Esta semana me ha enviado una foto suya por su cumpleaños. Está en Estados Unidos estudiando. Me ha dicho que quiere ser médico para ayudar a las personas». Emocionado y con un cierto grado de satisfacción personal, el bombero leonés afincado en Valladolid Óscar Vega relata que aún mantiene el contacto con el niño Regi, a quien rescató de entre los escombros en una misión de ayuda humanitaria tras el terremoto registrado en Haití hace diez años. Cuenta con una alegría evidente que todos los días que habla con el menor, que ya tiene doce años y que reside en Maryland (EEUU), le da las gracias. «Yo le digo que no tiene que hacerlo, pero siempre lo hace».
Recuerda que durante el primer año tras el rescate mantuvo el contacto con los padres del menor a través del correo electrónico, pero que después lo perdió y no volvió a saber nada de los padres de Regi ni tampoco del menor. Sin embargo, a raíz de una visita del niño hace dos años a Valladolid han retomado un contacto que ninguno de los dos quiere perder. «Desde ese momento sí hablamos y también con su madre que ahora es enfermera», comenta Vega desde el Parque de Bomberos de Valladolid.
En esa visita, Regi tuvo la oportunidad de conocer a los dos hijos, de 6 y 7 años, del bombero «y la verdad es que se lleva fenomenal con ellos». El menor haitiano estuvo en la ciudad durante dos días, que aprovechó para conocer Valladolid. «Estuvimos dando una vuelta para que la familia lo pudiera conocer», relata el bombero con una emoción contenida.
Asegura que tiene «muy vivos» los recuerdos de aquellos momentos en los que, junto a sus compañeros y los perros del Cuerpo Nacional de Policía y la Guardia Civil, pudo llegar hasta el lugar exacto donde se encontraba el menor y pudo rescatarlo. Relata aquella vivencia con una especial claridad a pesar de que ya han pasado diez años. Recuerda que aquellas jornadas en Haití después del terremoto fueron «especialmente intensas», ya que su grupo fue de los primeros en llegar a la zona y todavía se podía ver el polvo en suspensión después de la fuerte réplica que sacudió al país. Acudió junto a otros seis bomberos y dos perros procedentes de Castilla y León y les asignaron la zona de la Universidad, ya que el terremoto se produjo cuando había estudiantes en clase.
Afirma que los habitantes que se pudieron encontrar estaban muy alterados, aunque había una pareja, los padres del niño, que solicitaban ayuda de una forma muy vehemente debido a que oían el llanto de su hijo entre los escombros. «Teníamos una zona asignada y nos permitían salir de la zona. Se lo pedimos y al final pudimos ir». Tanto Óscar como sus compañeros se pusieron a trabajar en la zona, pero la operación era delicada. «Estábamos trabajando en un edificio de dos plantas que no levantaba más de un metro y medio del suelo después del derrumbe».
Poco a poco fueron retirando las rocas y el resto de elementos en una carrera desenfrenada por alcanzar al menor. «Le oíamos y era como un gato pequeño». Recuerda que llegó el momento en que vieron al niño, que entonces tenía solo dos años, y se dieron cuenta que de que estaba junto al cadáver de su abuela. «Se habían intentado esconder debajo de una mesa y su abuela estaba muerta».
con un gato hidráulico. Tenían miedo de que el menor tuviera un tablón clavado en un costado, aunque luego pudieron observar que la madera podía estar sujetando algunas piedras que se podía caer encima del niño, que se encontraba bien. «Le pudimos dar agua». Llegó el momento de extraer al menor gracias a que encontraron un gato hidráulico para asegurar la zona. «Le dije: Vamos que te vienes conmigo y mis compañeros tiraron de mí para sacarnos a los dos». Ese momento no se le va de la cabeza, salir del agujero los dos juntos. Un momento que unió dos vidas para siempre. ?