Editorial

Ciudadanos y sus contradicciones, en el punto de mira

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Después de la resaca de pactos y constitución de más de 8.000 ayuntamientos de toda España, la formación de Rivera tiene ante sí la tesitura de si apoyar o no la investidura de Pedro Sánchez por más que en campaña electoral trazara un cordón sanitario en torno al jefe del Ejecutivo y su insistente petición de la aplicación del artículo 155 en Cataluña. Ciudadanos ha permitido que el Partido Popular ‘asaltara’ consistorios bajo la fotografía de Colón y dejara a un lado aquel lema de apoyar la lista más votada, como en su día clamó Casado en 2016 y de insistir al PSOE de entonces de adoptar la línea de la abstención para facilitar un Gobierno de Mariano Rajoy, con dimisión incluida del propio Sánchez.

Hoy se han mutado las condiciones y tanto los populares como los de Rivera no piensan salir del ‘no es no’ por más que voces internas de sus partidos aboguen por facilitar la puesta en marcha del Ejecutivo socialista para frenar cualquier acercamiento a los partidos independentistas. Visto lo ocurrido en este fin de semana donde el aliado natural ha sido el PP, con Vox en la trastienda, se antoja difícil un cambio sustancial de las posturas férreas del líder de Ciudadanos que ha machacado hasta la saciedad la figura de Sánchez. Pero también es de reconocer que las contradicciones van de alguna manera en el ADN de este partido político que surgió en Cataluña para frenar la ola secesionista que le valió una victoria sin poder llegar a gobernar en esa comunidad, y que se ha extendido exitosamente como bisagra, lo que hace que en estas semanas todo pueda ocurrir. 

En varias comunidades autónomas ha conseguido apuntarse alcaldías con hasta un concejal, como en Melilla, o tres en Palencia y llegar a acuerdos con el socialista castellano-manchego Emiliano García-Page en una estrategia de ‘blanquear’ su preferencia por el PP en el resto de España, con Vox como muleta para alcanzar el poder. Tampoco sorprendería un giro copernicano en un eventual apoyo a Sánchez para anular cualquier influencia de los republicanos e independentistas de ERC en una legislatura en la que, sin embargo, aspira a ocupar el primer puesto de la oposición. 

Ejemplos como los de Valls pueden marcar una tendencia, sobre todo por la presión internacional que están ejerciendo sus compañeros liberales de Europa, fundamentalmente Macron, por su implícito coqueteo con la considerada extrema derecha española. En ese juego peligroso de intermediarios entre la derecha y la izquierda, Ciudadanos se encuentra ante el gran dilema desde su fundación: saber cuál es su sitio en la nueva política fragmentada de nuestro país.