Los estafadores discretos del Barrio España

A. G. Mozo
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Un empleado de una empresa de telefonía, su hermana y un amigo en paro integraban una incipiente banda especializada en la técnica del 'simswapping'. Clonaban tarjetas SIM y se hacían con el control de las cuentas bancarios de la víctima

Los estafadores discretos del Barrio España

No llevaban la típica vida de ostentación y lujo que suele propiciar el dinero ajeno. Su día a día dicen que era «gris», ni grandes dispendios, ni cochazos a la puerta de su piso franco. Su organización aún no era más que una incipiente banda de estafadores, pero la cosa iba bien, estaba empezando a rodar y ya se habían hecho con unos miles de euros, que, eso sí, también habían ido volando. Estaban convencidos de que la cosa iba bien, que podían seguir ampliando el ‘negocio’ sin temer por una detención. Eran discretos y adoptaban numerosas medidas de seguridad para tratar de eludir la acción de la Policía e ir engordando su ‘cartera’ de víctimas y su cuenta de resultados. Hasta que un día de finales de junio se estropeó todo, cuando los agentes del GIT (Grupo de Investigación Tecnológica) de la Brigada de Policía Judicial llamaron a su puerta.

La base de operaciones era un piso alquilado en el Barrio España. El día del registro estaban los tres allí. El cabecilla era un empleado de una subcontrata de un operador de telefonía y se encargaba de la ejecución material de la clonación de la SIM y la toma de control de las cuentas bancarias de la víctima. Los dos (presuntos) ‘machacas’ eran una hermana y un amigo, que se encargaban de las acciones de más riesgo. Los tres caían en el marco de la Operación PhoneSim, la primera en Valladolid contra el ‘simswapping’ y que ha permitido localizar por ahora a ocho personas estafadas, a las que les arrebataron unos 19.000 euros.

El ‘simswapping’ es uno de los múltiples tipos de estafa online que han ido surgiendo en los últimos años al albor de la generalización del uso de internet para compras, operaciones bancarias, relaciones sociales... Pero al contrario de lo que ocurre con muchos de los fraudes ‘puntocom’, en este no es necesario que la víctima caiga en el engaño o sea víctima de su avaricia para ser timada, sino que basta con que el estafador le ponga  en su punto de mira para encontrarse con que, un día cualquiera, su ‘smartphone’ no tiene línea; solo unos días después, descubrirá que su cuenta bancaria ha adelgazado.

UN 'SECUESTRO' DE LA SIM

Las víctimas descubiertas durante la Operación PhoneSim eran todas «de edades avanzadas». Por ahora son ocho vallisoletanos, pero los investigadores están convencidos de que podrían ser unos cuantos más los estafados por la novedosa vía del ‘simswapping’. «Este es un tipo de fraude que permite a los criminales robar la identidad de la víctima mediante el secuestro del número de teléfono, al obtener un duplicado de tu tarjeta SIM», algo que en este caso se descubrió que era ejecutado por el cabecilla de la banda, aprovechando su trabajo en una subcontrata de un operador de telefonía, donde «tenía acceso a los datos personales y económicos de los clientes» de la compañía, hasta el punto de que él «seleccionaba aquellos que veía más vulnerables por su edad», detallan fuentes de la Policía Nacional.

Cuando tenían la SIM duplicada en su poder, usaban un móvil «que ponían a nombre de una tercera persona» para descargarse la ‘app’ de banca online de la entidad con la que trabajase la víctima. Como tenían sus datos, introducían el DNI de la víctima en la aplicación para autenticarse y, a continuación, solicitaban cambio de contraseña por SMS que llegaba ya al terminal telefónico en el que estaba la SIM duplicada por estos estafadores, «accediendo de esta manera a la banca online de la víctima», que «en ese momento se quedaba sin línea de teléfono al no poder haber dos SIM activas asociadas a un mismo número», explican.

En ese punto, el estafador hacía un cambio de titularidad de la SIM, para que la víctima ya no pudiera recuperar la línea y le diera tiempo a llevar a cabo el mayor número de operaciones fraudulentas, antes de que se diera cuenta el perjudicado y denunciara los hechos. «Una vez que llegaba el SMS con la nueva contraseña al terminal telefónico bajo control de la banda, accedían a través de la aplicación a la banca online de la víctima y visualizaban sus tarjetas para vincularlas a otras ‘app’ y empezar a hacer reintegros en cajeros automáticos y pagos a través de ‘smartphone’».

ROSTROS CUBIERTOS

Ese era el papel de la hermana y del amigo del cabecilla. Desempleados en ambos casos, su principal objetivo era obtener dinero en efectivo en los cajeros, aunque también hacían compras. «Siempre cubriéndose el rostro para no ser reconocidos en las cámaras de seguridad».

También se ‘cubría’ el líder, quien invitó a su hermana y un amigo a entrar en la banda porque «él ya no podía con todo» y, básicamente, porque no quería exponerse, de modo que se dedicaba a hacerse con la información en su puesto de trabajo (donde ejerció de comercial, atención al cliente…) a través de las bases de datos de la compañía para, luego, empezar a clonar las  SIM y llevar a cabo todo el proceso hasta hacerse con el control de las cuentas bancarias de las víctimas.

Ninguno tenía antecedentes y los tres han quedado en libertad con cargos, pero cualquiera diría que no eran avezados criminales, a juzgar por las severas medidas de seguridad que adoptaban (rostros cubiertos, identidades falsas y de terceras personas) y la vida discreta que llevaban, valiéndose de un piso franco en Barrio España para sus operaciones y reuniones. El GIT les investigó durante nueve meses hasta conseguir que la Operación PhoneSim fuera un éxito, el primer golpe al ‘simswapping’ en Valladolid.