Las ladronas de casas vuelven a la carretera

A. G. Mozo
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Las bandas itinerantes especializadas en los asaltos a pisos retoman su actividad después de meses 'dormidas' por el estado de alarma. Llegan desde Croacia para la campaña estival y se asientan durante una semana en La ciudad para estudiar objetivos

Ladronas itinerantes de pisos detenidas hace unas semanas en Elche. - Foto: Policia

No van con pasamontañas por la calle, pero su oficio es robar. Se desplazan de ciudad en ciudad en pos de objetivos que atacar, puertas que violentar, casas que desvalijar... Solo quieren joyas y dinero, y esfumarse antes de que el goteo de denuncias ponga en alerta a la Policía. Las bandas itinerantes de ladrones de pisos han vuelto ya a la carretera tras meses ‘dormidas’, obligadas por las restricciones de una pandemia que limitaba la libre movilidad y les complicaba su negocio. Ahora ya se han reactivado aprovechando el fin del estado de alarma y están en plena ‘campaña’ estival, que es la mejor para estas organizaciones que solo actúan en pisos vacíos.

Cada verano, Valladolid sufre más de un centenar de robos en pisos. En los últimos cuatro años, se ha registrado una media de 137 asaltos durante los tres meses estivales, es decir, más de uno al día; tres cada dos jornadas, para ser precisos. Las fuerzas de seguridad lo saben, pero también admiten la dificultad que tiene dar con estos delincuentes. «Se mueven con la premisa de no pasar más de una semana en una misma ciudad, antes se alojaban en hoteles y pensiones, y después optaron por los pisos turísticos. Llevan documentación falsa y visten bien, con lo que, a priori, nada haría sospechar que no son dos turistas más en la ciudad», argumentan las fuentes consultadas por El Día de Valladolid, que explican que, «ahora los grupos más activos son los de las croatas».

El despliegue de estas bandas por todo el país ha sido especialmente llamativo tras decaer el estado de alarma y el inicio del verano. Se han ido sucediendo detenciones en Málaga, Elche, Vigo... y Valladolid, donde caían dos de estas presuntas ladronas en medio de una de sus batidas, en este caso en Parquesol. Fue el primer viernes de junio –ellas suelen actuar preferentemente en fin de semana, porque así es más fácil que los moradores no estén–, una vecina avisó a la Policía de que alguien había entrado en su casa y el despliegue policial permitió dar con ellas y resolver varios casos más que se habían denunciado en los días previos, en el Cuatro de Marzo y Villa del Prado, además de en otras ciudades como Lugo, León y Sevilla, lo que da idea de la intensa itinerancia de esto grupos.

COLABORACIÓN CIUDADANA

La colaboración ciudadana, la célere llamada de esa víctima, permitió acotar la zona de búsqueda y dar con ellas cuando aún estaban en el barrio de Parquesol, rastreando más objetivos, más pisos en los que entrar. Los policías que dieron con ellas descubrieron que no solo iban «bien vestidas», sino que también llevaban «gran variedad de ropa en sus bolsos», para cambiarse constantemente y dificultar así su identificación, en el caso de que algún vecino sospechase de ellas y se quedase con su descripción, con su cara... También llevaban consigo un plástico recortado usado para la apertura de puertas por el método del resbalón, un par de guantes y 600 euros. Estaban especializadas en el método del resbalón pero no tenían ningún problema en forzar la cerradura a las bravas si se les resistía, que es precisamente lo que sucedió en ese robo del barrio de Parquesol.

Estas dos mujeres se alojaban en un hotel cercano a la capital, desde el que se dirigían a otras provincias limítrofes, «generalmente en barrios a priori pudientes», donde pueda haber dinero en efectivo y joyas en las viviendas. Una vez ha pasado una semana, llega el momento de desaparecer, entregar el botín a una de las personas de contacto de la organización (para que lo saque del país) y seguir trabajando hasta que caen detenidas: «En ese momento, aunque suelen quedar en libertad, entienden que ya están ‘quemadas’ y las ponen a ‘descansar’ durante un tiempo», detallan las mismas fuentes.

Las croatas están especializadas en el método del resbalón. Se valen de un plástico duro, recortado de un bote de gel o de lavavajillas, que se embadurna en aceite para poder meterlo entre el marco y la puerta y proceder a ‘bajar’ la cerradura. Actúan con «extrema rapidez» y desechan las viviendas que estén cerradas con llave.

Es ahí donde irrumpen otro tipo de ladrones de casas, oriundos también de países de Europa del este, aunque, fundamentalmente, de Georgia. Ellos y los búlgaros son especialistas en el método del ‘bumping’ y la ‘magic key’, con los que se pueden abrir cerraduras más complejas, tanto las llamadas ‘multipunto’ (lo llevan a cabo con una llave maestra con un muelle, para, mediante unos golpecitos, conseguir hacer saltar los pistones en menos de un minuto), como las de ‘pala’, que hay instaladas en las puertas acorazadas (la ‘llave mágica’ es un instrumento que usan los cerrajeros).

A partir de ahí, los siguientes métodos para violentar las puertas incluyen ruido y, por tanto, mucho más riesgo. El apalancamiento (de toda la vida), el ‘revienta bombines’ y el extractor de bombines son unas técnicas «muy nacionales», ladrones que no forman parte de bandas y que «van por libre», que actúan en «pisos de fácil acceso para llevarse lo que encuentran».

SIEMPRE VACÍAS

Solo coinciden con las bandas itinerantes del este de Europa en la búsqueda de casas vacías. Las fuentes consultadas por este periódico explican que eligen bloques de pisos al azar, llaman al timbre de abajo, en el portal, y, si no les contesta nadie, entran. Suben al piso elegido, llaman varias veces, ponen la oreja para ver si no hay ruidos y, si todo está tranquilo, pues entran.

En otras ocasiones, sobre todo en verano, algunas bandas colocan pequeños plásticos transparentes a modo de testigos en las puertas de sus posibles víctimas, de modo que si, al cabo de unos días, no se han caído al suelo, ya saben que los moradores de esos pisos están de vacaciones y pueden actuar con tranquilidad en varias viviendas a la vez.

Las estadísticas delincuenciales dicen que cada verano, se registran en España unos 25.000 robos en viviendas; de media, en cada hora estival, hay ladrones entrando en doce pisos simultáneamente. «Esta es la peor época del año porque la gente pasa mucho tiempo fuera de casa y eso da más margen al ladrón y menos a la investigación, porque la denuncia suele llegar muchos días después del robo», aseguran estas fuentes.

EL VERANO

Los asaltos estivales en viviendas se suelen concentrar en las ciudades, aprovechando que los moradores están de vacaciones o en el pueblo. Esto contrasta con los robos invernales, que suelen producirse en las zonas rurales, en las segundas viviendas. Pero el objetivo es siempre que no haya nadie dentro, que no se convierta en un robo con violencia, al punto de que la proporción de robos en casas vacías y habitadas «no llega a una de cada cien» en Valladolid.

Los consejos para evitar asaltos veraniegos pasan por conseguir que la casa dé sensación de estar habitada, dejando incluso la radio puesta para disuadir a los ladrones. Un clásico es no dejar bajadas las persianas y que se vacíe el buzón, así como no desconectar el timbre, ni guardar copia de la llave debajo del felpudo. Asimismo, los expertos policiales aconsejan no dejar en el domicilio dinero ni joyas o que se oculten en la cocina o el baño, que son los lugares «donde no suelen buscar los ladrones». Y junto a esas recomendaciones, las de los nuevos tiempos, evitar la difusión en redes sociales de sus destinos y movimientos estivales.