Maite Rodríguez Iglesias

PLAZA MAYOR

Maite Rodríguez Iglesias

Periodista


Facturas

09/10/2022

Susto o muerte? Esta pregunta, asociada en EEUU al momento en que alguien abre la puerta de su casa en la noche de Halloween a los niños disfrazados, se puede trasponer ahora mismo a muchos hogares españoles, y al momento de abrir la factura de la luz y el gas.
La exageración es una figura retórica cuya finalidad es sobrepasar los límites creíbles de algo, pero en este caso la realidad supera a la ficción. La escalada de precios energéticos parece no tener tope, a pesar de las variadas medidas puestas en marcha  o anunciadas por los distintos gobiernos. De hecho, esos mismo gobernantes alertan de que esta será la tendencia en invierno, cuando el consumo se dispara por las calefacciones. Y esto resulta ya inasumible para muchas economías familiares, que ya hacen cábalas para asumir unos precios que las compañías actualizan una y otra vez, incluso sin que haya cambio de contrato. 
La justificación de que esta crisis económica y social está derivada de la guerra no parece suficiente para mitigar el descontento ciudadano, y es un caldo perfecto para el crecimiento de los movimientos populistas. En Reino Unido surgió en julio una campaña de desobediencia civil para no pagar las facturas eléctricas y del gas. Esta semana se apuntaba que había casi 200.000 británicos que se plantean sumarse, aunque no se ha llegado al millón de adhesiones que se había fijado el movimiento para forzar una intervención del Gobierno y topar los precios.
Pero la semilla de la insumisión ciudadana está sembrada. En este ocasión se asentaba en un principio que se atribuye al empresario John Paul Getty, que consideraba que si le debes 100 dólares al banco, es tu problema, pero si le debes 100 millones, es un problema del banco (o de las energéticas en este caso). Una llamada de atención a los gobiernos a las puertas de un invierno que se puede caldear por la semilla del descontento social.
Aquí miramos con envidia el 'escudo protector' de más de 200.000 millones de euros, que Alemania proveerá para hacer frente a la crisis energética, destinados fundamentalmente a bajar los precios de la energía al consumidor. «Los precios tienen que bajar. Para eso vamos a abrir un gran paraguas de protección para que jubilados, empleados, familias, gente del campo y de la ciudad, para que todos salgan adelante y puedan pagar sus cuentas», aseguró el canciller alemán. Poco más que decir.