Alfonso González Mozo

PLAZA MAYOR

Alfonso González Mozo

Periodista


Defraudados

22/09/2019

España se dirige irremisiblemente ya hacia sus segundas elecciones del año. Serán las quintas de la década, que son las mismas que hubo que celebrar en los años 80 y 90 (juntos). Si a los coetáneos de la Constitución casi se nos olvidaba cómo era la liturgia electoral de comicio en comicio, los del siglo XXI le van a coger hasta manía a eso de tener que sacar un rato un par de domingos al año para volver a su viejo colegio y meter unas papeletas en las urnas porque, visto lo visto, no vale para nada.
Nuestra clase política está defraudando a jóvenes y mayores; gentes de izquierdas, de centro y derechas; agnósticos, anarkas, fachas; a sanchistas, aznaristas, riveristas, pablistas... y a todo dios con un par de dedos de frente.
Lo que pasó el 20-D en 2015 tiene un pase. Rajoy no fue capaz de conseguir los apoyos necesarios y tuvo que convocar elecciones a los seis meses, igual que ahora Sánchez, pero aquello era un escenario de división inédito en España y a todo lo nuevo cuesta un poco acostumbrarse. Un poco.
Llegó el 26-J y volvió a ganar el PP con lo justo. Tiró adelante y la cosa no llegó a dos años. La corrupción y la inacción del amigo Mariano propició un movimiento magistral de Sánchez, de ajedrecista, que le convirtió en presidente del país vía moción de censura; con solo 85 diputados, su peor resultado.
El PSOE llegó decidido a aplicar todas esas políticas sociales que venía propugnando y le sirvió para, desde el Gobierno, recuperar una parte de ese electorado que se le había fugado a Podemos. A principios de 2019, incapaz de sacar adelante unos Presupuestos y con las encuestas anunciando un nuevo subidón de Pedro Sánchez, se dio por acabada la etapa de la moción y se convocaron elecciones para el 28 de abril. Lícito. Lógico tras llegar al poder a través de una moción de censura; que hablen las urnas.
Y ahí se eligió lo que se eligió. ¿Que el voto está muy fragmentado? Pues se llega a un acuerdo. ¿Que este pide y el otro no da, y yo no quiero y dame tres ministerios? Pues se llega a un acuerdo. ¿Que yo me abstengo si me firmas ahí? Pues se llega a un acuerdo. Lo que no puede ser es volver a votar para ver si sale el resultado que yo quiero, como si esto fuese un sorteo de pachanga infantil en el que el abusón fuerza infinitas repeticiones hasta que los equipos quedan a su gusto. El país necesita Gobierno y las elecciones no son un juego.