Mi primera apuesta

M.B.
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Luces, música, bebidas gratis y una abstracción total de lo que hay fuera es lo que se encuentra un apostador novel al entrar en un local de juego. «Por favor medejas el DNI», primera frase que oyes antes de acudir a una de sus máquinas

Mi primera apuesta - Foto: Reyes MartÁ­nez

Por favor, me dejas el DNI». Después de recibir los buenos días o buenas tardes, ésa es la siguiente frase que oirá un apostador novel en un local de juego, córner, casa de apuestas o similar. Desde fuera no se ve nada. Los cristales o son opacos o tiene grandes anuncios que impiden ver qué hay dentro. El nombre del operador -aunque tampoco muy en grande- y un cartelón, normalmente escrito a boli, con la frase ‘Apuesta del día’ es lo único que se puede ver en su exterior.Es miércoles, hay Champions de fútbol, y en todos locales sus ‘apuestas del día’ giran alredor del balompié. «¡Por 3 euros puedes ganar 2.244!»... se trata de una combinación de tres marcadores exactos -en este caso que el Chelsea le gane al Valencia por 0-1; el Barça al Borussia Dortumund por 3-1 y el Liverpool al Nápoles por 2-1-. Es decir si apuesto esos tres euros me llevo 2.244.

¡Vamos para dentro! Nada más abrirse la puerta el mundo se detiene. Se detiene el mundo que hay fuera. Dentro hay luz, buena música (nada estridente ni alta ni baja) y un sinfín de máquinas de colores. En la misma puerta nos encontramos una barra en un lateral con un cartel que pone control. No hay nadie. Así que seguimos andando. «¡Buenos días!», oigo a una voz femenina sin ver quién ha hablado. Así que sigo andando hasta otra barra donde hay snacks y caramelos. Son las doce y media de la mañana. Miro alrededor y veo a siete personas, todas varones, en diferentes máquinas. Una se parece a una tragaperras, otras están alrededor de una ruleta... «Buenos días», me dicen de nuevo, mientras un joven de unos 20 años cambia monedas por un billete y otros dos entran con el DNI en la mano. «Me gustaría apostar a la Champions pero no sé cómo se hace», hablo en alto con ciertos nervios. «Por favor, me dejas el DNI», me señala con una amplia sonrisa una de las dos trabajadoras que a esas horas se encuentran dentro del local. Nota: la petición del DNIes obligatoria para saber si no eres menor de edad o si la persona apostante está en el registro de autoprohibidos, algo voluntario y que me impediría apostar.

Tras las comprobaciones pasamos a una de las muchas máquinas con luces que allí se encuentran (las de apuestas deportivas). La pantalla te permite jugar a partidos de fútbol del día y de días posteriores; así como de otros muchos deportes. Me explican que puedo hacer apuestas sencillas o combinadas (en algunos partidos hay más de 100 opciones). Y me decido por esta última. Pienso en hacer la del anuncio de la entrada, pero me decido por otra. 5 euros (con los compañeros del periódico) a dos resultados 1X2 y otro a una victoria con hándicap (es decir que se parte con un resultado en contra). «Ahora ya no hace falta pedir cambios por fichas, se hace directamente con el dinero», me comentan mientras me preguntan si quiero tomar algo. Ingenuo, pregunto si es gratis. «Sí, para los clientes, sí», me responden. «Pues un cortado, gracias». Saboreando el café, introduzco un billete de 5 euros, con la pantalla táctil coloco los tres resultados y... si gano me llevo 63,84 euros. «¿Y si hago otra apuesta más?», me pregunto ante la facilidad que parece tener. No. Me respondo. Acabo el café, cojo el resguardo de la apuesta y miro alrededor: tres máquinas de apuestas deportivas y a su lado seis pantallas televisan partidos del día anterior, carreras de galgos... máquinas tragaperras, la ruleta... llama la atención la limpieza, la música, que el tiempo no pasa...

Me despido con el resguardo en la mano, mirando a los dos jóvenes que están jugando a la ruleta con sendos cafés y pensado que «esto es demasiado fácil».

Posdata: perdimos 5 euros.