Martín Fernández Antolín

La voz del portavoz

Martín Fernández Antolín

Portavoz de Ciudadanos en el Ayuntamiento de Valladolid


Que no nos la den con queso

11/02/2022

Valladolid es tierra de excelentes tintos, blancos, rosados, espumosos, olorosos… Del mismo modo, sabemos apreciar nuestros caldos porque, de manera más o menos próxima, todos tenemos a alguien que cuida su majuelo o que mantiene una relación con la industria vitivinícola.

Este vínculo con el campo nos permite trasladarlo a nuestro día a día y hasta a narrar cuentos que valen para todo y que no sirven para casi nada; yo les quiero contar uno que espero que valga y sirva.

"Cuando después de unos años en los que algunos vecinos le ayudaran combatir una plaga que asolaba la comarca, el dueño de uno de los viñedos decidió que no iba a esforzarse en limpiar sus vides; era mejor dejar que algunos parásitos propios de su viñedo siguieran pululando a sus anchas porque contribuían, razonaba para sí, a que siguiera siendo el más rico de la comarca.

Los que le habían ayudado intentaron convencerle de que le convenía un tratamiento fitosanitario y una poda en verde porque, si no, arruinaría su vendimia y la de todos los que en el valle, de una manera u otra, dependían de él, el más poderoso del entorno; pero en su avaricia no sólo les desoyó, sino que hasta les volvió la cara. Él seguiría en sus trece porque, en el fondo, era la empresa que le compraba su vino la que le había marcado el camino a seguir y creía cubiertas sus espaldas; de hecho, una propietaria de otro viñedo en una región vecina había conseguido un trato especial con la empresa a la que él también vendía su vino y quería seguir su ejemplo, costase lo que costase, cayera quien cayera, aunque fueran sus propios vecinos.

Pero los parásitos no dejaron tan siquiera que se cuajaran los troncos de brotes, ni llegó a florecer su viñedo, ni hubo racimos para el envero, ni uvas que seleccionar; en su ofuscación, embotelló el mosto agrio de la prensa para venderlo a aquella empresa, la que él consideraba suya, pero ésta se negó a pagar por aquel brebaje. En su desesperación, intentó colocar el mejunje a sus vecinos, a los mismos que había despreciado, poniéndoles queso sobre los jarros para disimular el tufo del vinagre. No lo consiguió. Despechado y sin crédito, tuvo que abandonar el valle, dejando, eso sí, a los parásitos en su viñedo.

En su tozudez, hizo que todo el trabajo de los habitantes del lugar se viera en peligro, que la riqueza de la comarca, si es que la hubo, se desvaneciera cada vez más deprisa, que los jóvenes salieran del valle buscando un futuro, que los ancianos quedaran desatendidos en sus hogares. Sólo le habían importado su viñedo, sus parásitos y los pasos de aquella mujer a la que admiraba. Mientras, entre los que no le habían ayudado en los tiempos de la gran plaga había gran alborozo porque habían podido vender en tiempo de escasez el mal vino que habían vendimiado a precio de oro, hipotecando así el futuro de las gentes del valle; sólo quienes habían arrimado el hombro consiguieron hacer un vino afinado y digno, aunque sólo pudieron llenar unas pocas cubas porque habían empleado su tiempo en procurar el bien común y no el propio."

Pero ni en Valladolid ni en Castilla y León estamos para cuentos, ¿verdad? Pues eso, recuérdenlo el día 13. Que a ustedes tampoco se la den con queso.