«En Eslovenia nos dijeron que ellos lo hicieron y que nosotros también lo podemos hacer. La vía eslovena es la vía de la libertad. (...) Los catalanes hemos perdido el miedo. No nos dan miedo. No hay marcha atrás en el camino hacia la libertad. Los eslovenos decidieron tirar adelante con todas las consecuencias. Hagamos como ellos y estemos dispuestos a todo por vivir libres». Estas fueron las contundentes palabras del president de la Generalitat, Quim Torra, que ayer causaron una ristra de reacciones, incluso entre sus socios, que no hicieron sino demostrar la soledad del político independentista en sus planteamientos más radicales y violentos.

Torra pronunció esta lapidaria frase en Bruselas (Bélgica), en el acto de presentación en sociedad del Consell per la República con Carles Puigdemont, y poco después de su viaje a Eslovenia, pero obvió hacer una reflexión previa: en aquella guerra entre el 27 de junio y el 6 de julio de 1991 murieron más de 70 personas y hubo 300 heridos.

En el Gobierno no le tembló el pulso a la portavoz, Isabel Celaá, que le contestó que «ni Cataluña es Eslovenia, ni España es Serbia» y opinó que las palabras de Torra «son absolutamente rechazables» e «insensatas», la misma línea que siguieron las reacciones de los partidos constitucionalistas.

Incluso desde las filas aliadas, el presidente del Parlament, Roger Torrent, evitó avalar la vía eslovena hacia la independencia y advirtió de que la senda que defiende ERC es la «escocesa», al ser «la correcta y la que nos hará ganar». Así lo aseguró ante la cárcel de Lledoners, tras visitar a los dirigentes independentistas encarcelados, entre ellos a los cuatro en huelga de hambre. 

«Hemos defendido siempre y seguiremos defendiendo la vía escocesa, que es la correcta y la que nos parece que nos hará ganar, porque conecta con el 80 por ciento de la población de este país y aporta una solución democrática al conflicto», indicó el dirigente republicano.