Tres joyas al descubierto

R.G.R
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Marta Alonso, Elena Álvarez y Natalia de la Cal inauguraron en 2018 un taller de joyería abierto al público, donde los clientes pueden ver cómo se elaboran cada uno de sus diseños. «El secreto está en innovar»

Las artesanas Marta Alonso, Elena Álvarez y Natalia de la Cal, en su taller de Valladolid. - Foto: Jonathan Tajes

Tres socias que son tres amigas. Con un carácter alegre, abierto y con ganas de comerse el mundo, las vallisoletanas Marta Alonso (37), Elena Álvarez (38) y Natalia de la Cal (40) abrieron el taller Toska Joyería en el año 2018 con un concepto diferente al tradicional. Tenían claro que debía ser artesanía tradicional, pero con varios elementos diferenciadores. Y lo consiguieron. Sus diseños únicos cuentan con un claro carácter innovador. Por un lado, la personalización de cada una de sus piezas, bien a mano o en tres dimensiones, elaborados en la propia capital. Por otro, poner a disposición de sus clientes un espacio diáfano donde pueden ver de primera mano cómo se elaboran las piezas. 

Se instalaron en la ciudad  por comodidad y porque pensaban que el medio rural no les ofrecía todas las características que necesitaban. Otro elemento diferenciador más. Pero fueron incluso más lejos convencidas de que la innovación en lo artesanal es la mejor forma de? conseguir sacar su negocio adelante. Llegaron incluso a impartir cursos sobre el uso de distintos materiales en la elaboración de joyas para dar a conocer su negocio y ayudar a otros en sus comienzos como artesanos. Aunque todo permanece paralizado como consecuencia de la pandemia, están seguras de que los retomarán en cuanto puedan hacerlo de una forma segura. El uso de materiales un poco más exóticos, lijas, formas y métodos de trabajo son solo algunas de las materias que se imparten. 

Su andadura comenzó en el año 2018. Elena y Marta estudiaron en la Escuela de Arte de Palencia y tenían claro qué proyecto querían desarrollar, pero necesitaban unas terceras manos que se encargaran de la comercialización. Ahí entró Natalia en juego. Desde entonces no han parado de crear, de crecer y de imaginar nuevas piezas para su colección. «Me explicaron la idea que tenían, empezamos y aquí estamos». 

Se encargan de hacer diferentes piezas de joyería y trabajan de forma fundamental la plata, el latón y el cobre. Por supuesto, hacen piezas por encargo, sobre todo cuando se trata de enlaces matrimoniales. «Hacemos oro rosa, amarillo, blanco...».   

Como le ocurre a la inmensa mayoría de los artesanos, están notando el efecto de la pandemia, ya que «ahora cada vez se abre menos la puerta». Han contado con la fortuna de que muchos de sus clientes han continuado apostando por sus creaciones. «Son clientes que nos conocen, pero no han tenido más remedio que apostar por el comercio online». Saben que no es fácil, pero no están dispuestas a rendirse. «Tenemos una página web joven, con poca implantación y tenemos mucho trabajo por delante en este sentido», explica Elena.  

Espacio diáfano. Pero lo que realmente las diferencia y la que es su principal apuesta se basa en el hecho de que todos los clientes puedan ver de primera mano sus creaciones. Es decir, los clientes que entran en la tienda pueden tener acceso también al taller y ver cómo estas artistas trabajan en sus creaciones. «No creo que haya ninguna tienda más así en Valladolid, a algunos clientes les tienes que decir que se aproximen para verlo porque les da reparo. Ahora, con la pandemia se ha cerrado un poco todo esto, pero la idea es que todos vean cómo se hace cada pieza».   

Los trabajos se elaboran de muy distintas formas y van destinados en su mayor parte también a la venta en certámenes y ferias. «Antes íbamos más encaminadas hacia las mujeres». Las hacen en muy diversos materiales y formas y no dudan en aplicar las nuevas tecnologías en el caso de que el modelo necesite un diseño especial. Cada vez en mayor medida para hombres. Han notado también la falta de ferias, mercados y certámenes, a los que asistían con asiduidad y que representan una importante fuente de ingresos por la venta de productos. 

Reconocen que, al igual que han hecho ellas mismas, el sector artesanal está abocado a reinventarse y apostar por mejorar e inventar para salir adelante. «Muchos de nuestros compañeros se han quedado por el camino debido a la pandemia». Afirman que afrontan el futuro con optimismo debido a que ya son muchas las personas que conocen su taller y que apuestan por sus creaciones. «Tenemos que seguir como hasta ahora, con la innovación y con nuestras creaciones».

Y se muestran seguras de que lo harán porque su trabajo representa para ellas una diversión, una forma de evadirse y, sobre todo, de dar rienda suelta a su imaginación a través de sus creaciones.