«El que regala bien vende si el que recibe lo entiende» es una máxima comercial cuya adaptación a la política, tan asumida como disciplina mercantil, resulta de gran interés. En efecto, un obsequio o atención puede allanar la venta de algo o estimular la simpatía de otras personas, siempre y cuando el gesto en cuestión se comprenda. 
La ciudadanía tiene asumido que la 'mercancía política', la versión de la realidad que cada uno da y que ahora se da en llamar 'relato', es pura propaganda. Por eso los regalos son dialécticos, ya sean orales u escritos incluso en un programa electoral. Estos regalos en forma de bonitas palabras son descontados por la mayoría de la ciudadanía. Una propaganda, tan profesional y elaborada que puede adoptar forma de calmante o excitante, según convenga para enganchar al cliente. Se llama populismo. Un producto cada vez más refinado, de riesgo pero de alta rentabilidad. 
Frente al marketing de la oferta irresistible, de los duros a cuatro pesetas o la entrada en el sorteo del gran premio, está el producto que se presenta crudo, sin aditivos, colorantes ni conservantes. Tanto, que hay a quien le resulta sospechoso: ¿Qué tipo de beneficio espera obtener quien así entiende la 'venta', quien cree que la propia calidad del producto hace que se venda por sí mismo?
Tal es el nivel de desprestigio de la política que decir la pura verdad resulta una osadía. La verdad no es opinión, suposición, ilusión ni conjetura. Está pegada a los hechos y los datos contrastados, pero requiere el pequeño esfuerzo de leer la etiqueta. El regalo de quien la usa es la sinceridad. 
¿Qué gana el equipo de gobierno municipal estrechando la mano de dos administraciones de distinto signo político (Ministerio y Junta de Castilla y León) y apostando por la integración ferroviaria en lugar de mantener viva la ilusión de un soterramiento imposible? Nada. Gana la verdad. Así ganó las elecciones municipales de 2019.
El año que viene habrá de nuevo elecciones. Volveremos a presentarnos al examen de la ciudadanía con la cabeza alta, sin más regalo que la misma franqueza, con un balance de gestión que habla por sí mismo. En el programa electoral del PSOE tampoco esperen encontrar esta vez nada que no podamos cumplir. Sinceramente suyos.