Casi dos años y 53 encuentros oficiales. Eso es lo que ha necesitado Sandro Ramírez para volver a celebrar un gol. Lo hizo este domingo, ante el Mallorca, en el tiempo de prolongación. No lo hacía desde el 23 de noviembre de 2017, cuando marcó en el Everton-Atalanta de la UEFA Europa League. Ese día hizo el 1-2 de su equipo de tiro cruzado, aunque los ingleses acabaron perdiendo por 1-5. Desde entonces, el canario no había podido cantar un gol. Ni en el resto de sus partidos en Inglaterra, ni en sus dos cesiones al Sevilla y a la Real Sociedad había anotado.

En total esos 53 partidos: dos de Liga con el Everton; 13 más con el Sevilla, 24 con la Real y 6 con el Pucela; más otros tres europeos con el club hispalense y 5 de Copa entre Inglaterra y España.

De hecho, el mal fario parecía perseguir al delantero. Hasta el punto de errar un penalti esta misma temporada, en la que juega cedido, de nuevo por el Everton, en el Real Valladolid. Fue ante el Atlético de Madrid.

Si a eso se unen algunas lesiones que no le han dejado jugar de continuo, Sandro estaba empezando a no ver luz al final del túnel. Pero todo cambió este domingo, cuando saltó un zapatazo desde lejos, que sorprendió, con un extraño, a Fabricio. Las imágenes de su celebración, con todo el cuerpo técnico y jugadores en piña; del final del encuentro, con el jugador arrodillado; y de su entrada a vestuarios, hablan bien a las claras de lo que ha vivido y sufrido el jugador.