El lago guarda el secreto del crimen de David

A. G. Mozo
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La búsqueda en el lago impulsa la investigación del homicidio de abril en Laguna. La presencia de la Guardia Civil rastreando el agua en pos del arma del crimen ha desencadenado «numerosas» llamadas de personas que han abierto nuevas pesquisas

Búsqueda del GEAS de la Guardia Civil en el lago artificial de Laguna de Duero - Foto: PHOTOGENIC

Hace diez meses que la Guardia Civil da vueltas a un enigmático crimen para el que no termina de encontrar respuestas ni nombres. David tenía solo 18 años cuando fue asesinado en plena calle, en el sepulcral silencio de una noche de confinamiento en 'su' Laguna de Duero, muy cerca de su casa y en medio de un parque situado a unos metros de una de las principales vías de acceso a la populosa zona de Torrelago. Las pesquisas, por ello,  siempre han apuntado a que David tuvo que ser matado con el ímpetu de un homicida accidental, un agresor que no pudo planificar el ataque y que abandonó allí mismo el cuerpo y emprendió una prolija fuga que transita ya hacia su primer año.

La investigación del crimen está en manos de la Unidad Orgánica de Policía Judicial (UOPJ) de la Comandancia de Valladolid y bajo secreto sumarial del juez que lleva el caso. Esta semana se ha ordenado al Grupo Especial de Actividades Subacuáticas (GEAS) la búsqueda de indicios vinculados con el crimen en el emblemático lago que hay en el municipio, situado precisamente junto al parque en el que apareció el cuerpo sin vida de David y que no había sido inspeccionado hasta el momento.

En este homicidio habría dos armas del crimen y ninguna se ha hallado hasta ahora. Una sería el objeto contundente –se piensa que pudo ser una piedra– con el que el agresor dio un golpe mortal en el cráneo, en pleno rostro, a David; y la otra sería el arma blanca con el que se propinaron dos cuchilladas en la zona torácica del joven, que también eran mortales, por afectar a órganos vitales. La autopsia dejó claro también que hubo pelea, que la víctima opuso resistencia –en el cadáver había heridas defensivas– y que fue golpeado en numerosas ocasiones durante la refriega –el informe forense refería diversos hematomas–.

¿LA NAVAJA?

La búsqueda en el lago no es una idea peregrina de los investigadores, sino que llega tras haber recibido «alguna llamada» en la que los informantes aseguraban a la Guardia Civil que el arma estaba en el agua.

Y en pos de una navaja con la que intentar clarificar las cosas se plantaron el martes en Laguna de Duero los buzos del GEAS. Su sola presencia provocó un fenómeno sorprendente en la investigación, ya que la Guardia Civil empezó a recibir «numerosas» llamadas de personas que aseguraría, entre otras cosas, que en el agua estarían todas las pruebas no encontradas hasta el momento. Por ahora, no ha aparecido nada y de hallarse, habría que ver es un arma compatible con las lesiones del cadáver (de un filo o de doble filo, anchura de la hoja...) y, a continuación, buscar vestigios biológicos de la víctima y, sobre todo, del agresor, en forma de ADN o huellas.

El impulso a la investigación se produce justo a los diez meses de un crimen que ha llegado a estar en un callejón sin salida, después de que ninguna de las gestiones que se llevaron a cabo en las semanas posteriores al homicidio diesen los frutos esperados. Y ahora, cuando esta búsqueda en el lago pretendía dar un impulso al caso, la oleada de colaboración ciudadana ha provocado un efecto dominó para abrir nuevas líneas de trabajo.

Esas llamadas asegurarían que el secreto del crimen está en el lago y ese hilo se ha convertido en una vía de esperanza para los agentes que llevan el caso, después de que una gran parte de las gestiones hechas hasta el momento hayan resultado infructuosas.

AJUSTE DE CUENTAS

De lo trabajado a lo largo de estos diez meses se dibujan pesquisas que apuntan a un caso mucho más complejo que una mera discusión adolescente que se pudiera ir de las manos, sino que se trabaja en la hipótesis de un ajuste de cuentas a un nivel mucho más serio, con otro tipo de implicaciones.

David H.S. abandonó su casa al filo de las doce de la madrugada del 15 al 16 de abril. Lo hizo de una forma precipitada y en apariencia para un regreso casi inmediato, ya que se dejó el pijama bajo la ropa. El análisis forense del móvil de este joven de 18 años no ofreció datos relevantes a los investigadores, a pesar de que fue el medio por el que alguien le alertó de que debía bajar al parque que hay junto al polideportivo de La Laguna. Las grabaciones de seguridad de los negocios de la zona tampoco han aportado indicios relevantes, igual que los interrogatorios a amigos, conocidos y vecinos de David, un joven vinculado familiarmente con el mundo de la hostelería y que era muy conocido en Laguna, sobre todo en Torrelago.

Nadie vio nada hasta que, poco antes de las ocho de la mañana, un  hombre que paseaba a su perro se topó con el cadáver. Descalzo y con las zapatillas a unos metros, lo que hace pensar que intentó huir hasta arrastrándose, pero el agresor (o agresores) fue implacable con él. El resto es un secreto que se oculta en el lago.