Luis Miguel de Dios

TRIGO LIMPIO

Luis Miguel de Dios

Escritor y periodista


Toque de queda

27/10/2020

Estamos en toque de queda. ¡Quién nos lo iba a decir cuando, antes del verano, se levantó el estado de alarma y nos creímos que el peligro había pasado, que ya entrábamos en aquello tan optimista de la nueva normalidad! Y, además, con protagonismo de las comunidades autónomas, lo que parecía dar a entender que los «nuestros» (cada cual en su región) iban a corregir los errores de Pedro Sánchez, de Salvador Illa, de Fernando Simón. Se van a enterar los del Gobierno central de lo que es afrontar una pandemia y encarrilar la recuperación económica; eso sí, que nos den el dinero, que nosotros seguiremos diciendo que hay que bajar, o eliminar, impuestos. Con el primer estado de alarma aun vigente, y sometido a la tortura de sus prórrogas en el Congreso, se inició una carrera, absurda pero bien jaleada por oposición y comunicadores afines, para ver quién levantaba antes confinamientos, restricciones y demás. Como si fueran almas gemelas, Ayuso en Madrid y Torra en Cataluña (los extremos se tocan) encabezaron ese movimiento. Sánchez quería cargarse a Madrid y a los madrileños. Sánchez frenaba y coartaba la autonomía catalana. El socialismo revolucionario y bolivariano machacaba la libertad y el progreso en Cibeles y alrededores. El centralismo español sojuzgaba a los herederos de Pujol, Mas y Puigdemont como en 1714, en tiempos de Felipe V. Y se acabó el estado de alarma. Y afrontamos el verano casi como si aquí no hubiera pasado nada. Lo importante era que llegaran turistas, que funcionaran los bares, restaurantes y chiringuitos. Hubo una relajación general tras el descenso de casos y brotes, que algunos achacaron a la llegada del calor, otros a que las medidas habían funcionado y un tercer grupo a la probada capacidad de aguante y resistencia de los españoles, pero fueron pasando las semanas y estamos como estamos. Han tenido que decretarse limitaciones nuevas y más duras, entre ellas ese toque de queda que recuerda conflictos bélicos y pone la carne de gallina. La pregunta es: ¿servirá de algo?, ¿la respetaremos? Ojalá.