La pandemia obliga a los mercadillos a renovarse

M.Rodríguez
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El impacto de la crisis provoca la caída de las ventas. El Ayuntamiento apuesta por sumar medios de pago digitales, unificar la imagen de los puestos e incorporar actividades culturales

Mercadillo de Las Delicias - Foto: J. Tajes

La tradición del comercio en mercadillos se ha convertido desde hace tiempo un importante motor para el crecimiento económico y el tejido social de Valladolid. Pero la crisis sanitaria originada por la covid-19, primero, que obligó a parar la actividad con las restricciones más duras, y la económica, después, ha dinamitado las ventas y obliga al sector a renovarse o morir.

Los vendedores ambulantes, un sector que da trabajo a más de 300 familias en la capital, y el Ayuntamiento coinciden en que la situación es compleja y necesita medidas dinamizadoras. «El mercadillo ha tenido un bajón impresionante», alerta Alfonso Duval, de la cooperativa Flor y Nata, que aglutina a más de cien vendedores. 

Un diagnóstico similar realiza Enrique Jiménez, de la cooperativa Chandivi, que agrupa a más de 130 vendedores, que califica el descenso de las ventas como «terrible». Un impacto en un sector ya de por si precario y que necesita, por un lado, de una visión social y, por otro, de impulso de la actividad económica, como apunta la concejala de Innovación, Desarrollo Económico, Empleo y Comercio, Charo Chávez.

De momento, el balón de oxígeno que mantiene en respiración asistida a estos comerciantes es la prestación por cese de actividad aplicada por el Gobierno central. Esta ayuda, que se ha prorrogado hasta febrero de 2022 se otorga a los trabajadores que puedan justificar una caída de ingresos de al menos el 75% en comparación al primer trimestre de 2020 y que además no superen rendimientos por encima del 75% del valor del salario mínimo interprofesional (SMI) entre el segundo y tercer trimestre del presente 2021.

Y la mayoría de los comerciantes están en esta situación, según sus representantes. «El tiempo que estuvimos sin trabajar y el descenso de las ventas ha generado una problemática terrible en las familias, que suman deudas y deudas», recalca Jiménez. Este vendedor también detalla que, a pesar de la 'nueva normalidad', el mercadillo no ha vuelto a la situación prepandemia porque la gente «ya no compra casi nada». «Estamos subsistiendo gracias a las ayudas y porque la gente está intentando mantenerse para no perder la autorización del puesto del Ayuntamiento», explica.

Actualmente hay 298 autorizaciones municipales para instalar uno de los 216 puestos permitidos en los seis mercadillos semanales, el resto está en una lista de espera. Una regla que funciona en los mercadillos de la calle Salud (martes), paseo Juan Carlos I y parque Canterac (jueves) y Prado de la Magdalena (sábado). Por su parte, el mercadillo de Las Moreras de los viernes tenía, inicialmente, 150 puestos, con 63 autorizaciones, pero ahora mismo se ha rebajado a 90 puntos de venta. Y el rastro que se instala los domingos en el aparcamiento del estadio José Zorrilla tiene 163 puestos, con 150 dedicados a la venta de artículos típicos de mercadillo y 13 especializados en antigüedades.

En este sentido, ambas cooperativas coinciden en que el único mercadillo que actualmente es rentable es el rastro del domingo. «Es el único que ofrece garantías desde el punto de vista económico», detalla Duval. Eso sí, reclama al Ayuntamiento que se busque una alternativa para ellos porque durante la temporada de las ferias, con la instalación de las atracciones en el recinto ferial no pueden estar allí y eso supone una merma económica importante.

Este vendedor tampoco es muy optimista con la posibilidad de que los demás remonten pronto las ventas. Pero agradece la buena predisposición del Ayuntamiento que ha suprimido los dos últimos años la tasa de los mercadillos. «Ahora no es el momento de exigir mucho a los autónomos», pide.

Medidas.

El Ayuntamiento quiere dar ahora un paso más en ese apoyo. Y por eso la concejalía de Charo Chávez trabaja coordinadamente con la de Servicios Sociales y Mediación Comunitaria para diseñar un plan de reactivación para este sector. «Estamos diseñando un nuevo reglamento para dinamizarlos y reactivarlos, pero no es un proceso fácil y no se puede aplicar a corto plazo».

De momento, se están manteniendo reuniones con las cooperativas y los representantes de los vendedores para ir implantando paulatinamente nuevas medidas, como la incorporación de nuevos medios de pago digitales y la promoción de estos espacios, donde se plantea introducir actividades culturales para hacer «más atractiva» la experiencia de consumo. «Hay que acompañarlos en este proceso y sobre todo ayudarles con la formación con los medios digitales», detalla Chávez. 

Una idea en la que coinciden también los propios comerciantes. «Para hacer esas cosas hay que preparar a las personas y no es fácil. Para muchos les resulta muy difícil familiarizarse con las nuevas tecnologías», reconoce Jiménez. Aunque reconoce que son necesarios estos cambios, que ya se empiezan a ver en algunos de los puestos, sobre todo los regentados por la gente más joven y de mediana edad, que reconocen que sí que ayuda a «animar» las ventas. 

Además, el Consistorio también se ha planteado reacondicionar estos mercadillos con la pintura de los emplazamientos, además de mejoras de ornato y estéticas, como unificar la imagen de todos los puestos.