EEUU se prepara para el cambio blindado ante posibles incidentes

Agencias
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El equipo de Biden asegura estar listo para «cualquier tipo de escenario» durante la toma de posesión mientras Trump ultima una batería de indultos para su último día como presidente

EEUU se prepara para el cambio blindado ante posibles incidentes - Foto: CARLOS BARRIA

El relevo en la Casa Blanca es tradicionalmente una ceremonia cargada de simbolismo. La Constitución da algunas pinceladas de un acto regido también por los usos y costumbres y que, en esta ocasión, estará marcado por la ausencia del mandatario saliente, Donald Trump, el refuerzo de la seguridad y las medidas sanitarias derivadas de la pandemia de la COVID-19.

Mañana Joe Biden se convertirá en el presidente número 46 del país. Y lo hará flanqueado por su esposa, Jill Biden, y ante el máximo responsable del Tribunal Supremo, John Roberts, y poco después de que preste juramento su número dos, Kamala Harris, que será la primera mujer en ocupar el segundo puesto de mayor rango político en la nación norteamericana.

El equipo del demócrata reconoció en las últimas horas sentir cierta «preocupación» de cara a la investidura del nuevo jefe de la Casa Blanca, aunque aseguró también estar trabajando para estar preparado de cara a «cualquier tipo de escenario». «Estamos en tiempos volátiles, por lo que hemos hecho preparativos», señaló quien será la próxima directora de comunicación presidencial, Kate Bedingfield.

Bedingfield confirmó que en las horas previas al relevo gestionaría con el equipo de seguridad de la administración saliente los preparativos necesarios, para estar preparados ante «cualquier tipo de escenario» que pueda producirse durante la toma de posesión de Biden.

«Creo que se enviará una imagen increíblemente importante al mundo sobre la resistencia de la democracia estadounidense. Por eso, nuestro plan y nuestra expectativa es que el presidente electo ponga su mano sobre la Biblia con su familia, fuera, en el lado oeste de el Capitolio», aseveró.

El ataque al Capitolio a principios de mes por parte de una turba de exaltados partidarios de Trump levantó las alarmas entre las autoridades, fuertemente criticadas en los últimos días ante la escasa seguridad de la que hizo gala la sede del Poder Legislativo aquel día, en el que se celebraba una sesión para confirmar el triunfo de Biden en las elecciones.

Unos 21.000 efectivos de la Guardia Nacional han sido ya desplegados en Washington y varias calles en torno al Capitolio cerradas. El FBI, que ha establecido una oficina específica para evaluar posibles amenazas, ha identificado hasta el momento a unos 200 sospechosos de participar en los actos violentos del pasado día 6 y ha detenido a otro centenar.

Mientras, el presidente saliente ultima una nueva batería de hasta 100 indultos que anunciará hoy, su último día completo como mandatario, según fuentes citadas por varios medios y que recogen los detalles de una reunión celebrada el pasado domingo en la Casa Blanca.

Trump, que ya ha emitido perdones contra varias personas de su entorno en estos últimos meses, pensaba espaciar sus últimos indultos, pero el asalto al Capitolio trastocó sus planes y ahora prevé un único lote, informó la CNN.

Las fuentes consultadas por esta cadena no adelantan que figure en el listado el propio magnate, que ha deslizado en varias ocasiones la posibilidad de amnistiarse a sí mismo por prevención. El debate sobre el autoindulto ha vuelto a estar de actualidad tras el asalto al Congreso, que ya le ha valido al presidente el inicio de su segundo juicio político o impeachment por «incitación a la insurrección».

Sus asesores creen que el republicano no dará este paso e incluso se lo habrían desaconsejado ante la posibilidad de que parezca culpable. Asimismo, varias personas le habrían exhortado a dejar fuera de los últimos indultos a personas que participaron en el asalto al Capitolio durante la sesión para certificar los resultados de las elecciones de noviembre.

 

Harris, todo un icono

«Lo logramos, Joe», afirmó la vicepresidenta electa, Kamala Harris, cuando los medios proyectaron la victoria demócrata en las elecciones presidenciales. Y, aunque Biden lo había logrado, el triunfo de su compañera de fórmula tampoco es desdeñable, sino que se trata de un hito más que sumar a la lista de barreras que ha superado.

La carrera política de Harris, de 56 años, está plagada de logros trascendentales. Hija de inmigrantes de Jamaica e India, fue fiscal de distrito de San Francisco, la primera mujer negra fiscal general de California y, en 2017, se convirtió en la segunda senadora negra de Estados Unidos.

De ahí, y como la primera vicepresidenta de la nación norteamericana -también la primera persona de raza negra en conseguir tal distinción-, se convertirá en la mujer que ocupa el cargo de mayor rango en la historia del país, un hito que hasta ahora ostentaba la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi.

Aunque el puesto de vicepresidente se suele menospreciar por segundón, asumiendo que es básicamente testimonial, Harris tendrá poder para, por ejemplo, decantar la balanza a favor del Partido Demócrata en el Senado, empatado en número de miembros republicanos y demócratas, gracias a su voto de calidad.

Como fémina negra en un entorno predominantemente blanco, su inédito triunfo representa a millones de mujeres con frecuencia pasadas por alto, históricamente subrepresentadas y sistemáticamente ignoradas. 

«Que esté aquí esta noche es un testimonio de la dedicación de generaciones antes que yo», recordó en el discurso de aceptación de su candidatura en la Convención Nacional Demócrata en agosto.

Para las mujeres, en general, su presencia puede marcar la diferencia, ya que una de las razones que influyen en su baja participación en política es, precisamente, la falta de modelos.