El Alavés arrolla a un desconocido Real Valladolid

A.G.M.
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Horrible partido del Pucela y derrota merecida por 3-0 en su visita a Mendizorroza. Grosero error de Masip en el segundo gol

Alavés - Real Valladolid. - Foto: LaLiga

Dolorosa, dura y justísima derrota en Mendizorroza. El Real Valladolid ni compareció en su visita ante un Deportivo Alavés que se paseó ante la peor versión de la temporada del equipo de Sergio González. Si lo del Camp Nou se justificó por la entidad del rival, lo de este sábado en Vitoria no se sostiene. No hubo intensidad en ningún momento, más allá del efímero arranque de casta de la segunda parte. Contundente 3-0.

El Pucela llegaba en la cresta de la ola a este duelo, después de la solvencia demostrada hace una semana en el triunfo en Zorrilla ante el Mallorca. Pero esta vez no hubo ni rastro de aquel sólido conjunto, con aspecto de ser casi inexpugnable. Solo aguantó 25 minutos, hasta que una buena combinación 'made in Alavés' derrumbó el hoy débil muro blanquivioleta: balón largo de Laguardia a las proximidades del área que Salisu despeja con tibieza, Joselu recoge el rechace y ahí empieza una gran jugada, con pared entre Aguirregabiria y Aleix Vidal, para desarbolar a la zaga y llevar el balón de nuevo hasta Joselu, quien desde la media luna dispara raso y cruzado, lejos del alcance de Masip.

Quizá fuese casualidad, pero en esa disputa en el centro del campo faltaba el poderío aéreo del lesionado Joaquín, al que se echó de menos. Alcaraz recuperó su puesto en el medio centro junto a Míchel, en el que fue el único cambio en el once inicial de Sergio, que mantuvo también a Fede Barba en el lateral izquierdo, a pesar de la vuelta a la lista de Nacho.

Lo que no fue casual fue el grosero error de Masip en el 2-0. No es la primera vez que le pasa y esta vez fue en el peor momento, seis minutos después del primer gol y en un balón colgado de esos que hasta el comentarista televisivo canta aquello de "fácil para Masip...". Pero la realidad es que el cuero se le escurrió como si fuese una pastilla de jabón, dejándolo sobre la línea para que Tomás Pina solo tuviese que empujarla.

La sangría era de tal calibre, que casi lo mejor pudo pasar es que llegase el descanso. Antes de irse a la caseta, solo una falta al borde del área provocada por Ünal, otra vez mejor que Guardiola, y que fue lanzada fuera por Alcaraz.

Sergio dejó en el vestuario a Sergi Guardiola y Toni Villa y dio entrada a Sandro y Anuar, en busca de un revulsivo. Esto propició un arranque con cierto ímpetu con el sello del delantero canario.

Pero, poco a poco, la cosa se quedó en fuego de artificio, pese al intento táctico del míster, que luego dio entrada a Porro y dibujó un 4-3-1-2 que tampoco sirvió para acercarse al gol.

Las ocasiones del Alavés, en cambio, se sucedían y Lucas Pérez, de penalti, no dudó en sumarse a la fiesta con el tercero del partido, el séptimo consecutivo en otros tantos partidos para el gallego. Fue la puntilla. Y pudo ser peor... Para olvidar.