Del pueblo de la mielga al paladar

M.B
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Carmen Casado y Juan Miguel Castaño nos descubren los secretos de la cocina del Mesón La Mielga, situado en Ciguñuela

Carmen Casado, preparando los huevos a la cazadora, uno de los platos característicos de La Mielga. - Foto: Jonathan Tajes

Cuenta la leyenda que hace muchos años en la torre de la iglesia de Ciguñuela crecía mucha mielga (alfalfa cuando se cultiva), por lo que el alcalde de entonces decidió que entre los mozos del lugar subieran una yegua para que ésta se la comiese. La izaron con una cuerda... con trágico final, ya que la yegua murió asfixiada. De esta historia, a Ciguñuela se la conoce como el pueblo de la mielga. Y de este nombre y de la leyenda surgió el del Mesón La Mielga, hoy a los pies de la iglesia de San Ginés aunque con algunos años más de existencia en la cercana localidad vallisoletana.

«Abrimos en febrero de 1985 en un local que era del Ayuntamiento y que nos lo alquiló en la plaza. En 2008 nos mudamos a donde estamos ahora, que entonces era un corral de ovejas», señalan Carmen Casado y Juan Miguel Castaño, al frente desde sus inicios de este establecimiento hostelero, referencia en el pueblo y en el Camino de Santiago-Camino de Madrid: «La verdad es que recibimos, mejor dicho recibíamos antes de la pandemia, a muchos peregrinos ya que el pueblo tiene un albergue y se encuentra en ese Camino de Madrid. La mayoría extranjeros». Y da fe de ello, y nunca mejor dicho, la multitud de postales que tienen en una especie de pequeño museo, llegadas de Argentina, China, Australia, Estados Unidos... «Son de los que pasan por aquí a comer y luego nos envían una desde su lugar de residencia», señala Carmen mientras cuenta alguna anécdota, como cuando llegaron unos bielorrusos que no sabían ni inglés ni español y tuvieron que valerse del traductor de google para pedir sus platos. «Lo que saben decir todos es vino y Ribera de Duero», añaden con una sonrisa.

Juan Miguel trabaja en hostelería desde los 15 años, pasando por el Lucense o el Rincón de la Marquesina. «Hubo un momento en el que quise poner algo por mi cuenta y me decidí por mi pueblo», revela. Él manda detrás de la barra y en la cocina lo hace Carmen, de Robladillo, con la ayuda los fines de semana de su hija Paloma, que ha estudiado Cocina.

Empezaron con algunos pinchos y dando menús del día, con mucho éxito por ejemplo entre los trabajadores que fueron construyendo el barrio de Sotoverde en Arroyo: «Hacíamos hasta tres turnos de comidas por entonces». 

Así que buscaron un local más grande y se ubicaron a los pies de la iglesia. Aquí cuentan con dos comedores de interior y una amplia terraza, para unos 65 comensales. Y aquí siguen ofertando sus menús diarios, por 10 euros; o de fines de semana, por 20. «Todo casero, comida castellana cien por cien», relata Carmen. Así los jueves de invierno, el cocido es sagrado. La casquería, con los callos, el morro o la oreja, también es algo que dominan. Y bien conocidos son sus arroces, «de conejo, de bogavante, el negro con chipirones», sus garbanzos con langostinos, «que me dio a conocer un camionero de Asturias paso a paso, ya que era una receta de su familia», o los huevos a la cazadora, con historia propia: «Cuando estábamos en la plaza venían muchos cazadores y un día uno me pidió el plato así, unos huevos a la cazadora. Le respondí que si los quería fritos y a partir de ahí es uno de los platos que más triunfa». Ajo, pimentón, vinagre y mucho pringue es el éxito del mismo.

La cercanía del campo de tiro El Rebollar, el paso de los peregrinos y que es una de las rutas ciclistas más frecuentadas de la provincia hacen que el Mesón La Mielga sea parada y posta de muchos vallisoletanos y muchos otros de fuera, en busca de su torrezno, de esos huevos o de un plato caliente... castellano.