Rafael Monje

DE SIETE EN SIETE

Rafael Monje

Periodista


¿Seguimos improvisando?

26/12/2021

A ver si lo entiendo. En diciembre de 2019, las teles del mundo nos cuentan que en China está pasando algo raro y la gente se ríe con memes que muestran a pobres chinos que se cubren la cabeza con botellas para protegerse de un virus.
El omnisciente Fernando Simón copa los informativos para decirnos que habrá algún caso aislado de infección por coronavirus y que no nos preocupemos, que no hay que ser exagerados con las mascarillas. La consejera de Sanidad, en plena vorágine del Plan Aliste, no le va a llevar la contraria y recuerda que los síntomas se pasan con un poco de paracetamol. Acto seguido, vemos cómo 16 millones de italianos quedan confinados y ponemos las barbas a remojar.
El 14 de marzo de 2020 se decreta el primer estado de alarma -segundo, tras aquel cierre de Barajas- de la era Sánchez. Al día siguiente, nos sobrecogemos al escuchar al vicepresidente de la Junta de Castilla y León pedir mascarillas y demás equipamiento de protección individual para los sanitarios. Los ingresos hospitalarios arrecian y las unidades de cuidados intensivos no dan abasto.
El presidente del Gobierno pone la voz más meliflua que nunca para pastorear el rebaño y empieza a salir en largas comparecencias ante el atril, acompañado por militares y virólogos. Entretanto, se alude a un comité de expertos que marcan el ritmo de la sociedad en pandemia y, después, nos enteramos de que todo era un invento y de que tales expertos ni estaban ni se les esperaba.
De paso, nos damos cuenta de que España no tiene capacidad para producir mascarillas ni respiradores y hay voces que empiezan a decir que deslocalizar la producción estratégica y enviarla a China no parece ser algo positivo. Con el tiempo, nos daríamos cuenta de que no hemos aprendido nada.
La economía nacional e internacional cae en picado por motivos obvios. Las normativas improvisadas y los decretos emitidos a altas horas de la noche vuelven locos a propios y a extraños.
Los aplausos a las personas que trabajan en el sistema nacional de salud quedan preciosos a las ocho de cada tarde pero no sirven para que sus condiciones laborales sean las idóneas. 
Las empresas farmacéuticas más potentes del mundo demuestran que querer es poder y, respaldadas por un pasta gansa, desarrollan vacunas en tiempo récord. Pfizer se lleva las mieles y los contratos mayoritarios por ser la primera. Entretanto, la ciudadanía de a pie, que no sabe qué es el ácido ribonucleico, discute apasionadamente sobre por qué es mensajero.
Escuchamos constantemente aquello de 'vacunar, vacunar y vacunar'. La inmensa mayoría de la sociedad española se vacuna. Seguimos sin saber más que un poquito del virus, que presenta nuevas variantes, pero sabemos que no nos va a detener. 
En plena sexta oleada, las cifras de contagios y personas fallecidas vuelven a hacernos temblar. Hay rumores de un nuevo Apocalipsis. 
El Gobierno de España sigue azuzando a las autonomías, Sánchez y Ayuso se suben al ring y el despiporre sigue servido, con 17 versiones distintas para el mismo fin.
Y pregunto yo: ¿Seguimos improvisando?