Julia Navarro

ESCAÑO CERO

Julia Navarro

Periodista y escritora


¿Qué nos pasa?

28/11/2019

No, no es ningún consuelo echar una mirada fuera de nuestras fronteras y comprobar que en casi todos los países europeos hay problemas. Y quizá el problema más grave es el del auge del populismo, ya sea de derechas o de izquierdas y también de los nacionalismos.

Porque lo cierto es que los populistas se han colado en todos los Parlamentos y en algunos casos su presencia es importante.

En España, que nos creíamos vacunados contra cualquier opción de derecha extrema, nos hemos visto sorprendidos no solo por la aparición de Vox sino por su éxito en las urnas.

En Francia el fenómeno de los chalecos amarillos tiene en jaque al gobierno de Macron como en España en su día el movimiento 15-M también constituyó un auténtico tsunami, porque entre sus componentes había una fuerte base antisistema.

Lo fácil es dar respuestas simples a estos fenómenos pero si lo hacemos estaremos renunciando a reflexionar sobre sus causas.

No tengo la respuesta, pero me parece que una de las causas del populismo reinante tiene que ver con el miedo y la frustración de las clases medias que se han visto arrasadas y se han sentido abandonadas por la crisis del 2008.

En Europa y en Estados Unidos se había construido una sociedad en la que se habían ido limando algunas desigualdades y eso significaba que había una inmensa mayoría de personas que pertenecían a un estrato que denominamos clase media. Es decir, personas que tenían un trabajo con una remuneración no alta pero suficiente para vivir, para poder comprar una casa, dar una educación a los hijos, permitirse algunos días de vacaciones, y en definitiva saber que la vida no les iba a deparara grandes sobresaltos.

Pero la crisis del 2008 provocó el desamparo de esa clase media. La gente se encontró de un día para el otro sin empleo, las prestaciones sociales disminuyeron, donde había certezas se ha sustituido por el desconcierto y la desesperanza, ya nada era seguro. Miles de familia vieron como se truncaban sus proyectos de vida, como de repente pasaban a formar parte de la marginalidad. Ciudadanos con 50 años han ido perdiendo sus empleos sabiendo además que nunca más podrían incorporarse al mercado laboral, al igual que los jóvenes han visto cercenadas sus expectativas profesionales, etc. Y a eso se le ha unido el fenómeno de la inmigración, de la llegada de miles de personas desesperadas huyendo de guerras y de la miseria intentando llegar a las costas europeas. Por no hablar del impacto de las nuevas tecnologías y de la globalización que sin duda tienen ventajas pero también inconvenientes.

Y todo esto y muchas otras cosas han provocado que las sociedades se encojan, que se replieguen sobre sí mismas. El problema es que los partidos tradicionales, la socialdemocracia y los partidos liberales y conservadores europeos no han sabido dar una respuesta con medidas sociales y de apoyo a esta clase media.

Desde el corazón de Europa, desde la UE pero sobre todo desde Berlín se adoptaron políticas que incidieron en el empobrecimiento de la gente, que exigieron sacrificios pavorosos a los más débiles. Y se equivocaron, claro que se equivocaron pero su error ha servido de siembra para el populismo, para que hayan surgido como setas líderes que aseguran que tienen la respuesta a los problemas de la sociedad del siglo XXI. Sus recetas son populistas y por tanto mentirosas porque realmente no tienen respuesta para los problemas tan complejos del mundo de hoy.

El populismo tiene alas porque tanto la socialdemocracia como el liberalismo conservador no han sido capaces de dar respuestas a los problemas reales de los ciudadanos. En algunos casos se han aliado con los populistas, en otros han asumido parte de su discurso, pero en definitiva insisto en que no han sido capaces de dar respuestas nuevas a los problemas nuevos de la sociedad.

Por eso el presente es tan desolador y el futuro tan incierto.

La socialdemocracia y la democracia cristiana o el liberalismo conservador, son los pilares sobre los que se constituyo la Europa del bienestar pero ¿dónde están ahora?