La sobreprotección

SPC
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Anticiparse a las necesidades o satisfacciones de un niño no es una práctica adecuada, ya que impide que aprendan a tolerar la frustración

Los profesionales de la educación estamos muy alarmados ante una realidad muy evidente: la incidencia negativa que está teniendo la sobreprotección en las nuevas generaciones, ya que incide de forma muy desfavorable en la autoestima, la autonomía, la seguridad, la confianza... y produce infelicidad en el sobreprotector y en el sobreprotegido.

¿Qué es la sobreprotección?

- No dejar a los hijos hacer cosas para las que están preparados, lo que impide a los niños que adquieran autonomía.

- Anticiparnos a la satisfacción de sus necesidades y más aún hacerlo en exceso. 

- Impedirles que desarrollen recursos y estrategias que les serán necesarias en el futuro. 

- No dejarles que se frustren, que se queden sin algo que les guste, que luchen por sus objetivos… 

En definitiva, quitarles la posibilidad de que ellos generen sus propios recursos, sus propias habilidades, sus propias defensas… es como cortarles las alas a los pájaros con el argumento de que así volarán mejor.

¿Cuáles son sus efectos?

Sobreprotegemos a los hijos porque no somos capaces de superar nuestras propias inseguridades, nuestros miedos y nuestra falta de equilibrio. 

Al final, si traspasamos nuestros déficits a los niños ¡qué triste legado les dejamos! Serán los típicos casos de niños miedosos, con poca resistencia al fracaso, a la frustración, incapaces de asumir cualquier reto o el mínimo cambio en sus vidas. Niños que se ahogan, que no saben vivir, porque no les enseñamos a respirar.

La conclusión final es demoledora. Los niños cuyos padres tienen un modelo de educación que se basa en la sobreprotección, desarrollan menos competencias emocionales, son más inseguros, tienen menos habilidades, es más probable que sean víctimas de acoso, porque son más fácilmente manipulables y, a la larga, acaban siendo más infelices.