Cacos en la casa de Dios

Óscar Fraile
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Varias iglesias de la capital han sufrido robos en las últimas semanas que en ocasiones van acompañados de destrozos más costosos que lo que se llevan los ladrones. Alguna ya estudia instalar cámaras

Cacos en la casa de Dios - Foto: Jonatan Tajes

Pudiera parecer que el puñado de monedas que caen dentro del cepillo de cualquier iglesia no es un bote excesivamente atractivo para los cacos. Pero lo cierto es que las parroquias están acostumbradas a estas indeseables visitas de vez en cuando. Durante las últimas semanas, especialmente en verano, varias iglesias de Valladolid han sufrido robos que en la mayoría de las ocasiones van acompañados de destrozos que generan más gasto del dinero que se llevan los ladrones. Tanto es así que algunas parroquias ya se están planteando la instalación de sistemas de seguridad, como un circuito de cámaras, para prevenir estos incidentes.

Es el caso de la Iglesia de San Miguel y San Julián, donde esta misma semana han rechazado la propuesta de una empresa, pero no descartan la instalación de las cámaras más adelante. «Lo hemos hablado para tener controlada la Iglesia desde la Sacristía», reconoce el párroco, Javier Carlos Gómez. El motivo son los robos sufridos en las últimas semanas. Por ejemplo, el dinero que se llevaron de los lampadarios (la mesa donde se puede introducir una moneda para encender una vela). «Aunque es muy poca cantidad, porque lo sacamos con mucha frecuencia», dice. Gómez ha podido comprobar hasta el método que utilizan para extraer los pocos billetes de cinco o diez euros que los feligreses meten en los cepillos que hay en las paredes. «Meten un cable con pegamento en la punta hasta que se pega y lo sacan», explica. Peor es cuando utilizan un destornillador para «reventar» la puerta de madera del lampadario. La reparación es más gravosa que la cantidad perdida por el robo. En otra ocasión en esta iglesia se llevaron una mesa completa donde había unas postales para que los feligreses las cogieran y dejaran allí la voluntad.

Los hurtos en estas parroquias se han producido, sobre todo, en verano, cuando menos gente hay en la ciudad. En invierno son más frecuentes en los pueblos, cuando las ermitas están cerradas.

Otra de las afectadas ha sido la iglesia de San Fernando, en La Rondilla. El párroco, Rodrigo Macías, sospecha de «un hombre de unos 40 años que durante unos días estuvo merodeando con una bicicleta». Este robo también se produjo en verano, cuando la puerta de la parroquia estaba abierta para sofocar el intenso calor, puesto que el tejado es de chapa. «Tenemos un cajón donde guardamos papeles, facturas y algo de dinero, no más de 200 euros», señala. Sin embargo, el día que se produjo el robo había unos 600, puesto que la Iglesia tenía que afrontar pagos a una persona que suele llevar comida al templo. Cuando se quisieron dar cuenta, el dinero, los papeles y las facturas habían desaparecido. «Ahora nunca tenemos más de 150 euros», añade.

En otras ocasiones los ladrones no se llevan dinero, pero sí objetos de valor. Por ejemplo, en la Iglesia de San Pedro Apóstol, situada en la calle Real de Burgos, desaparecieron los cálices. Y a veces los cacos no consiguen su objetivo. A finales de agosto, en la madrugada del día 25 al 26, intentaron entrar en la parroquia del Cristo Redentor, situada en Parquesol, pero no lo consiguieron. «Nos reventaron los bombines, pero no pudieron robar», explica el párroco José Manuel de la Fuente. Esa misma noche lo volvieron a intentar en la otra iglesia del barrio, la de Nuestra Señora de Prado, con idéntico resultado.