La llegada de las fiestas navideñas cada año se adelanta más. Aún recuerdo cuando el puente de la Constitución y la Inmaculada eran la fecha señalada para el pistoletazo de salida, el momento en el que se encendía la iluminación callejera, los comercios lanzaban la campaña de ofertas y los turrones y el champán se ponían en los lugares con más visibilidad de los lineales. Todo eso ha cambiado. Ahora ya todo se dispara a partir de mediados o finales de noviembre y, por lo tanto, se alarga durante más de un mes una campaña de consumo y ocio que pretende reactivar la economía local con el apoyo a los comerciantes y sectores hosteleros en una situación delicada tras año y medio de pandemia en los que han sufrido muchas restricciones y pérdidas.
Valladolid no se queda a la zaga y será la próxima semana cuando 60 calles enciendan los dos millones de puntos led para ambientar unas fiestas entrañables que se han convertido, en muchos casos, en fechas de consumo y turismo. Precisamente, tras las dudas y la incertidumbre del pasado año, el Ayuntamiento ha querido este año potenciar la Plaza Mayor como escenario de un gran mercadillo navideño en busca de los miles de turistas que aprovechan los puente o vacaciones para visitar los tradicionales puestos de artesanía o productos típicos navideños en ciudades de Alemania, Austria, República Checa u otros países de Centroeuropa. Este atractivo en el centro neurálgico de la ciudad, con un entorno peatonal y lleno de comercios cuenta con un fuerte potencial para ganar visitantes, tanto los propios vecinos de la capital y provincia como personas llegadas de otras ciudades de nuestro entorno. Desde luego, el objetivo es interesante y puede convertir a Valladolid en un destino navideño de los más importantes de España e incluso atraer turismo internacional, no obstante para ello hay que perseverar y organizar actividades entorno a este escenario navideño con música, exposiciones, belenes, etc.
Por otro lado, estas navidades recuperan su esplendor tras las dudas, temores e incertidumbres del pasado año cuando las reuniones familiares estuvieron restringidas y los encuentros sociales se eliminaron casi completamente a causa de la pandemia. La vacunación contra la covid parece que este año nos dará la oportunidad de volver a celebrar unas fiestas normalizadas, con la vuelta de las cenas de empresa y de amigos o de los cotillones de nochevieja. La oferta ya está en la calle y la demanda es importante. Hay ganas de reunirse, de celebrar y festejar la vida, aunque sin olvidar que todo ello hay que hacerlo con prudencia y las medidas sanitarias para evitar la transmisión del virus de la covid que todavía se encuentra entre nosotros. La incidencia está subiendo diariamente y habrá que tomar medidas, entre las que estarán nuevas restricciones al menos para los no vacunados, por lo que habrá que tener especial cuidado con el mes que aún resta para las fiestas navideñas.
Y no me gustaría concluir sin una pequeña reflexión sobre otra pequeña incertidumbre que se cierne en estas fechas: la conflictividad laboral y el colapso de la distribución. El retraso en la llegada de suministros, juguetes y otros productos no parece que pueda provocar una situación grave, pero queda alguna duda si añadimos las huelgas convocadas en el sector de los medianos supermercados, el transporte o el sector cárnico. La navidad es un momento en que el consumo se incrementa exponencialmente y ello es muy importante para una reactivación económica que debe continuar en los próximos meses para consolidar un crecimiento que ponga rumbo al futuro. La navidad puede ser el inicio de ello y hay puestas muchas esperanzas en unas fiestas que vuelven con fuerza a una sociedad que quiere quitarse de encima los temores de la pandemia.