Alma y pasión por la cocina tradicional

M.B
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Chuchi Ferrón nos descubre los secretos de la cocina de Brasería El Peregrino, en el barrio de La Rondilla

Chuchi Ferrón, Brasería El Peregrino. - Foto: Jonathan Tajes

'Para Chuchi El Peregrino’. Así le dedicó Javier de Sola Rey su libro ‘Negra conjura’ allá por 1993, justo en Año Santo Jacobeo, a Chuchi Ferrón, cuando este zamorano de nacimiento y vallisoletano desde hace más 40 años, andaba con ganas de hacer el Camino de Santiago. «No lo hice pero el nombre lo usé luego», recuerda no sin cierta sonrisa el hoy dueño y cocinero de la Brasería ElPeregrino, un local de cocina tradicional y con mucha más historia que la que empezó a escribir él mismo en 2003. 

El Peregrino, como le conoce todo el mundo, se encuentra hoy al lado del Centro de Salud La Magdalena en La Rondilla, donde en los años 60 del pasado siglo se abrió el Americano, un café-bar con un pequeño comedor en la planta baja. «Cuando entré hicimos una reforma entera, cambiando la ubicación del comedor, de la cocina...», recuerda Chuchi, que se hizo con el local en 2003 y abrió la que es hoy la Brasería en julio de 2004. Aunque los primeros meses optó por estar fuera de los fogones, pronto regresó a un lugar que le apasiona.

Natural de Quintanilla de Urz (Zamora), a los 14 años ya estaba en La Rondilla de pinche de cocina, detrás de una barra... «El punto de partida fue el Cruz-Mar, aquí en Portillo de Balboa; y salvo un año en el Burbujas, enfrente del Clínico, donde ya empecé a llevar la cocina; y seis meses en Paseo Zorrilla, el resto de mi vida siempre ha sido en el barrio», señala este restaurador, que arrancó como autónomo en la Taberna Yayo’s y que reconoce que empezó en el oficio porque «había que trabajar». 

Su cocina es tradicional, «nos gusta el producto de cercanía», con sus arroces, sus guisos, sus carnes, sus pescados... «Hemos ido cambiando. Abrimos con la idea de hacer muchas cosas a la brasa, pero no podíamos meter gas y leña, así que nos hemos ido adaptando. Primero con tablas como especialidad y ahora más con esta cocina tradicional, con menús del día entre semana y carta los fines de semana», expone Chuchi, al frente de los fogones, en los que cuenta con la ayuda de Mari Paz.

Su menú diario consta de seis primeros y seis segundos, más pan, bebida y postre, y sale por un precio de 11 euros: «Tenemos uno especial, por 18 euros, donde metemos algunos diferentes en los segundos». Aunque abría solo para comidas; y viernes y sábados para comidas y cenas, tiene la idea de, cuando se supere la pandemia y se levanten las restricciones, doblar también turno entre semana gracias a una terraza.

Potajes, lentejas, cocidos, cordero en caldereta, pollo de corral, pulpo a la gallega, «que le cocemos nosotros, algo poco habitual en estos tiempos», carne de vacuno curada, tartar de atún rojo... sus platos tienen mucha fama, no solo en el barrio: «La verdad es que estamos situados en un lugar estratégico, cerca de las pistas de atletismo Río Esgueva, de la Universidad... así que viene gente del deporte, de la propia Universidad... de La Rondilla y de otros barrios». Ahora, debido a esas restricciones, oferta algunos de los que habitualmente tiene en carta a un precio más asequible para llevar, como ese pulpo, unas mejillas de rape con langostinos y almejas o bacalao al estilo de Valderas: «Buscamos que sean platos sencillos para llevar, porque si preparamos un menú del día se complican con primero, segundo...».

Con una capacidad sin restricciones para 32 comensales, Brasería ElPeregrino, como el resto de restaurantes de Valladolid, se ha adaptado: «No queda otra».