Abril fue el mes con menos ventas de tabaco en dos décadas

Óscar Fraile
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El cierre de algunos puntos de distribución por la crisis se suma a la caída de hasta el 70 por ciento de la facturación en los estancos abiertos

Ana Escudero regenta un estanco en Santa Clara. - Foto: J. Tajes

Los estancos fueron uno de los pocos negocios que tenían permitido abrir desde el primer día de la activación del estado de alarma. Una situación social que, según los expertos en psicología, ha repercutido en la aparición de cuadros de ansiedad derivados del aislamiento social, el encierro y el incierto futuro económicos de muchas familias. Se podría pensar que todos estos factores favorecerían la venta de tabaco, pero las estadísticas demuestran que no ha sido así. Ni mucho menos. Es más, según los datos recientemente publicados por el Comisionado para el Mercado de Tabacos, dependiente del Ministerio de Hacienda, abril fue el mes en el que menos cajetillas de cigarrillos se vendieron en Valladolid desde que hay datos publicados, es decir, desde hace dos décadas.

En abril se vendieron en Valladolid 1.502.094 cajetillas de 20 cigarrillos. Analizadas las cifras mes a mes entre 2005 y la actualidad, nunca se había vendido tan poco. Entre 1999 y 2004 el Comisionado solo ofrece datos globales por años, pero la media de ventas por entonces era muy superior a la actual. Basta con señalar que en 2002 los vallisoletanos fumaban casi 51 millones de cajetillas al año, más del doble que ahora.

Hay algunos factores que explican el desplome de ventas de abril. Uno de los principales es el cierre de muchos puntos de distribución, como los bares. Pese a que los fumadores podían acudir a los estancos, el hábito del pitillo está muy ligado al ocio en las calles. A la caña en la puerta del bar, por ejemplo. Las restricciones de movilidad también han contribuido a un descenso de ventas que ha alcanzado su punto álgido, pero que se viene produciendo desde hace dos décadas, como consecuencia de las campañas contra el consumo y la mayor concienciación social sobre los perjuicios de este hábito.

Así, las ventas de cajetillas han caído un 53,2 por ciento desde el año 2002 en Valladolid, al pasar de 50,9 millones a 23,8. Sin embargo, el impacto en la facturación ha sido mucho menor, ya que, aunque se vende menos tabaco, el precio es mucho más alta que hace dos décadas. Si en 2002 se vendió en Valladolid por valor de 108,4 millones de euros, el año pasado esa cifra fue de 98,7, un 8,9 por ciento menos. No obstante, en este periodo sí que ha aumentado el consumo de cigarros puros, mucho más minoritario que el de cigarrillos, al pasar de 17,6 millones de unidades a 29,9.

Los datos de abril también han contribuido a que las ventas sigan bajando en los que va de año. Según las estadísticas del Comisionado, en los cuatro primeros meses del año los vallisoletanos han fumado 7.385.394 cajetillas, un 1,6 por ciento menos que en el mismo periodo del año pasado. Por otro lado, la venta de cigarros puros descendió un 5,8 por ciento, mientras que el tabaco de liar creció un 11,4 por ciento, con 18.152 kilos vendidos, al igual que el tabaco para pipa, con 3.530 kilos, un 18,2 por ciento más.

Fuentes del sector señalan que las ventas durante el estado de alarma se han concentrado en los primeros días. Sobre todo en gente que acudía al estanco y compraba grandes cantidades en previsión de que el negocio fuera a cerrar o ellos no pudieran salir de casa.

La decisión de mantener los estancos abiertos durante el estado de alarma no fue comprendida por todo el mundo, pero el vicepresidente de la Sociedad Castellano-Leonesa de Patologías Respiratorias y neumólogo del Río Hortega, Tomás Ruiz, señala que el impacto que puede tener en los fumadores disminuir el consumo de forma forzosa puede derivar en «alteraciones, sobre todo de índole psicológica, como el estrés, el insomnio, la irritabilidad e incluso la depresión, que se suman al impacto causado por el propio confinamiento». El doctor reconoce los beneficios para la salud del que deja de fumar, pero apuesta por hacerlo de forma «programada y con el apoyo psicológico y farmacológico adecuado».

Otra cuestión controvertida es el riego de contagio de coronavirus que puede suponer respirar el humo espirado por parte de los fumadores. «Al fumar el volumen de aire exhalado es superior al de la respiración normal y, por otro lado, los fumadores tienen tos con más frecuencia, siendo este uno de los principales vehículos para expulsar más partículas con virus y a mayor distancia», explica Ruiz. Por lo tanto, concluye que «fumar en entornos públicos puede aumentar el riesgo de contagio a los demás».

Dos casos

David Rubio (estanquero en San Pedro Regalado): «Este año no tendré vacaciones, no da la economía»

David Rubio regenta un estanco en San Pedro Regalado y reconoce que las ventas de tabaco han ido cayendo «progresivamente» desde la implantación del estado de alarma, aunque reconoce que los primeros días sí que vendió a gente que hizo acopio de cajetillas. «En abril he sufrido una caída de ventas del 52 por ciento en comparación con el mismo mes del año pasado», explica. Él se ha visto perjudicado por el entorno de su negocio, con las universidades, el centro comercial Carrefour y los bares cerrados. La situación es muy delicada. «Los gastos e impuestos siguen siendo los mismos», se queja. Así que toca apretarse el cinturón. Por lo pronto, no tendrá vacaciones. «No da la economía», concluye.

Ana Escudero (estanquera de Santa Clara): «Hemos reducido el horario por la bajada  de ventas»

Durante los primeros días del estado de alarma Ana Escudero abrió su estanco de Santa Clara hasta las 20.30 horas, el horario habitual, pero visto el naufragio de ventas, tomó la decisión de hacerlo solo por la mañana. A mediados de abril retomó las tardes, pero solo entre las 17.30 y las 19.30 horas. «La semana que viene ya tendremos horario normal, aunque no se ve mucho movimiento por la calle todavía», dice, pese a que esa zona de la ciudad es muy transitada. «Hay bares que todavía no han abierto porque no les compensa hacerlo para poner solo un par de mesas en la terraza», asevera. Y eso le hace mucho daño a su negocio. Escudero dice que estas semanas ha vendido la mitad de lo habitual.