Reeducación sexual, violencia y Palestina en Seminci

Ical
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'The Miseducation of Cameron Post', 'Dogman' y 'Los informes sobre Sarah y Saleem' recibieron aplausos en su paso por el festival

La tercera jornada de Seminci acogió con aplausos los tres largometrajes a concurso del día: ‘The Miseducation of Cameron Post’ (de Desiree Akhavan), ‘Dogman’ (de Mateo Garrone) y ‘Los informes sobre Sarah y Saleem’ (de Muayad Alayan). Las películas reflejan, respectivamente, la experiencia de una adolescente en un internado de reeducación sexual, la difícil supervivencia en un entorno violento de un peluquero canino y la irrespirable situación que atenaza a los palestinos en la Jerusalén ocupada.

La jornada comenzó con el segundo largometraje de la cineasta neoyorquina Desiree Akhavan, que adapta la novela homónima de Emily M. Danforth. La película, ambientada a comienzos de los años 90, relata el despertar sexual de una joven huérfana que es enviada a un internado cuando descubren que le gustan las chicas. La Promesa de Dios, el centro de reeducación sexual donde la ingresan, es un lugar donde, entre otras consignas, les enseñan que “la homosexualidad no existe, solo existe la lucha de los seres humanos contra el pecado”.

Siguiendo el esquema de las diversas películas de centros de rehabilitación, y aludiendo exclusivamente a las que han pasado por las pantallas del festival, desde ‘Alguien voló sobre el nido del cuco’ hasta ‘Spina’, de Tereza Nvotova (que se alzó con el premio en Punto de Encuentro el año pasado), o films como ‘Las vidas de Grace’ (de ella de hecho recuperan a John Gallagher Jr. en el reparto), ‘The Miseducation of Cameron Post’ se centra en la vida dentro del centro, y en cómo se establecen las relaciones entre los internos.

El peso opresivo de la religión, el maltrato psicológico a los internos y los miedos que atenazan a cada uno de los personajes se mezclan en la película con momentos para el humor (con prácticas como la ‘religimnasia’ o la ‘arteterapia’), que ayudan al espectador a empatizar con la situación.

A continuación llegó el turno de ‘Dogman’, la última película del cineasta italiano Mateo Garrone, que arranca con un escuálido hombre intentando lidiar con un perro de pelea descontrolado. Sin más herramientas que una fregona, Marcello, el protagonista, se acerca poco a poco a la bestia, furiosa, y con su templanza y labia consigue, poco a poco, calmarla hasta ganarse su confianza.

Marcello es peluquero canino en un remoto barrio de los suburbios de una gran ciudad italiana. Su vida está años luz de lo que probablemente soñó: está divorciado, no tiene dinero, y se ve obligado a trapichear con droga y robos a pequeña escala para ganar algo de dinero con el que dar algunos caprichos a Alida, su hija. La irrupción de la niña aporta, de hecho, los únicos momentos luminosos del film, las únicas pausas en el pozo de oscuridad donde se va sumiendo su padre conforme avanza el metraje.

La película sigue al protagonista en su relación con Simone, un violento matón poseído por una ira incontrolable que tiene aterrorizado al barrio. Entre ambos se aprecia una peculiar relación, totalmente desequilibrada, sobre la cual Garrone construye su relato.

Todo el film se apoya sobre los hombros del protagonista, un inmenso Marcello Fonte que ya fue premiado en Cannes por este trabajo), que se erige como el auténtico descubrimiento de la película, ya que hasta este trabajo apenas había realizado un par de incursiones en el cine. Su aparente fragilidad, la ternura de sus gestos y la inocencia que desprende su mirada, le convierten en casi un extraterrestre en un entorno de podredumbre y miseria donde impera la ley del más fuerte.

Por último, ‘Los informes sobre Sarah y Saleem’ refleja la crisis de dos matrimonios de Jerusalén, que se ven envueltos en una espiral imparable por la situación política. La película, inspirada en hechos reales, ubica al espectador desde su primera secuencia dentro de la relación prohibida que mantienen Sarah (la cantante Sivane Kretchner, en su primer papel relevante como actriz), una israelí acomodada que regenta una cafetería en Jerusalén Occidental, y Saleem, un palestino sin apenas recursos que vive en Jerusalén Oriental y trabaja como repartidor de una panadería por toda la ciudad.

Los dos están casados, ella con David (Ishai Golan) un coronel del ejército israelí obsesionado con su carrera profesional con quien tiene una hija pequeña, y él con Bisan (Maisa Abd Elhadi) una abnegada mujer que se acaba de quedar embarazada. Los mundos de ambas parejas son antagónicos: del ático con vistas del matrimonio israelí, al bajo de los palestinos, compartido con toda la familia de ella, que es quien resuelve una y otra vez los incontables apuros económicos de la familia.

Una mera atracción sexual entre los dos protagonistas, con encuentros fugaces cada vez menos ocasionales entre ellos, acaba derivando tras una trifulca trivial en un bar en una espiral de sinsentidos, donde la tensión política y social que atenaza la vida cotidiana en Jerusalén acaba desbordando las vidas de todos los personajes, que se ven obligados a afrontar situaciones más grandes de lo que ellos mismos pueden controlar.

Según explicó el director en su encuentro con los medios en Valladolid, “la primera inspiración surgió hace mucho tiempo, cuando era adolescente” y tuvo su primer empleo. “Como residente de Jerusalén oriental, no era normal ver ninguna interacción entre palestinos e israelíes, más allá de la presencia cotidiana de los soldados, y al pasar al otro lado y ver que había aventuras entre hombres y mujeres de ambas zonas, pensé que estaban arriesgando su vida al hacerlo, y la impresión que me dio es que todo podía estallar en cualquier momento”, señaló.

Meses después, según explicó, en 2002 hubo una invasión del ejército israelí en Cisjordania, y requisaron mucha información en la sede de la autoridad palestina, desde informes de los servicios secretos hasta las notas escolares o informes médicos. “Ahí es donde comenzó la inspiración para la película, que entre otras cosas habla de qué efecto puede tener en la gente que vea la luz información que se supone que debería ser secreta”, señaló antes de preguntarse “¿qué pasaría si en un estado policial la autoridad tuviera total acceso a los datos personales de los ciudadanos?”, para concluir que “sería una situación muy peligrosa”.