Los capitanes de la paloma

Jesús Anta
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El Catarro es quizá el alias más conocido en Valladolid

Los capitanes de la paloma

El Catarro es quizá el alias más conocido en Valladolid, desde que allá por la primera década del siglo XX comenzó a hacerse popular por los rescates de ahogados en el Pisuerga. Mas, su popularidad creció exponencialmente a partir de que Marcelino Martín Pérez, uno de los Catarro, pescador profesional, comenzara a gobernar una barca de recreo en el lago del Campo Grande. La Paloma se llamó aquella primera barca que aún conserva su nombre y que comenzó a desplazarse suavemente en 1935, año en el que Marcelino obtuvo la correspondiente licencia municipal.

La barca, cuyos pasajeros, sean chicos o grandes, siguen atentamente las historias que va contando el barquero, está ahora capitaneada por Alberto Gutiérrez Gallego, nieto de Luis Gallego Martín (y sucesor de Marcelino), que hasta 2011 y durante 34 años surcó las aguas del lago tocado con su gorra marinera.

Alberto es la tercera generación de una saga que fundaron Marcelino y su hermano Juan, famosos desde principios del siglo XX por su conocimiento de las procelosas aguas del Pisuerga y peritos rescatadores de las personas que se ahogaban en el río, cosa que ocurría con harta frecuencia. Pero cierto es que quien mayor reconocimiento tuvo por su labor en el Pisuerga fue Juan.

Raro era el mes que la prensa no publicaba una noticia sobre algún ahogamiento en el río, bien fuera fortuito, producto de la impericia de quienes alquilaban una barca de recreo, de temerarios bañistas, o de los individuos que decidían dejar este mundo voluntariamente arrojándose a las aguas del Pisuerga.

Marcelino, al igual que Juan, se ganaba la vida con el producto de la pesca en el río. Rentas a las que posteriormente sumó las obtenidas por el alquiler de barcas de recreo durante la época estival, compaginada más tarde con las pesetas ganadas con la barca (trainera la llamaban) del Campo Grande.

A ello añadían las gratificaciones que el Ayuntamiento les concedía por cada cadáver que sacaban del río. Un importe que también recibían otros pescadores por la misma desagradable tarea... aunque los Catarro, como desde siempre se les conoció, despuntaban sobre el resto por el conocimiento de las corrientes y pozas cambiantes del fondo del Pisuerga. También conseguían rescatar del río personas con vida.

Como se ha dicho, el negocio principal de Marcelino estaba en la pesca y alquiler de barcas y para tal fin tenía el permiso de establecer una caseta merendero que utilizaba de encerradero y punto de vigilancia de sus barcas. Esta caseta, que durante unos años estuvo instalada en las inmediaciones del Puente Mayor, aún pervive en las inmediaciones del embarcadero de la Leyenda del Pisuerga. Por cierto, eran unas cuantas las casetas parecidas que además de alquiler de barcas ofrecían servicio de merendero o venta de bebidas.

Puede ayudar a entender parte de los avatares de la saga de los Catarro, saber que el negocio del alquiler de barcas lo inicia y mantiene Marcelino. Que Lucio heredó el negocio, y que Luis, su primo, le ayudó hasta que en 1976 se puso a colaborar con su tío Marcelino en la barca del Campo Grande, trabajo e ilusión que tuvo hasta cumplidos los ochenta años, y que ha heredado su nieto Alberto.

MERECIDOS RECONOCIMIENTOS

Muy ilustrativo del quehacer de los Catarro es el dictamen de la Comisión de Hacienda de abril de 1923, que acordó que a Juan Martín y su hijo Guillermo, se les fijara una recompensa  de 100 pesetas por el acto humanitario de salvar a cuatro jóvenes. Tantas fueron las ocasiones en las que intervino alguno de los Catarro que en marzo de 1927 el Ayuntamiento solicitó para Juan una condecoración que, finalmente,  le concedió  el gobernador civil: la Cruz de la Beneficencia, con distintivo blanco y negro. Y sabemos que desde 1935 Marcelino fue formalmente encargado por el Ayuntamiento de la vigilancia del Pisuerga, así como de la extracción de cadáveres, producto de lo cual recibía una subvención anual. A todo esto hay que advertir que hay varios ‘Catarro’ (todos familia) relacionados con el río: Marcelino, Guillermo, Juan, Lucio y Luis. A Marcelino el Ayuntamiento le ha dedicado el paseo bajo de las Moreras; y a Luis le recuerda una placa fijada en las piedras que bordean el lago del Campo Grande. En la foto del Archivo Municipal, Marcelino hacia 1970.