El porcentaje de mujeres en ingenierías se estanca

Óscar Fraile
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Los programas de captación solo han conseguido que el porcentaje de matriculadas en la UVa pase del 23,5 por ciento de hace cinco años al 26,5 actual, aunque ellas representen el 57 por ciento de los nuevos ingresos en la universidad

De izquierda a derecha, Leire Macías, Rocío de la Fuente, Ana Pérez y Ruth Zamora, estudiantes de distintos grados de ingeniería. - Foto: J. Tajes

Hace unos tres años que Ruth Zamora asistió a una masterclass de la CEO de ASTI Mobile Robotics, Verónica Pascual, dentro del programa STEM Talent Girl para el fomento de vocaciones científicas y tecnológicas entre las mujeres. Pascual explicó allí que ella fue de las pocas chicas de su promoción que terminó la carrera de Ingeniería Aeronáutica e instó a las asistentes a seguir sus pasos para, poco a poco, conseguir que en estas carreras se iguale el número de hombres y mujeres. Evidentemente, no es solo una cuestión numérica. El mensaje de fondo de Pascual era que ninguna estudiante debe echarse para atrás cuando tenga vocación para estudiar carreras tradicionalmente copadas por hombres. Por ejemplo, la mayoría de las ingenierías.

El programa STEMTalent Girl solo es una de las iniciativas que intenta ayudar a alcanzar este objetivo, pero hay otras campañas que se han puesto en marcha en los últimos años, tanto desde las administraciones públicas como desde la propia Universidad de Valladolid (UVa) y la Universidad Europea Miguel de Cervantes. Y lo cierto es que los resultados tardan en llegar, a juzgar por la evolución de los datos de matriculaciones de hace cinco años y los actuales en el Campus de Valladolid de la institución académica pública.

En las 13 ingenierías que impartía la UVa en el curso 2015/16 se matricularon 3.137 alumnos, de los que solo 739 eran mujeres, un 23, 5 por ciento. Cinco años después, en esas mismas titulaciones, a excepción de Ingeniería Agrícola y del Medio Rural, que ya no se imparte en el Campus de Valladolid, el porcentaje no es mucho mayor: un 26,5 por ciento. O lo que es lo mismo, 715 mujeres de 2.702 estudiantes. Solo en dos de esas titulaciones ellas son mayoría: Ingeniería Química (51 por ciento) e Ingeniería de Diseño Industrial y Desarrollo del Producto (59 por ciento). En el resto las mujeres son minoría, un abrumante en algunos casos. Por ejemplo, en Ingeniería Informática solo representan uno de cada diez estudiantes, lo mismo que en Ingeniería Mecánica. Por debajo del 20 por ciento también están Ingeniería Eléctrica (15 por ciento), Ingeniería de Tecnologías Específicas de Telecomunicación (17) e Ingeniería en Electrónica Industrial y Automática (19). Unos porcentajes que llaman la atención si se tiene en cuenta que las mujeres representan el 57 por ciento de los alumnos matriculados en la UVa.

Por eso la decisión de Ruth Zamora es tan importante. Es un pequeño grano de arena del desierto que es necesario, pero sirve para seguir abriendo camino. De hecho, el programa STEM da mucha importancia a los referentes femeninos dentro de este sector para que las estudiantes de Tercero y Cuarto de la ESO vean que es posible abrirse un camino en profesiones tan masculinizadas.

Ella estudia Ingeniería Biomédica, una de las pocas ingenierías que actualmente tiene más chichas que chicos (un 53 frente a un 47 por ciento). De aquella charla de Verónica Pascual se quedó con una frase: «Tienes que ir a por lo que te gusta». Y a ella lo que le gusta es la Medicina y «las máquinas». De ahí que eligiera esa titulación. Ruth considera que esta diferencia de matriculaciones se basa en el gusto que tienen las mujeres por el trato con sus semejantes. «Por eso cuando las chicas se decantan por una carrera de Ciencias, lo hacen por Medicina o Enfermería», señala. Ella no se ha encontrado con «ningún bache» por ser mujer en una ingeniería, pero cree que a las chicas que están en el instituto se les debería explicar mejor hasta dónde pueden llegar si estudian algo relacionado con la tecnología o la ciencia.

Leire Macías es otra estudiante de una ingeniería donde ellas son mayoría, la de Diseño Industrial y Desarrollo de Productos. «Creo que esto es así por la estigmatización que hay; al ser un carrera de diseño la gente cree que es un pinta y colorea donde asignaturas como Matemáticas y Física son más fáciles, pero, si eso es así, es porque hay otras materias, como Impresión Gráfica, que son mucho más difíciles», explica. Según ella, a las chicas se les vincula con ingenierías más ceativas y a ellos con otras, como Mecánica. «Desde siempre a los chicos se les enseña a ser duros y hacer las cosas de forma mecánica y a nosotras a ser sensibles y estar pendientes de los demás», opina, y cree que eso se nota en la elección de estudios.

