porque les habían hablado de ella. Ahí me puse a hacerles unas raciones». Y sonríe. Como cuando él hacía sonreír a pequeños y mayores con saltos y cabriolas vestido como Tripitongo o Pepe Zorrillo.