Un museo de restauraciones fallidas

Agencias-SPC
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El 'Ecce Homo' de Borja solo fue el inicio de una larga lista de obras del patrimonio español que han dado la vuelta al mundo después de una reparación que no acabó como se esperaba

Un museo de restauraciones fallidas

La figura escultórica en la fachada de una céntrica calle de Palencia se suma a una larga lista de fallidas «restauraciones» del patrimonio español que encabeza el famoso Ecce Homo de Borja. Son tantas que podrían tener su propio museo, aunque el gremio de restauradores lo considera un auténtico «acto vandálico».
«Eso no es una restauración, eso es un acto vandálico», denuncia el presidente de la Asociación Profesional de Conservadores Restauradores de España (ACRE), Francisco Manuel Espejo Jiménez. De la misma manera que «solo los médicos pueden curar y ejercer la medicina», solo los restauradores deberían estar acreditados para intervenir en el patrimonio, reclama. La intervención del edificio de Palencia, que al parecer fue realizada hace varios años pero que ha saltado ahora a los medios tras la denuncia de un pintor de la ciudad, probablemente fue hecha por alguien sin una titulación específica. «Un conservador jamás haría algo así», zanja.

Un museo de restauraciones fallidas

El desaguisado -que la comunidad de propietarios se ha comprometido a solucionar- fue recogido en medios nacionales e internacionales de todo el mundo y recuerda al del Ecce Homo de Borja (Zaragoza) y a su improvisada autora, Cecilia Giménez Zueco, cuya desastrosa obra consiguió dar la vuelta al mundo y acabó con la ciudad convertida en un lugar de peregrinación de curiosos. 

Un museo de restauraciones fallidas

Según recuerda este especialista, solo saltan a la palestra aquellas intervenciones que «quedan mal» -como ocurrió en el caso de Borja o con la realizada en Palencia, que ha convertido la estatua en poco menos que un monigote- pero hay restauraciones que, aunque a primera vista parece que quedan mejor, también son «un atropello» al patrimonio nacional.
Es bastante habitual el repintado y retallado de imágenes religiosas, que no las llevan a cabo especialistas y que terminan convirtiéndose en obras completamente diferentes, se pueden encontrar en iglesias de toda España y apenas llaman la atención.
Fue lo que pasó en Rañadoiro (Asturias) hace unos dos años, cuando una vecina repintó las tres tallas de la iglesia del pueblo, que está protegida, con vivos y llamativos colores -fucsia, verde o añil-, que seguro no se parecen en nada a las originales del siglo XV. La restauración permaneció a la vista de la veintena de habitantes del pueblo y con el visto bueno del cura durante meses y sin ningún escándalo, hasta que salió en procesión y alguien dio la voz de alarma.

Un museo de restauraciones fallidas

CEl Gobierno asturiano abrió expediente por la intervención, que consideraba «más una venganza que una restauración».
Para que una obra sea adecuadamente reparada tiene que seguir los criterios de restauración establecidos a nivel nacional e internacional y, sobre todo, «tiene que ser reversible», recuerda Espejo. «Hay que hacer mucha labor pedagógica», subraya el presidente de esta asociación, que denuncia la ausencia de la figura del restaurador profesional en las leyes de patrimonio nacional y regional, así como una homologación en las titulaciones de esta ocupación.
Pero el Ecce Homo de Borja, la figura de Palencia o las estatuas de Rañadoiro no son casos únicos. Hace unos meses, en Valencia un propietario llevó una copia de una Inmaculada de Murillo a limpiar y le devolvieron una imagen de la Virgen prácticamente irreconocible y más propia de un niño, lo que la ha llevado a conocerse como el Ecce Homo de Valencia.

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Tampoco se quedó atrás el monigote de pelo negro y coloretes que se descubrió hace un par de años en la Parroquia San Sebastián de Reinosa (Cantabria).

Un museo de restauraciones fallidas

Allí, en lo alto de su retablo mayor, alguien pintó una cara sonriente como sustituta a un ángel tallado que había desaparecido tiempo atrás, aunque nunca se supo el autor ni la fecha de la restauración.
Más lejos llegó en 2018 la restauración de la parroquia de San Miguel de Estella (Navarra).

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Donde antes había una imagen de San Jorge apareció un personaje que se parecía más a Tintín y que también dio la vuelta al mundo. El revuelo se saldó con dos multas, para el encargado de la intervención y para la propia iglesia (6.000 euros), y el gasto de más de 30.000 euros para una restauración completa por parte del Arzobispado.


En Canadá

Estos casos no son únicos en el mundo. Según el presidente de la ACRE, «por desgracia» también pasan en otros países. El niño Jesús de Ontario, en Canadá, es buen ejemplo de ello. Se trata de una escultura que dio la vuelta al mundo en 2016, después de que, tras más de un año decapitada, una artista local intentara restaurar su cabeza. El problema llegó cuando la mujer usó un material completamente distinto al de la obra original. El resultado fue tan desastroso que se convirtió rápidamente en carne de meme.
Restauraciones desastrosas que también se han hecho hueco en el mundo de la arquitectura. Es el caso del Castillo de Metrera, en Cádiz, una fortaleza del siglo IX que en 2016 sufrió una reforma que colocó un muro rectangular sobre sus zonas antiguas, borrando cualquier rastro de la edificación de la época.

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Ante este panorama, Espejo lo tiene claro: la regulación del sector es importante pero también hacer «pedagogía entre el público». El experto cree que lo que está en juego ahora mismo con estas intervenciones es el patrimonio nacional que, sobre todo, habría que dejar en las mejores condiciones posibles a las siguientes generaciones.