Rugbiers de presente y futuro

M.B
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La Academia de El Salvador, pionera en España, ya ha visto debutar a cinco jugadores con el primer equipo

El rugby es su pasión. Son 25. Pero serán más. Seguro. Tienen entre 15 y 17 años. Son de categoría sub 18 y sub 16. Entrenan y no se cansan. Llueva o truene no sufren. Son y forman una de las patas del Club Rugby El Salvador, la conocida como la Academia.

El proyecto nació hace cuatro años y es pionero en España, a semejanza de los que se vienen realizando desde hace tiempo en otros países. «Surgió a raíz del viaje de Juan Carlos Pérez a Nueva Zelanda de hace unos veranos, se trasladó al club y a mí me lo ofrecieron Pirulo y Ryan», comenta su director, Álvar Enciso. 

Aunque no es el único objetivo, ya ha visto cómo cinco de sus integrantes, Nacho Martínez, Juan Martínez, Gonzalo Silva, David Barrio y Rodrigo Fernández, han debutado con el primer equipo chamizo en la División de Honor. En este caso, y al estilo inglés en sus selecciones, El Salvador entrega una cap (gorra) a cada uno de los que juegan por primera vez en la máxima categoría.

«La escuela de rugby cuenta con más de 500 niños y niñas en todos los equipos, con proyectos pioneros como la Academia El Salvador en el que se combina la excelencia deportiva con un buen rendimiento académico de los jóvenes a partir de 16 años. En todos los casos, con la máxima ‘ser excelentes jugadores de rugby que sean excelentes personas’ muy presente», se señala desde el club.

Todos los viernes, los 25 jugadores (entre ellos 3 jugadoras), de las generaciones de 2001, 2002 y 2003, tiene una cita con el oval bajo la dirección de Enciso y de... «Cada semana tenemos un entrenador. Álvar, Juan Carlos Pérez, Mar Álvarez y un invitado, como algún jugador de la primera plantilla», señalan los mánagers de la Escuela, Jose Marcó y Carlos Blasco.

La Academia no pone límites ni trabas. «Es una selección natural», apuntan. Porque los que allí están entrenan con sus equipos los martes y los jueves; juegan la Liga de Madrid los sábados; se concentran con las selecciones regionales los domingos;y a veces con una concentración a nivel nacional los lunes. «Se trata de una formación completa, no solo deportiva», añade Enciso, que puede ser uno de los mejores ejemplos para ellos, ya que a la vez que jugaba en el primer equipo se licenció como Arquitecto.

Porque la Academia no solo son aspectos técnicos, físicos, tácticos, hábitos deportivos y nutricionales saludables; también tiene su formación académica: «Consideramos que como jugadores deben desarrollar su actividad profesional fuera de los campos compaginándola con su actividad deportiva, para ello el club y siempre de forma consensuada con las familias, hará un seguimiento de sus resultados académicos. Será obligatoria la entrega de los resultados académicos de cada evaluación de forma inexcusable». De hecho si en algún momento se nota una bajón en sus rendimiento académico hay tutorías específicas para mejorarlo. Y también es formación personal: «Consideramos vital para el perfil que pretendemos formar/ayudar, que se mantengan nuestros valores esenciales del rugby en general y de El Salvador en particular».

«También creo que es una ayuda para los jugadores del club, para acortar la brecha entre la cantera y el equipo de División de Honor. Llegar es esfuerzo y sacrificio, pero como club debemos poner todo para que se acorte la distancia», añade Álvar Enciso sobre otro de los objetivos.

Fin de curso. Además, como colofón, el año pasado los miembros de la Academia disfrutaron de un fin de semana en Bayona y Biarritz, aprendiendo de la cultura del deporte del oval con entrenamientos bajo la batuta de exjugadores como Arbizu o Aramburú.