«Queremos que se vuelva a regular el periodo de rebajas»

Óscar Fraile
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El presidente de la Federación de Comercio y Servicios de Valladolid (Fecosva), Javier Labarga, considera que la medida que se tomó en 2012 sobre la liberalización de horarios de las rebajas no ha sido beneficiosa para el sector.

«Queremos que se vuelva a regular el periodo de rebajas» - Foto: Brágimo

¿Qué previsiones maneja Fecosva para la campaña de rebajas de invierno?

Las rebajas de invierno son muy importantes y creo que el sentimiento general de los comerciantes es que van a aumentar las ventas respecto al año pasado. El consumidor está esperando este periodo para adquirir calzado caro y ropa de abrigo. Creemos que la campaña de Navidad va a ser ligeramente superior a la de 2017 y, por lo tanto, creemos que las rebajas de invierno van a ser mejores, pero no para tirar cohetes.

Muchos comercios han comenzado las rebajas antes del 7 de enero. ¿Le parece bien?

Los pequeños comerciantes pueden hacer sus rebajas cuando quieran, pero nosotros reclamamos que vuelvan a estar reguladas, con un máximo de 60 días. Hay una anarquía tremenda porque hay establecimientos pequeños, medianos y grandes que están de rebajas desde mediados de diciembre. Aunque es verdad que los clientes siguen pensando que este periodo empieza después de Reyes o, al menos, al iniciar el año. Y la gran mayoría de los establecimientos siguen poniéndolas en esas fechas. Ahora bien, tenemos claro que esta reivindicación la tenemos perdida mientras gobierne el Partido Popular en la Junta, porque no tiene voluntad de regular nada de esto.

¿Qué consecuencias ha tenido para el sector estos seis años de liberalización de las rebajas?

Para el comerciante, malas. Hemos confundido a nuestros clientes y al final el empresario más astuto es el que se lleva el gato al agua.

¿Qué balance de 2018 puede hacer para el sector en Valladolid?

Un balance raro. En general, las ventas se han mantenido, pero a base de precio. Cada vez nos damos más cuenta de que hay dos factores determinantes que hacen que el pequeño comercio lo tenga muy crudo. Por un lado, los hábitos de consumo han cambiado muchísimo; y por otro, la venta por internet cada vez está comiendo más terreno y aumenta su porción de la tarta. Son dos aspectos que nos están haciendo mucho daño. Hay que ponerse las pilas.

¿Y cuál es la fórmula para hacer frente a esta tendencia? Desde el Ayuntamiento y la Cámara de Comercio se intentó impulsar una plataforma para que todos los comercios de la ciudad vendieran en ella a través de la red. ¿Por qué no se ha puesto en marcha?

Se quedó en agua de borrajas. Además, no creo que fuera la solución porque nosotros no podemos luchar contra grandes operadores, como Amazon. Es imposible. Si tuviera la solución, la diría, pero lo veo complicado. Los que puedan vender por internet, tienen que estar ahí, aunque solo sea para un cinco por ciento de sus ventas. Pero luego hay otras luchas más a largo plazo, sobre todo con las marcas. Un comerciante no puede vender, por ejemplo, un pantalón, cuyo fabricante te impone un precio para que luego él lo venda en su página web un diez o un quince por ciento más barato. Lo que hay que hacer es no comprar a esos fabricantes que venden por debajo del precio que te recomiendan a ti.

Hay algunos comerciantes que son muy pesimistas de cara al futuro. ¿Está abocado el comercio de proximidad a desaparecer?

No. Hace más de dos mil años que comerciamos y seguiremos otros dos mil. Lo que pasa es que ahora mismo hay una revolución que hará que evolucionemos muchísimo en los próximos diez o quince años. Yo no concibo una calle sin establecimientos comerciales ni que la gente deje de salir a la calle. Ni somos los países nórdicos ni tenemos la cultura anglosajona. Aquí seguirá habiendo personas que vayan de compras y nosotros tenemos que saber lo que quiere el cliente para adaptarnos a ello. No soy pesimista. Para nada.

¿A cuánto van a ascender los descuentos de esta temporada de rebajas?

Cada vez menos. Yo defiendo al comerciante que trabaja honradamente, y no podemos permitir ver rebajas del 70 o el 80 por ciento. Eso es una tomadura de pelo. Los márgenes comerciales se están estrechando más, por eso una rebaja que salga con un 20 por ciento ya es sustanciosa. Si luego se llega al 30 o al 40 por ciento... pues ya está bien. Esas son las rebajas de verdad. Sanas y sin engañar al cliente.

Porque un cliente puede pensar, si ve un descuento del 70 por ciento, que los comerciantes tienen un margen de beneficio muy elevado si pueden permitirse esa rebaja.

Yo, como consumidor, no me fío de una rebaja del 70 por ciento. Los márgenes brutos de un comerciante están entre un 30 y un 40 por ciento. Brutos, repito. A partir de ahí hay que empezar a descontar gastos. A veces hay que vender un producto de temporada a coste porque viene otra moda y hay que quitárselo de en medio. O porque necesitas liquidez o espacio en el almacén. Pero de ahí a poner un 70 por ciento... un comercio decente y sano no tiene esos márgenes.

¿Realmente esta campaña tiene impacto en la contratación?

Sinceramente, en el pequeño comercio hay muy poco o nulo incremento. Los grandes establecimientos hacen contratos de obra y servicio.