El olivo de la Feria

M.R.I.
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El actual director de la Feria de Valladolid, fue también responsable, durante una década, de Alimentaria de Lisboa. Este cántabro, que ha desarrollado buena parte de sus estudios y carrera profesional en Barcelona, está ya integrado en Valladolid

Feria de Valladolid, Avenida Ramón Pradera, 3. Este espacio y la institución ferial son la razón por la que Alberto Alonso  hace ya casi un año se mudó a la capital.  El cántaro cambio su vida en Barcelona y trasladó a su familia a la capital para hacerse cargo de la Feria de Valladolid. La primera impresión de su llegada es la imagen del olivo del patio interior, que considera que es la imagen por excelencia del recinto ferial. Entiende que simboliza el arraigo con la tierra y recuerda que simboliza mucho para la casa.

Fachada de San Pablo. El director de la Feria de Valladolid recuerda que en 1999, en su primera visita a la capital,  le impresionó muchísimo la fachada de la iglesia de San Pablo. Y confiesa que cada vez que pasa por la plaza se acuerda de esa primera impresión y reitera que sigue sintiendo el mismo efecto de cosquilleo en el estómago por el impacto que le provoca.

Calle de las Mieses. En los primeros meses de estancia en la capital, Alberto Alonso estuvo viviendo en Villa del Prado durante siete meses. Esto le permitió descubrir el placer del ir al trabajando caminando y para eso eligió la ruta que comunica el barrio con el recinto ferial a través de la calle de la Mieses. «Disfrutaba realmente de esos paseos matutinos y vespertinos. Ir a trabajar caminando es un placer  y resulta reconfortante», detalla. Y apunta que este itinerario le gusta especialmente en invierno.

Puente de Poniente. En la misma línea, Alberto Alonso descubrió que en una ciudad del tamaño de Valladolid se puede disfrutar del placer de trabajar a 10 minutos caminando de la Plaza Mayor. El director de la Feria, acostumbrado a vivir en una ciudad de grandes dimensiones como Barcelona, comenta que es un lujo cruzar el Puente de Poniente, donde a veces se parar para observar el río Pisuerga y disfrutar de la estampa que ofrece el Puente Mayor.

Plaza Mayor. Este espacio lo asocia con el pulso de la vida de la ciudad. Le asombra que se pueda ir allí en cualquier momento del día, sentarse a tomar un café o una caña en los soportales y disfrutar del placer de un entorno tan especial, donde destaca la fachada del Ayuntamiento. El director de la Feria considera que es una pausa «única» en el día.

Plaza Zorrilla.  Este lugar lo siente como si fuera el origen  de todos los caminos a todos los puntos importantes de Valladolid. Desde esta plaza se enfoca a Miguel Íscar, Acera de Recoleta, Paseo de Zorrilla, la calle Santiago o la Academia de Caballería. En un solo golpe de vista, apunta que está casi todo lo importante que ofrece Valladolid y por eso siempre lo ha visto como el punto de partido para recorrer la ciudad.

Pabellón Fuente la Mora, en el Campus Deportivo de la Universidad de Valladolid. Es un asiduo de estas instalaciones deportivas porque su hija mayor juega al baloncesto allí. De hecho, hace tres veces al recorrido desde Valladolid hasta el pabellón, ubicado en la carretera de Renedo. Un tiempo precioso para él porque supone el momento «bonito» de poder estar a solas tranquilamente con su hija y poder charlar con calma. Además, disfruta doblemente esta pasión de su hija porque al margen de estar encantado de verla jugar a él también le apasionada el baloncesto.

Restaurante Jero, calle Correos, 11. Alberto Alonso confiesa que de los bares que conoce hasta el momento en la capital es su preferido y el primero al que lleva a las visitas que recibe. Un elogio que no es baladí viniendo de una persona como él, nacida en el norte de España donde hay una gran tradición de tapeo. Además, comenta que como vivió muchos años en Barcelona echaba de menos disfrutar de este placer porque allí las tapas son más industriales. Por eso le gusta el ambiente y el tipo de tapas del Jero, donde le gustan todos los pinchos, pero sobre todo uno que lleva boletus.

Patio del Palacio de Pimentel, calle de las Angustias, 44.  Este espacio lo visita muy a menudo por motivos laborales, pero también le gusta mucho pasar para disfrutar de patio que le hace sentir como en casa. Explica que nació en Santander, pero se crió en un pueblo, y cuando entra allí tiene esa sensación tan familiar de su infancia, aunque la arquitectura no se parezca a la típica de Cantabria.

Playa de las Moreras. Uno de los sitios que más le sorprendió al llegar a Valladolid fue la playa de las Moreras. Y es que para alguien nacido en una ciudad con playa, y que hay vivido muchos años en Barcelona, es imposible no sorprendieres de que una capital tenga una playa de verdad. También le encanta tomarse algo por la tarde en la terraza de La Pera Limonera.