'Picasso. Tierra y fuego' cierra con más de 15.000 visitas

Ical
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En la exposición de Las Francesas puede verse una cuidada selección de cerámicas del universal artista junto a algunos grabados relacionados con las obras

Cerámicas y grabados de Picasso en Las Francesas

La exposición ‘Picasso. Tierra y fuego’ cierra sus puertas el próximo domingo en la Sala Municipal de Exposiciones de Las Francesas después de haber recibido a más de 15.000 visitantes. En la exposición puede verse una cuidada selección de cerámicas del universal artista junto a algunos grabados relacionados con las obras, se reflexiona sobre los recursos expresivos que Picasso emplea en los diferentes medios artísticos y la relación existente entre ellos.

El empleo del color o del monocromo se vehicula por igual tanto en los dibujos y los grabados como en sus cerámicas, estableciendo los paralelismos que suceden entre ellos. Picasso explora todo el potencial expresivo de este medio, bien repitiendo las formas tradicionales o buscando sistemáticamente en todas direcciones, a partir de dichas tradiciones o contra ellas.

La cerámica fue uno de los medios favoritos empleados por Picasso al que se dedica intensamente en su madurez creativa. A su muerte, la colección personal de Pablo Ruiz Picasso contaba con más de 3.000 cerámicas. Una de las claves para analizar su labor de ceramista reside en la fascinación ante el proceso de transmutación casi mágico que sufren los colores durante la cocción. Esta disciplina artística ofreció a Picasso posibilidades que otras no le permitían. Por otro lado, satisfizo su voluntad de llegar a un público más amplio gracias a la seriación, al igual que había realizado anteriormente con su obra gráfica.

Picasso desarrolló su faceta como alfarero en varias tentativas a lo largo de su carrera, pero no fue hasta 1947, con 66 años, cuando comenzó a trabajar con materiales cerámicos en el sur de Francia, en el taller Madoura que su amiga Suzanne Ramié poseía en Vallauris. Tras la catástrofe de la Segunda Guerra Mundial y sus consecuencias, Picasso evocó los orígenes de la actividad humana artística y ritual, connotada de una simbología arquetípica muy rica. Platos, jarras y vasos de la producción corriente de Madura se unieron a formas y esculturas cerámicas creadas por él mismo.

La cerámica de Picasso posee una fuerza semántica conceptual debido a la utilización de la superficie y el volumen como superficie para pintar o como una unidad constructiva, como un significante para su utilización como metáfora del cuerpo humano o animal. El objeto utilitario transformado así en elementos escultóricos per se. En julio de 1948 comenzó a darse a conocer el fruto de su trabajo con la cerámica. Picasso participó en la exposición anual de Vallauris como uno más de los ceramistas locales y se convirtió en una costumbre en los años siguientes. Con motivo de esta exposición Picasso realizó el cartel anunciador y el éxito de esta exposición por su participación hizo que Vallauris se convirtiera en el centro de atención de artistas, literatos, la élite internacional, la aristocracia y las vedettes de cine.

Pero noviembre de 1948 marcó un antes y un después en la cerámica contemporánea. En París se expone por primera vez la cerámica de Picasso, quien, aunque no solía acudir a sus exposiciones, se trasladó con toda su familia para realizar personalmente el montaje. Esta exposición ampliamente comentada por la prensa produjo el efecto inmediato de que muchos otros artistas: pintores escultores y artesanos de todo el mundo fueran corriendo a buscar las alfarerías más próximas.