La prisión pierde un tercio de sus funcionarios desde 2013

A. G. Mozo
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La plantilla amenaza con ir a una huelga indefinida si el Gobierno no sube sus sueldos y cubre las vacantes que se han generado estos años. En Valladolid, la ratio es de un funcionario cada 50 presos

Prisión provincial de Valladolid.

Los funcionarios de prisiones están en pie de guerra. Tras las cuatro jornadas de huelga que celebraron entre los días 17 y 20 de noviembre -con un seguimiento «masivo», según los sindicatos-, el miércoles 21 pusieron el colofón a esta primera tanda de protestas con una en medio de los actos de la XXX Cumbre Hispano-Lusa. Y la cosa irá a más si el Gobierno no accede a sus pretensiones; hablan a las claras de huelga indefinida.

El cabreo entre los funcionarios de Instituciones Penitenciarias en casi mayor con el PSOE que con el PP, quizá porque, en septiembre, el ministro del Interior se desdijo de un acuerdo aprobado solo tres días antes por su equipo, en el que se contemplaba una subida salarial de 300 euros en un horizonte de tres años. De ese modo, el sueldo medio de un funcionario pasaría de los 1.700 euros actuales a los 2.000 que les acercan a los 2.200 que, por ejemplo, cobran en una cárcel de Euskadi. «Queremos que se unifiquen los sueldos, porque las diferencias de salarios existentes responden a una realidad  propia de la época en que se aprobó la ley, hace ya casi 40 años, y no obedece a la España actual, con el agravante de la diferencia de salarios de más de 500 euros al mes con nuestros compañeros dependientes de la Generalitat, algo verdaderamente sangrante », detalla el delegado de Acaip -el sindicato mayoritario en el sector y en Valladolid , con cien afiliados- Francisco Antonio Pollino.

Mucho más que dinero. Pero aunque el acuerdo con el ministro Grande-Marlaska se rompiese por el dinero, la cuestión monetaria no es lo único que les lleva al conflicto. En el primer punto de la lista está la falta de personal, una sangría de 3.500 vacantes sin cubrir, que en el caso del Centro Penitenciario de Valladolid se traduce en un lastre de un 35% en los últimos cinco años en el área de Interior, es decir, en los módulos, donde se tiene el trato directo con los internos. En la actualidad son 230 funcionarios en la prisión, de los que unos cien son de Regimen de Interior, lo que se traduce en un tercio menos de lo que había hace cinco años, aunque estas carencias de personal son «generalizadas», relatan fuentes de Acaip.

La prisión pierde a un tercio de sus funcionarios desde 2013La prisión pierde a un tercio de sus funcionarios desde 2013Tanto que la ratio en la cárcel de Valladolid es de un funcionario por cada 50 reclusos, menos en el Módulo de Mujeres, donde son dos las trabajadoras que supervisan a las 36 internas que hay ahora en la prisión provincial.

Desarmados. «Hay módulos  con dos funcionarios, uno en labores de oficina y burocráticas, y otro con los internos, que no para en todo el día y con su vida constantemente en peligro, porque está él solo, tiene que abrir y cerrar las puertas, una a una, subir a una galería con 30 celdas e ir sacando a 50 internos, y eso, uno solo, sin armas ni defensas ni nada», según relatan desde Acaip, sindicato que también solicita que se les conceda la consideración de agentes de la autoridad para que la conflictividad y las agresiones se atenúen al pasar a ser delitos.

Pese a todo, Valladolid «no es uno de los centros más problemáticos», si bien en lo que va de año se han contabilizado ya cuatro agresiones a funcionarios, según datos de Acaip: «En Valladolid, el problema no está tanto en el número de internos, ya que, en realidad, hay un 15% menos de reclusos que hace un par de años, pero sí en el hecho de que tenemos cada vez más internos conflictivos, con problemas psiquiátricos mucho más graves que hace unos años, por culpa de la droga. La gente está muy mal, con patologías para las que no estamos preparados; hace un mes, por ejemplo, dos compañeros de unos 50 años tuvieron que tirarse por el suelo con un tío de 25 años de 1’90 metros y cien kilos, a mano, sin defensas ni nada. La gente no es consciente de ello, de lo que es el día a día en nuestro trabajo», lamenta Francisco Antonio Pollino.

«Nuestra realidad es que un solo funcionario, o a lo sumo dos, tiene que hacerse cargo de ordenar la convivencia, evitar peleas, llevar la vida del módulo ordenada con los conflictos que te puedan plantear, ser educador, registrar instancias, solucionar problemas burocráticos con juzgados, ejercer de enlace con los departamentos de tratamientos y de oficinas... es una tarea ingente. Somos administrativos, psicólogos, vigilantes, asistentes sociales... porque en esas áreas también hay carencias», argumentan desde el sindicato Acaip.

Celda a celda. «Cada prisión es un mundo, ya que Valladolid es una prisión vieja, por ejemplo, y las puertas se abren con cerrojo de los de siempre y hay que ir a abrirlas una a una. Una galería se tarda en abrir quince minutos y mientras estás en la galería no puedes vigilar el módulo, porque tu compañero está en la oficina con burocracia».