Las que menos tienen. Por su parte, María García estudia una de las carreras con menor representación de mujeres: el doble grado en Ingeniería Informática y Estadística, con solo un 22 por ciento de matriculadas. «Solo somos cuatro de 18 en clase», especifica. A ella no le influyó nada que en estos estudios pudiera haber más chicos que chicas y considera que esto es así porque, en pleno siglo XXI, «hay trabajos que todavía la sociedad no ve para las mujeres». María cree que la diferencia de género en estas carreras es «algo cultural», aunque luego, en clase, sean todos iguales. Eso sí, en su casa nunca ha sentido la presión de tener que estudiar nada por satisfacer a su familia ni a nadie. «Siempre me dijeron que eligiera algo que me gustara, que se me diera bien y que tuviera salidas laborales», explica. Ella, «súper indecisa», no eligió hasta última hora.

Ana Pérez se decantó por Ingeniería en Tecnologías Industriales y es una de las nueve chicas de los 40 alumnos que hay en clase. «La elegí porque se me daban muy bien las Matemáticas, la Física, la Química y esas cosas», señala. En su caso, el programa STEM fue fundamental para reafirmar una vocación que ella tenía clara desde hace años. «Fui de las primeras que participó y siempre me pareció curioso ver a las mujeres que nos enseñaban su trabajo», dice en referencia a las mentoras que sirven de inspiración a estas estudiantes. Esta alumna destaca que, pese a que ellas sean minoría en las aulas, suelen tener más éxito académico que los chicos, por eso el porcentaje de mujeres sube en los cursos más avanzados, debido a los chicos que lo dejan en los primeros años.

Rocío de la Fuente estudia Ingeniería en Electrónica Industrial y Automática, donde cuatro de cada cinco matriculados son hombres. «Desde pequeña siempre me ha gustado la robótica y la programación, algo que en casa se fomentó con la asistencia a talleres del Museo de la Ciencia», recuerda. Unos talleres, en los que, por cierto, a veces era la única chica entre 20 participantes. Su otra opción era estudiar Ingeniería Biomédica, pero prefirió la Electrónica porque considera que es más genérica y eso le facilitará encontrar trabajo cuando acabe. Rocío cree que las familias también tienen que ver a la hora de fomentar unas vocaciones u otras.  «Cuando le dan opciones a una niña para hacer extraescolares le suelen ofrecer alternativas como arte, ballet o inglés... no es habitual que se le pregunte si quiere dar clases de programación», se queja.

La mayoría de estas estudiantes se ha acostumbrado a desenvolverse en un mundo tradicionalmente masculino. Ahora, en el ámbito académico; y dentro de unos años, puede que en el laboral, dada la lenta incorporación de las mujeres a estas carreras profesionales.

 

Más de 70 alumnas se apuntan al programa Stem para el fomento de vocaciones tecnológicas y científicas

Fundación ASTI y la Junta de Castilla y León han puesto en marcha este año la quinta edición del STEM Talent Girl, un programa que pretende fomentar las vocaciones científicas y tecnológicas entre las alumnas de Tercero y Cuarto de ESO. Hasta el momento se han inscrito 71 estudiantes, aunque los organizadores han ampliado el plazo hasta el 4 de noviembre con el objetivo de llegar a las cien participantes. Es el segundo mayor ritmo de inscripciones de todas las sedes de España donde se desarrolla este programa (las provincias de Castilla y León, Cantabria y Madrid).

«El objetivo que tenemos es inspirar, educar y empoderar a la próxima generación de mujeres líderes en ciencia y tecnología», asegura la coordinadora de este programa en Valladolid, Laura González. Para ello, ponen en contacto a estas jóvenes con mujeres que han desarrollado una exitosa carrera profesional en estos campos. Son mentoras que se apuntan de forma voluntaria al programa y colaboran, por ejemplo, llevando a las estudiantes a su puesto de trabajo para que comprueben de primera mano en qué consiste, además de resolver todas las dudas que puedan tener las estudiantes. Es lo que se conoce como sesiones de shadowing.

masterclass. Esta es una de las tres actividades principales del programa. Otra es la organización de masterclass por parte de mujeres que trabajen en el área STEM, acrónimo que hace referencia a Science, Technology, Engineering and Mathematics (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas).

La tercera actividad son los talleres o visitas a empresas de las entidades colaboradoras. Por ejemplo, en Valladolid, Cartif, Cidaut y GMV, todas ellas del Parque Tecnológico de Boecillo.

González señala que la organización no tiene excesivos problemas para encontrar mentoras, ya que muchas de ellas han vivido en primera persona las dificultades de desarrollar una carrera en un mundo tan masculinizado y, precisamente por eso, se muestran muy dispuestas a ayudar a estas alumnas.

El programa STEM suele hacer un seguimiento de las participantes para comprobar cuántas de ellas acaban estudiando una carrera tecnológica o científica y cuántas siguen en el programa de un año a otro. En la edición pasada, en torno a un 80 por ciento.

Aunque la quinta edición de STEM es presencial en Castilla y León, Cantabria y Madrid, las estudiantes de habla hispana que quieran participar pueden inscribirse en la sede online.