Rafael Monje

DE SIETE EN SIETE

Rafael Monje

Periodista


El puzle sanitario

01/04/2020

A la sanitaria le va a suceder otra crisis económica y social de dimensiones impredecibles. Ni en el peor de los sueños hubiéramos imaginado un drama planetario como el que estamos sufriendo, con casi media población mundial confinada en sus hogares y con medidas tan extraordinarias e impensables hace menos de un mes. Sin duda, todo va a cambiar y tendremos que revisar nuestra propia escala de valores o el desigual comportamiento de la clase dirigente, dentro y fuera de España.

Nos encaminamos irremediablemente hacia un destino desconocido y presiento que, tras el levantamiento del estado de alarma, padeceremos incluso síntomas de agorafobia. Recuperar nuestra natural querencia al contacto social nos va a costar, y mucho. Como también tendremos que revisar gran parte de nuestras convicciones individuales y colectivas. Ha tenido que venir un maldito bichito para darnos cuenta de nuestra inmensa fragilidad, poniéndonos frente a una realidad dantesca que va más allá de cualquier ficción. El virus nos ha propinado a todos un sopapo en la cara en toda regla para despertarnos del hábitat de confort en el que ilusamente creíamos vivir. Nos haremos mil y una preguntas a partir de ahora sobre casi todo y a muchas de ellas las respuestas serán confusas o, peor aún, ni siquiera habrá.

Mientras en España se cerraban industrias textiles y todo lo confiábamos al ‘made in China’, ahora echamos de menos un sector que fue bandera en muchas zonas del país. Mientras pensábamos que nuestro sistema de salud, troceado en un puzle de diecisiete piezas, era lo mejorcito del mundo, ahora sabemos que el mando único carece de músculo organizativo y de capacidad real para comprar a tiempo el material de protección indispensable. Hay, por suerte, otras certezas que nos permiten agarrarnos a un futuro esperanzador, como es la ejemplaridad de todos los profesionales sanitarios, la de miles de cuidadores de personas mayores o la de esos profesionales del campo y la industria agroalimentaria, entre otros muchos. Pero ya no nos tragaremos esas famosas estadísticas, más o menos dulcificadas, de nuestra (im) potente red de equipamientos, ni otras zarandajas con las que entretener al personal.